POR MARY MOLLO MEDINA – Coordinadora de Desarrollo Sostenible y profesora de ESAN Graduate School of Business.
Los bionegocios y la economía circular emergen como herramientas innovadoras y necesarias en la conservación del medioambiente, ya que promueven la diversidad de especies y la preservación de ecosistemas únicos. Al adoptar prácticas sostenibles, se evita la sobreexplotación de recursos naturales y se crean oportunidades de empleo y desarrollo económico en comunidades rurales e indígenas. La producción y comercialización de productos sostenibles —como los alimentos orgánicos, los productos forestales no maderables y el turismo ecológico— ofrecen vías para reducir la pobreza y la desigualdad, al generar ingresos y valorizar los conocimientos locales y la sabiduría ancestral.
Situación en el Perú
La deforestación —sobre todo en regiones amazónicas como Loreto, Ucayali, Madre de Dios, San Martín y Huánuco— se vincula con la agricultura migratoria y la ganadería. También se acrecienta por la posesión informal de tierras y la minería aurífera en Madre de Dios y algunas zonas de Puno. Abordar estos desafíos es esencial para el Perú, país destacado por su rica biodiversidad y su potencial para generar biomasa a partir de diversas fuentes, como los cultivos energéticos y los residuos agrícolas, forestales, industriales y ganaderos.
Los bionegocios, centrados en la producción y el uso comercial de los recursos biológicos, pueden abordar estos retos de manera sostenible. Sin embargo, para lograr la sostenibilidad, es crucial incorporar los principios de la economía circular y generar valor a partir de los residuos. Ello puede impulsar la inclusión y equidad económica, fomentar el empleo en áreas rurales y contribuir al desarrollo de las comunidades locales.
La bioeconomía como enfoque
Para orientar el desarrollo de las iniciativas de bionegocios hacia la sostenibilidad, debe considerarse el concepto clave de la bioeconomía, que se refiere al origen biológico de los procesos económicos y aborda los riesgos de la limitación desigual de recursos naturales. Este enfoque, adoptado por la Unión Europea y respaldado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Green Building Council (GBC), busca alinear el desarrollo social y económico con prácticas agrícolas y rurales más rentables para generar empleo, mejorar la calidad de vida y mitigar los efectos del cambio climático.
La bioeconomía va más allá de la economía verde, ya que aplica un enfoque biológico sobre las estrategias productivas y las formas de consumo: promueve un uso más eficiente del carbono y reduce impactos ambientales. La economía circular, parte integral de esta perspectiva, busca reducir, reciclar y reutilizar materiales para disminuir la huella de carbono, aumentar la eficiencia y minimizar los desechos.
Frente a las presiones ambientales y productivas actuales, la bioeconomía ofrece respuestas a través de la producción sostenible de alimentos, cosméticos, bioenergías y bioproductos. La implementación de estas prácticas contribuye de manera significativa al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, según la Cumbre Global de Microeconomía (2018).
Recomendaciones finales
Es necesario aprovechar a plenitud el potencial de la bioeconomía mediante su integración con la tecnología. En ese sentido, es necesario incorporar tendencias como la agricultura digital, la inteligencia artificial, la robótica, el internet de las cosas y el blockchain como componentes de los modelos de agricultura inteligente, según lo postulado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el 2019. Superar estas brechas de tecnologías en el mundo rural peruano y en el sistema de desarrollo territorial del Perú aún es un reto pendiente.
Los bionegocios y la economía circular son pilares fundamentales para garantizar que los recursos biológicos impulsen la descarbonización, la intensificación de la producción agropecuaria y la generación de productos sostenibles. Estos enfoques no solo abordan desafíos ambientales, sino que también fomentan el desarrollo económico, la equidad social y la resiliencia territorial, además de ser esenciales en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. En esa medida, urge su incorporación masiva en los modelos de negocio, el diseño e implementación de las políticas públicas y la gobernanza territorial.
Desde ESAN, se busca contribuir con estos temas y por ello, en el marco de la COP28, se desarrollará el 9 de diciembre, en el Pabellón Perú, el panel Bionegocios, producción libre de deforestación y economía circular. Esta actividad es coorganizado por ESAN, la Mancomunidad Regional Amazónica, GCF Task Force, la Coalición por una Producción Sostenible, el Grupo Perú PPII, Tropical Forest Alliance y la Alianza Empresarial por la Amazonía, una iniciativa de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el Gobierno de Canadá y Conservación Internacional Perú.