Esta época del año suele convertirse en una época de conversaciones, decisiones y angustias tanto en los chicos, que culminan sus estudios secundarios…
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Criterios que si bien es cierto pueden aportar para una mejor visión del contexto en el que se ha de tomar la decisión, pueden también inducir de manera individual a visiones reducidas generando en el adolescente confusiones, reacciones opositoras o por el contrario, actitudes pasivas que terminan convirtiéndose en frustraciones futuras o fracasos anunciados.
Los jóvenes de 15 a 18 se encuentran atravesando una etapa evolutiva caracterizada por la dispersión de intereses, como parte de la búsqueda de su identidad, por lo que pueden mostrarse inclinados hacia una gran variedad de carreras que incluso pueden ser opuestas a los ojos de los padres u otros adultos. Incrementando, esta situación, la tensión y el temor en los progenitores ya que ahora además de encontrarse expectantes por el futuro de sus hijos, los perciben indecisos o poco maduros, lo cual incluso puede llevarlos, en situaciones extremas, a dudar de su propio trabajo como padres y manifestar limitada claridad para desenvolverse con ellos en este tema.
Esta etapa evolutiva será superada con éxito cuando el adolescente se enfoque de manera más clara en actividades particulares, que delinearan su identidad, para ello se vuelve vital el papel de la información y el rol de los padres como guías u orientadores en este importante proceso de desarrollo tanto personal como profesional de sus hijos.
Es preciso que el joven -al momento de elegir una carrera profesional- considere que esta decisión tendrá un gran impacto en su vida, ya que probablemente sus siguientes cuarenta años se desenvolverán en un entorno relacionado a ello, y en la medida que le resulte atractiva su carrera, podrá desarrollar actividades que realmente se conviertan en fuente de satisfacciones, logros personales y profesionales.
Contar con un plan estratégico que incluya una investigación acerca de la carrera en la cual está interesado, averiguar el estado del mercado laboral en torno a esa actividad, así como tener presente la situación económica de sus padres para saber que tipo de estudios puede tomar son algunos de los aspectos tomados en cuenta en el desarrollo de este plan, que por otra parte considera fundamental el conocimiento de las habilidades, destrezas e intereses que posee el joven, como recursos para arribar a una elección exitosa.
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Por ello, se deben tomar en cuenta también los cursos que van a llevar porque a veces los jóvenes creen conocer la carrera por sus nombres, pero no necesariamente concuerdan con sus expectativas al momento de empezar a estudiar.
Asimismo, deben de investigar y preguntar a los profesionales que ya ejercen sobre la carrera en la cual están interesados, y que estos puedan explicarles exactamente todo lo que involucra una determinada profesión.
Incluso, es necesario conocer los lugares donde podría trabajar y como complementar sus estudios a través de estudios adicionales que pueden servir para lograr algo mayor ya que no hay que pensar que el ser profesional es el fin de todo. “Por ejemplo, si se sabe que un administrador puede exponer sus planes o resultados ante un gran grupo de personas, se podría tomar un curso de oratoria o de teatro en forma paralela”, agregó.
Hay que tomar en cuenta que el aspecto económico se refleja en la capacidad que tienen los padres para ofrecer un tipo de educación, aunque esto no se considera un gran limitante en la medida que los jóvenes puedan realizar una serie de actividades para poder generar sus propios recursos económicos y ayudarse en sus estudios.
En Perfil, a través del Programa de Orientación Vocacional, se busca descubrir y potenciar las habilidades personales necesarias para una adecuada toma de decisiones y satisfacción en el futuro desarrollo profesional y ocupacional.