Pablo Vega Buccicardi
Director CIEC – Centro de Innovación y Economía
Circular – Gerente General de CIVE
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) creada por la OCDE para asesorar a los países en temas energéticos, señaló que las emisiones de CO2 procedentes de energías fósiles aumentaron en 2022 un 0,9% y alcanzaron un nivel récord, aunque menor del previsto gracias a las energías verdes que compensaron en parte la mayor demanda de petróleo y carbón. Según el informe, “el riesgo de un crecimiento desenfrenado de las emisiones por un mayor recurso al carbón en un contexto de crisis energética no se materializó” (AIE, 2023).
El auge de las energías solar y eólica, de los vehículos eléctricos, de la eficiencia energética y otros factores frenaron el aumento del CO2. Pero la buena noticia es relativa, dado que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes del uso de energías fósiles (que representan las tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero), mantienen “una trayectoria de crecimiento insostenible e incrementan los desajustes climáticos”, advierte la AIE.
Algunos puntos claves del informe son los siguientes:
– Las emisiones planetarias de CO2 procedentes de energías fósiles aumentaron un 0,9%, alcanzando un récord de 36.800 millones de toneladas.
– Ese volumen sería aún mayor, de 550 millones de toneladas, sin las nuevas infraestructuras energéticas bajas en carbono, que el año pasado aseguraron el 90% del crecimiento de la producción de electricidad.
– En 2021, el aumento de las emisiones relacionadas con la producción energética se disparó un 6%, después de un 2020 de fuerte retroceso debido a la crisis del COVID.
– Las emisiones generadas por la combustión del carbón aumentaron un 1,6%, debido a que en Asia y Europa ese combustible fue con frecuencia una alternativa ante la disparada de los precios del gas.
Según el director de la AIE, Fatih Birol, las emisiones de energías fósiles siguen aumentando y obstaculizan los esfuerzos para cumplir con las metas climáticas mundiales. “Las compañías internacionales y nacionales del sector de las energías fósiles deben asumir sus responsabilidades, en coherencia con sus compromisos públicos sobre el clima. Deben reorientar sus estrategias hacia una reducción real de sus emisiones”, señala Birol.
Describiré brevemente una experiencia que demuestra cómo las energías renovables aportan a las estrategias de crecimiento y bienestar de países, especialmente, los latinoamericanos.
Estrategia de competitividad y bienestar – País Vasco
El Informe de Competitividad 2022, elaborado por Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad, analiza la situación del País Vasco en términos de bienestar y desempeño económico-empresarial para identificar acciones que apuntalen la competitividad del futuro más allá de la situación actual de incertidumbre. Los pilares de competitividad y bienestar de un territorio son sus personas y valores, y su tejido económico. Por esta razón, el informe pone el foco en analizar estos dos pilares de la competitividad territorial, para determinar cómo responder a los retos coyunturales y afrontar los temas estructurales.
– Las bases de la competitividad del País Vasco están sustentadas en su estructura económica-tecnológica y su sofisticación
El informe describe un elemento fundamental del marco, competitividad y bienestar: el contexto estructural, que se refiere a la estructura económico-tecnológica. Hay cambios en la especialización relativa a Europa de las actividades manufactureras y de los servicios relacionados con la industria, que a grandes rasgos son consistentes con el foco en la Industria 4.0 de la estrategia vasca de especialización inteligente.
Ante este elemento, las energías renovables son una palanca de competitividad del País Vasco. Para abordar los retos asociados con los cambios en la estructura económica y demográfica, y aumentar la capacidad de adaptación continua que demanda este entorno de incertidumbre, la estrategia del País Vasco buscar fomentar el liderazgo de una nueva competitividad industrial sostenible, respondiendo al importante reto estructural medioambiental. Se enfatiza la apuesta por una transición verde ordenada y con el menor coste social posible, para competir en un mundo que requiere una mayor sostenibilidad.
– Recursos energéticos
El consumo aumentó en el País Vasco a lo largo del 2021 como consecuencia de la gradual recuperación de la economía, pero los niveles de consumo se mantuvieron por debajo de los de 2019. En general, en el parámetro de intensidad energética (cociente entre el consumo interior bruto de energía y el PIB en volúmenes encadenados, referencia año 2010), el País Vasco muestra una posición de ventaja relativa a otros territorios (Figura 1). Sin embargo, la mejora en este indicador en Alemania está siendo más rápida, con una caída del 25% en la última década, frente al 13% de España, el 12% del País Vasco y el 20.2% de la UE-27.
La mejora continua en la intensidad energética es una vía para descarbonizar la economía y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Otra variable crítica para el desacople entre crecimiento económico y emisiones de gases de efecto invernadero es la cuota de energías renovables sobre el consumo final bruto de energía. Como se aprecia en la figura 2, esta cuota ha aumentado en todos los territorios analizados por el estudio, habiéndose llegado a un peso en el País Vasco del 16.9% en 2020, por debajo de los niveles de la UE-27, Alemania y España, pero un 15.8% por encima de 2019.
– El capital natural como palancas de competitividad del País Vasco
El capital natural se refiere al conjunto de activos relaciona dos con la naturaleza que pueden generar valor económico como bienestar para las personas. Los puntos claves de esta estrategia son:
a) Los cambios en el marco regulatorio de la energía en el País Vasco establecen objetivos más ambiciosos para las renovables, aunque todavía muy lejos de los planteados por el Unión Europea.
b) La geotermia, la solar térmica y una cadena de valor del hidrógeno verde incrementaría la penetración de las renovables.
c) Existe un ecosistema emergente de actores con potencial para aportar flexibilidad al sistema eléctrico.
d) Incentivar la inversión y facilitar el acceso a la financiación ayudaría a reducir la brecha de eficiencia energética.
Conclusiones
La sostenibilidad medioambiental es un factor de competitividad. La transición hacia una matriz energética 100% renovable requeriría una inversión a nivel global de aproximadamente US$73 trillones; sin embargo, se estima que esta mega inversión podría tener un retorno de inversión mucho más rápido de lo imaginado. En el tiempo, la energía renovable es más barata de generar que la energía con combustibles fósiles, reduciendo los costos energéticos en hasta un 61%, desde US$17,7 trillones/año a US$6,8 trillones/año; mejorando el acceso a energía a más de 4 billones de personas y creando, al mismo tiempo, un total de 28,6 millones de nuevos empleos; además, disminuye la contaminación ambiental, que anualmente cuesta la vida de más de 7 millones de personas, reduciendo los costos asociados a salud desde US$76,1 a US$6,8 trillones al año.
Con las energías renovables estamos resolviendo el 51% del problema de mantener en 1.5º grados la temperatura del planeta. El otro 49% se resuelve produciendo y consumiendo de manera diferente. Es decir, acelerando la transición hacia la Economía Circular.