La identificación de la testosterona, como la hormona que producida en exceso causa el Mal de Montaña Crónico, ha abierto la posibilidad…
|
Este estudio realizado por un equipo de investigadores peruanos de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, recibió esta semana el Premio Quilab a la investigación Médica.
“A nivel mundial siempre se ha estudiado la hormona eritropoyetina, que aumenta la producción de glóbulos rojos, para explicar el mal de montaña pero nunca se ha encontrado una relación. Nosotros decidimos estudiar otra hormona que también regula la producción de glóbulos rojos que es la testosterona”, explica el doctor Gustavo Gonzáles, autor líder del estudio.
Los investigadores de la Universidad Cayetano Heredia trabajaron entre septiembre del 2007 y abril del 2008 con 28 varones de Lima (150 m.s.n.m) y 42 de Cerro de Pasco (4,340 m.s.n.m.), todos adultos de 35 a 65 años, en quienes indujeron una mayor secreción de testosterona con la hormona gonadotropina. El resultado fue una mayor respuesta en los nativos de las alturas quienes tenían además altos niveles basales de testosterona.
Estas evidencias permitirán encontrar estrategias terapéuticas para atenuar los niveles de testosterona y mitigar los efectos del mal de montaña crónico.
Los síntomas de esta enfermedad que afecta particularmente a los varones, son: cefalea, mareos, trastornos del sueño, zumbidos de oídos, fatiga física y mental, alteraciones de la memoria, entre otros, pero la anormalidad más importante es la cantidad excesiva de glóbulos rojos, lo que eleva la viscosidad de la sangre en el organismo.
Esta situación a la larga afecta el sistema respiratorio y el cardiovascular, disminuyendo la esperanza de vida en relación a los habitantes de menores altitudes.
El doctor Gonzáles, acucioso investigador del mal de montaña, es médico-cirujano, endocrinólogo, profesor principal del Departamento de Ciencias Fisiológicas de la facultad de Ciencias y Filosofía de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y autor de numerosas publicaciones.
Co-autores del estudio son los investigadores Lulio Rubio, Manuel Gasco, Vilma Tapia, José Luis Macarlupu, y Cynthia Gonzáles, con la colaboración de dos alumnas de la Facultad de Ciencias y Filosofía: Maria Del Carmen Orozco y Milagros Orozco.