Eduardo Lanao
Especialista minero y de gestión social
Un viajero caminando por el desierto patea una lámpara, de donde aparece un genio que, con una voz grave, pregunta: “Viajero, te voy a brindar un deseo pero le daré el doble a tu peor enemigo”. El viajero, sin dudarlo, respondió: “Deseo ser tuerto”.
Esta historia, que escuché desde niño, siempre la cuento cuando llego a una comunidad o centro poblado a realizar gestión social, principalmente para generar conciencia sobre los pedidos que se realizan. La idea es hacerles ver su interés por dañar al otro, incluso sacrificándose ellos.
Pero, ¿existirán motivos para querer dañar las empresas mineras formales, incluso yendo contra sus propios intereses?
La gallina de los huevos polimetálicos
Nuestro país, así como el granjero del conocido cuento de Esopo “La Gallina de los Huevos de Oro”, ha sido bendecido por una gran riqueza mineral. Pero, en lugar de oro, nuestra “gallina” es polimetálica. Lamentablemente, así como le pasó al granjero, estamos apretando el cuello a la minería formal para que nos dé más y más, sin darnos cuenta que podríamos asfixiarla, lo que afectaría a todos.
Hoy vemos cómo varias empresas mineras están pasando por diferentes ataques: Tomas de carreteras y cierres de accesos, agresiones a unidades mineras, mensajes amenazantes de pequeños grupos antimineros que azuzan a las comunidades, exigencias y pedidos exagerados (que les corresponden al Estado), en una época en que el precio de los minerales se encuentra en alza y que deberíamos aprovechar para incrementar la recaudación y superar la crisis actual.
La frase más frecuente de quienes están en contra de la actividad minera es “se llevan nuestras riquezas”. Sin embargo, es una falacia, porque la actividad minera nace de una concesión, es la actividad peruana más regulada, requiere una gran inversión e implica un enorme riesgo (sin una gran inversión es imposible predecir con certeza lo que se encuentra bajo la tierra).
Pero, ¿realmente la minería formal no genera impacto positivo? No es cierto. El 47% de sus utilidades se van en tributos y aportes. Pero, en algunas regiones se utiliza menos del 20% del canon minero, y que no existe capacidad de gestión en gran parte de nuestro país.
Claramente, es un momento difícil para la minería peruana (al menos para la responsable y formal). Por ello, es necesario redefinir la forma de hacer gestión social en la actividad minera peruana.
Redefiniendo la gestión social minera
El primer reto es dejar claro que lo que la comunidad desea no es necesariamente lo que necesita.
Para ello, todo empieza con un diagnóstico de necesidades (y no de intereses) y la elaboración de un documento con los pobladores. Este documento (al que llamo Plan de Desarrollo Social) permitirá tener una visión clara y medir los avances con cronograma e indicadores. Asimismo, será un factor objetivo ante los reclamos subjetivos.
Acá es vital también contar con personas que conozcan el manejo de la gestión pública para promover la utilización idónea de los fondos de los Gobiernos Regionales y Locales.
De lograr aprobar en conjunto un Plan de Desarrollo Social, trabajando de la mano con la comunidad y sus representantes, contando con un sistema de avances objetivo de desarrollo, el debate dejará de ser emocional y se basará en compromisos de ambos lados. Si aunado a ello, se logra una gestión adecuada de los fondos públicos, se tendrá un primer paso hacia una solución.
Es tiempo de cuidar la minera formal y no asfixiarla, porque si no perdemos todos.