Bien sea desde la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o la Sostenibilidad, las empresas han tenido la oportunidad de reforzar aspectos que ya venían desarrollando previo a la crisis sanitaria. Si bien este enfoque ya venía tomando protagonismo, ha sido el momento para que muchas compañías decidieran apostar por el tema con mayor ambición
Por Renzo Rojas
rrojas@stakeholders.com.pe
Los desafíos afrontados por las organizaciones han sido de todo tipo durante la pandemia del Covid-19 en el Perú. Quizá el principal de los retos fue asumir una nueva modalidad de trabajo, donde la distancia física era esencial para salvaguardar la salud de todos sus stakeholders, lo que además implicó un cambio de mentalidad y, más aún, la forma de gestionar sus actividades desde un enfoque sostenible.
Para Julianna Ramírez, jefe de sostenibilidad de Centrum PUCP, este año los empresarios y las empresas han enfrentado con mayor conocimiento su situación respecto al año pasado. Aunque claro está que el 2021 fue complejo por la persistente crisis sanitaria, ha sido ocasión también para una mayor concientización y aprendizaje a partir de experiencias, las cuales han demostrado la importancia de contar con estrategias de responsabilidad social.
“La adecuada gestión de la responsabilidad social asegura a las empresas mejores relaciones con los grupos de interés”, señala.
Especialmente en aspectos al interior de la organización, las empresas que han estado trabajando en el tema social en alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) afrontaron mejor los desafíos y, en algunos casos, han fortalecido el relacionamiento con sus colaboradores, por ejemplo. Así lo sostiene Kety Jáuregui, directora de la Maestría en Organización y Dirección de Personas de ESAN.
“Les ha dado cierta ventaja porque han reforzado estos aspectos y ese cambio de chip, de decir que el trabajador es el primero. Esto ha hecho que la crisis de la pandemia la enfrenten mejor”, manifiesta.
Sin embargo, también se presentaron oportunidades para aquellas organizaciones que recién, con la incursión de la pandemia, han trabajado seriamente en temas de comunicación con sus diferentes públicos desde una gestión sostenible. Ante la interrogante de si este 2021 fue el tiempo para afianzarse en el tema, Julianna Ramírez tiene buenas expectativas.
“Sí, claro que sí. La pandemia nos ha enseñado muchas cosas y una muy clara ha sido que las empresas son sostenibles en el tiempo cuando han logrado alcanzar buenas relaciones con sus grupos de interés. Esto es lo que hace la responsabilidad social todos los días, diálogo permanente y acciones de beneficio compartido para la empresa y sus diversos grupos de interés”, resume.
Fin de la era los “gestos vacíos”
Para Natalia Manso, profesora de Responsabilidad Social de la Pacífico Business School, este año no hubo margen para las compañías que veían en la responsabilidad social solo un proceso aislado y hasta únicamente de cumplimiento, dejando de lado su rol fundamental en el funcionamiento de los negocios.
“En 2021 se acabó la era de los gestos vacíos: nuestros colaboradores, clientes, proveedores y comunidades han visto, más claro que nunca, quiénes ejercían una RSE que pretendía mejorar la imagen de la compañía y quiénes realmente implementaban e interiorizaban la RSE en todas sus políticas, procesos y decisiones, pues forma parte de su visión de cómo generar negocio y riqueza”, enfatiza.
Agrega, en ese sentido, que son muchas las empresas que han entendido que el foco de la sostenibilidad comienza con las relaciones con su propios colaboradores, ya que están comprobando que la flexibilidad, el teletrabajo, la cobertura de la salud, entre otros beneficios para mejorar la calidad de vida de los empleados, son y serán un elemento de supervivencia clave para retener el talento.
“En 2019, Manpower estimó que los millennials supondrían para el 2020 el 35% de la fuerza de trabajo mundial. Para ellos, encontrar un propósito y significado en su trabajo no es un factor adicional, es una necesidad. Los colaboradores no desean trabajar para una organización que no tiene un comportamiento ético ni un compromiso con el entorno, quieren trabajar con organizaciones que ‘arriman el hombro’, máxime en este contexto de crisis mundial”, dice.
Venir previamente ensayando el teletrabajo, el flextime o algunos programas de salud, significó estar pasos adelantes en comparativa con otras organizaciones. Y es que no se trata solamente del bienestar del colaborador, sino además de la productividad de las empresas mismas y, por ende, de su vigencia en el mercado, lo cual se comprobó con la crisis sanitaria.
“Si uno revisa las memorias de sostenibilidad de algunas compañías, ya tenían estos programas con sus colaboradores y cumplían así también con los ODS. En las otras empresas, donde, por ejemplo, el gerente no tenía este chip, la situación los ha llevado de manera obligada a que cambien rápidamente”, indica Kety Jáuregui.
Kety Jáuregui
Directora de la Maestría en Organización y
Dirección de Personas de ESAN.
Oportunidad para la reputación
Circunstancias en las que se puso a prueba no solo la sensibilidad, sino también la contribución ante la situación, han dado cabida para que las empresas puedan mejorar su reputación o ir en detrimento de esta misma, dependiendo de su accionar con sus stakeholders y compromiso con la sociedad.
“La reputación es una consecuencia. Cuando la empresa o institución hace las cosas bien y las comunica de la mejor manera, va a poder obtener un mejor relacionamiento con sus grupos de interés y claro está, su reconocimiento, confianza y fidelidad. Pero esta es una labor permanente, no es una actividad de un día, es un trabajo constante, ético y responsable que hace posible todo lo demás”, asevera Julianna Ramírez.
Julianna Ramírez
Jefe de sostenibilidad de Centrum Pucp
Por su parte, Natalia Manso menciona que, de acuerdo al estudio “Impacto del COVID-19 en las prioridades de la RSC/Sostenibilidad y en el rol de sus profesionales” (aplicado a 248 profesionales españoles de la RSE), comunicación, confianza y reputación eran factores ubicados como el sexto tema más prioritario antes de la pandemia. No obstante, con la crisis han escalado al cuarto lugar, por lo que “las empresas saben que los consumidores están observando de cerca cómo ha sido su comportamiento en pandemia”, puntualiza.
El futuro para el 2022
Con miras a un nuevo año, el escenario para las empresas podría ser más prometedor en cuanto hay un proceso de vacunación que avanza y esa supuesta ‘normalidad’ vuelve de a pocos. Sin embargo, hay enseñanzas que viene dejando la pandemia del Covid-19 y, en esa línea, cambios que perdurarán por mucho más tiempo, si es que no para siempre.
“Nos abocamos a un 2022 donde las nuevas formas de teletrabajo se impondrán como un requerimiento de muchos trabajadores. Aquellos que ofrezcan modalidades híbridas, tendrán un mejor posicionamiento como empleadores. En este sentido, las pymes tienen un gran reto por delante, por contar con recursos humanos y tecnológicos más limitados”, indica Natalia Manso.
Natalia Manso
Profesora de Responsabilidad Social de la
Pacífico Business School
Desde el enfoque de sostenibilidad, prosigue, otro de los puntos que deberán considerar las empresas es el control y prevención de la corrupción, el fraude y otras prácticas contrarias a la ética en los negocios, que de por sí ya vienen requiriendo un mayor de nivel de exigencia a las organizaciones hace años. “Sistemas de compliance, certificaciones anti corrupción y mayor inversión en capacitación para la implementación de los lineamientos éticos de las empresas serán un tema recurrente en 2022”, subraya.
El ámbito ambiental, sin duda alguna, es otro aspecto a tomar en cuenta por las compañías el próximo año, sobre todo porque fenómenos como el cambio climático pueden devenir en otras crisis globales similares, o más graves según especialistas, a la generada por el nuevo coronavirus. De esta manera, el sector privado juega un papel crucial en la disminución de impactos negativos al medio ambiente.
“El cambio climático, el acceso a los recursos naturales y su protección, y la tensa relación de las comunidades en los proyectos extractivos y vinculados, serán también preocupaciones y retos aún sin resolver que deberemos afrontar desde la empresa y el Estado”, señala Natalia Manso.
En su consideración, aportar a reducir las grandes brechas de acceso a educación y salud de calidad, evidenciadas especialmente en pandemia, formarán también parte de los objetivos de valor compartido de las empresas, de aquellas que “estén capacidad de contribuir a facilitar equipamiento, tecnología, servicios o plataformas que coadyuven al Estado a proveer de esos servicios tan básicos como necesarios”, agrega.
Finalmente, el escenario nacional político y social será una pieza importante a la hora de que las empresas tomen decisiones o incluyan modificaciones en su estrategia de negocio y sostenibilidad. Kety Jáuregui explica que la incertidumbre política no es buena para ninguna empresa, inversionista o accionista, ya que va a ser difícil que se quiera desarrollar capital en el país. “Se tiene que tener estabilidad política, si no lo hay el Perú no va a poder desarrollarse”.
Voluntariados en pandemia
En tiempos de pandemia, el voluntariado corporativo también se ha visto afectado en su despliegue debido a las limitaciones presenciales. Empero, se ha dado en su mayor parte desde la virtualidad y ha reflejado que, a pesar de la compleja situación, se puede contribuir.
“Los programas de voluntariado son una manera concreta desde la cual la empresa puede demostrar su responsabilidad respecto a un determinado público, pero sobre todo contribuye a una mejor cultura corporativa de la empresa en relación a sus colaboradores o trabajadores y, en consecuencia, sobre los demás grupos de interés”, dice Julianna Ramírez.
Para Kety Jáuregui, es fundamental que el voluntariado sea presencial dado que el objetivo es promover la sensibilidad en los colaboradores de una empresa. En su perspectiva, calcula que “cerca de un 80% de los proyectos de voluntariados ha sido virtual”, por lo que va a ser importante que con el regreso a la presencialidad se recupere esa sensibilidad por la que se desarrollan.