Por Stakeholders

Lectura de:


Los teléfonos móviles y otros aparatos digitales constituyen una gran parte de la vida moderna, pero ¿son peligrosos? Se estima que había 5.3 billones de suscripciones en todo el mundo a finales de 2010, así que si el uso de teléfonos móviles está relacionado con los cánceres de cabeza, las implicaciones son inmensas. Miramos la incertidumbre científica en este área y lo que ello significa para la política. 

La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), autoridad global sobre el cáncer, recientemente concluyó que la radiación procedente de teléfonos móviles es un “posible” riesgo para el cáncer de cabeza. Sin embargo, la opinión científica está divida en este tema – muchos estudios diferentes han llegado a diferentes conclusiones basados en la misma evidencia. 

La Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA por sus siglas en inglés), recomienda tomar un enfoque de precaución en la redacción de políticas en este área. Ésta posición se basa en la evaluación de evidencia existente y en las lecciones anteriores de otros riesgos, analizados en el proyecto EEA “Late Lessons from Early Warnings”. 

“Los teléfonos móviles tienen numerosos beneficios sociales, económicos e incluso ambientales”, dijo David Gee, Consejero Senior de la EEA en Ciencia, Política y Temas Emergentes. “Sin embargo, hay un desacuerdo significativo en la comunidad científica sobre si el uso de teléfonos móviles incrementa el riesgo de cánceres de cabeza. Recomendamos el uso del principio de precaución para guiar las decisiones políticas en casos como éste. Esto significa que aunque nuestro entendimiento sea incompleto, ello no debería impedir que los responsables de políticas tomen acciones preventivas”. 

¿Por qué los científicos discrepan? 

Una de las razones es el desconocimiento de los mecanismos por los que las radiaciones de los teléfonos móviles podrían causar cáncer. 

Sin embargo, esperar a ese conocimiento podría llevar décadas: los mecanismos biológicos que conectan el humo de tabaco y el cáncer no se conocen completamente, después de 60 años después de la publicación de los primeros estudios que vinculaban el tabaco con el cáncer de pulmón. 

Otra área de incertidumbre es el diseño de estudios con animales que investigan los efectos de campos electromagnéticos de los móviles y el cáncer. Unos pocos estudios sugieren un vínculo positivo pero muchos otros no encuentran ninguno. Pero incluso si todos los estudios con animales fueran negativos, esto no necesariamente indicaría un resultado negativo en humanos, ya que las reacciones pueden ser muy diferentes comparadas con las de animales. Por ejemplo, la evidencia animal entre el humo de tabaco y el cáncer de pulmón sólo se encontró después de que se estableciera la evidencia en humanos. 

Los estudios en humanos pueden no ser concluyentes por diferentes razones. Por ejemplo podría llevar muchos años desarrollar y analizar alguno de los cánceres de cerebro efecto del uso prolongado de teléfonos móviles, mientras que los teléfonos móviles sólo se usan de forma extensa desde hace un par de décadas. La evidencia que vincula el fumar o la exposición a asbestos con el cáncer de pulmón sólo se clarificó 20-25 años después de que comenzaran las primeras exposiciones masivas. 

Sin embargo, hay algunos ejemplos de investigación científicamente rigurosa que ya indica un riesgo de los teléfonos móviles. Como la EEA a menudo ha observado, las potenciales advertencias tempranas como éstas no deberían ser ignoradas, especialmente dada la seria e irreversible naturaleza de algunos cánceres y el gran número de expuestos, lo que incluye a grupos de población vulnerable como los niños. 

El principio de precaución 

Debido a que la evidencia entre móviles y cáncer presenta una visión mezclada, la EEA recomienda el uso del principio de precaución, como se recomienda en el Tratado de la UE, para la mejor gestión del riesgo. No hay una definición clara de Principio de Precaución, así que la EEA lo define como: 

El principio de precaución proporciona justificación para políticas públicas de acción en situaciones de complejidad científica, incertidumbre e ignorancia, donde puede haber una necesidad de evitar o reducir amenazas potencialmente serias o irreversibles para la salud y el medio ambiente, usando una fuerza apropiada de evidencia científica y tomando en cuenta los pros y contras de la acción y la inacción. 

El principio de precaución requiere “pesar” la evidencia de forma diferente. Estos no es nuevo, las sociedades están acostumbradas al uso de diferentes fuerzas de evidencia por diferentes razones, basadas en los costes de equivocarse. 

Por ejemplo, los criminales deben ser encontrados culpables “más allá de toda duda razonable” antes de ser condenados; las personas afectadas en casos de compensación sólo necesitan mostrar un “equilibrio” de evidencia para ganar la compensación por negligencia; mientras, los doctores sólo necesitan una ligera evidencia de enfermedad seria para prescribir tratamiento. Tales aproximaciones de precaución se justifican cuando todavía no es posible establecer causalidad más allá de toda duda razonable. 

Implicaciones para los responsables de políticas y la industria de telefonía móvi

Los ciudadanos podrían estar mejor informados de los riesgos del uso de móviles, tal y como recomendó la EEA en septiembre de 2007. Hay suficiente evidencia del riesgo como para advertir a la gente, especialmente a los niños que no sitúen el terminal contra su cabeza: el envío de mensajes de texto, el uso de manos libres suponen una disminución de 10 veces de los niveles de radiación, de media, respecto a cuando el teléfono está presionado contra la cabeza. 

Los gobiernos pueden también etiquetar los móviles como “posibles carcinógenos”, en línea con la decisión del IARC. Además, es necesaria más investigación independiente. El coste de estas medidas es muy bajo, pero los costes potenciales de no hacer nada pueden ser muy altos.







Continúa con tu red social preferida

Al continuar serás un suscriptor gratuito

O continúa tu correo.

Escriba su correo electrónico con el que se suscribió para acceder

Suscríbete

Ya me suscribí.