Por Stakeholders

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Por Carlos Zapata Dávila
Senior Staff – ESG / Catedrático de Sostenibilidad en la Universidad de San Francisco y la Universidad de California San Diego

Mientras cursaba la maestría en Sostenibilidad en la Universidad de Yale, en los Estados Unidos, decidí enfocar mi investigación en la minería y la minería ilegal en el Perú. La decepción que sentí mientras dedicaba largas horas a este tema, me llevaron a redactar más de una media docena de largos ensayos, investigando las barbaridades que se cometen en el Perú debido a la minería ilegal e insostenible. Al mismo tiempo, propuse soluciones sostenibles que beneficiarían a las empresas, comunidades y gobierno peruano.

Como sabemos, el Perú ha sido históricamente uno de los máximos productores de oro en el mundo, a pesar de haber sido desplazado de los 10 primeros puestos en el 2020. En producción de plata y cobre, ocupamos el segundo lugar a nivel mundial, mientras que en producción de zinc, nos ubicamos en el cuarto lugar en el mundo.

Para tener una mejor idea de lo que significa la minería para el Perú y nuestra economía, es necesario señalar que representa el 10% del PBI, siendo una de las tres actividades que forman parte del sector primario, el cual a su vez representa el 20% del PBI. Mencionar estos datos resulta muy importante para poder asimilar el rol que juega la minería dentro de un plan nacional de sostenibilidad.

Sin embargo, el papel desempeñado por el sector minero en el Perú con respecto al medio ambiente y bienestar social en los últimos años no solamente es vergonzoso, sino también un detrimento para la humanidad. Mencionaré únicamente algunas de las consecuencias puntuales ocasionadas por la minería ilegal en Madre de Dios, y por una de las minas de oro más grandes del mundo. Entre febrero del 2017 y junio del 2019, la minería ilegal ocasionó la deforestación de 1,363 hectáreas en nuestra Amazonía.

En Madre de Dios, cerca de 400 toneladas de mercurio fueron desechadas en ríos y el medio ambiente de ese departamento, causando que más del 40% de la población haya ingerido niveles muy peligrosos.

El poblado de La Pampa, en el distrito de Inambari, Madre de Dios, no existía en nuestro mapa político hasta el año 2007. En el 2019, llegó a ser un poblado de más 25,000 habitantes, dedicados a la minería ilegal y actividades afines, como la prostitución clandestina y la trata de personas, en su mayoría niñas menores a los 12 años de edad. Esto obligó al Departamento de Estado de los Estados Unidos, a incluir al Perú en su Reporte Anual Sobre Trata de Personas. Una de las minas de oro más grande del mundo emite un reporte de sostenibilidad anual, donde hacen hincapié de muchas iniciativas en beneficio del medio ambiente y la comunidad. Sin embargo, las serias acusaciones de violaciones al medio ambiente, comunidades aledañas, y protestas en su contra, no cesan. Todo esto, acompañado de evidencias contundentes.

Aunque hayan transcurrido más 20 años desde el lanzamiento del documental Choropampa, El Precio del Oro, poco ha cambiado en el Perú con respecto a la participación de la minería en lograr avances importantes en la lucha contra el cambio climático y bienestar social en nuestro país. Sin embargo, veo con optimismo la iniciativa de una de las compañías mineras más importantes de nuestro país, de haber iniciado el proceso de implementación de los Principios de Minería de Oro Responsable, marco diseñado e impulsado por el World Gold Council.

El gobierno actual tiene la responsabilidad de asumir las riendas de iniciativas en favor del medio ambiente y bienestar social, implementando estrictas medidas regulatorias en el sector minero.







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