La educación debe ser un eje central para el desarrollo de un país. Sin embargo, la pandemia por la COVID-19 ha evidenciado las desigualdades en su acceso y las flaquezas del sector, especialmente en países de la región.
Un informe del Banco Mundial aborda la crisis que se vive en el sistema educativo a partir de los efectos que trae consigo la crisis sanitaria. Los hallazgos dejan más de una preocupación en relación al trabajo que vienen realizando los gobiernos.
Según se lee, se calcula que en el mes de abril del año pasado 1600 millones de menores dejaron de ir a sus escuelas. Un gran porcentaje proviene de América Latina y el Caribe, siendo más de 170 millones el número de escolares que vivieron esta situación.
De acuerdo al documento, en la actualidad se experimenta una doble crisis: la sanitaria y la económica. Precisamente, son estos dos aspectos los que han generado “la mayor disrupción en la historia del sector educativo en la región, llevando al cierre masivo de escuelas en todos los niveles educativos”.
Si bien es cierto que medidas como las clases virtuales intentan compensar la falta de un aprendizaje presencial, para los especialistas del Banco Mundial no son suficientes cuando se habla de calidad académica. Sus estimaciones indican que la “pobreza de aprendizaje” podría crecer en más del 20% al culminar la etapa de educación primaria en los alumnos.
“Todos los países deberían actuar ya mismo para asegurarse que las escuelas estén listas para reabrir de manera segura y eficaz a fin de acelerar el proceso de recuperación de los dramáticos efectos de la pandemia”, precisa el estudio.
El hecho de que no se cuente con la preparación adecuada antes de la educación secundaria es grave. Y es que, según el organismo, dos de cada tres estudiantes de América Latina y el Caribe podrían no presentar los rendimientos mínimos esperados, lo que afecta a la vez a la competitividad de los países.
“Con un cierre de diez meses, un alumno promedio de la región que actualmente asiste a la escuela podría perder 23.628 dólares de ingresos a lo largo de su vida, equivalentes a 1.313 dólares de ingresos anuales”, dice el informe.
Por otro lado, el retroceso en términos educativos es uno sin precedentes, a tal punto de que los sistemas de enseñanza pueden verse de regreso a los años 60. A las consecuencias económicas, también se añadirían algunas correspondientes al capital humano y a la productividad.
“Se espera que las pérdidas de aprendizaje se traduzcan en costos económicos agregados por ingresos no percibidos por un total de 1.700 millones de dólares, considerando un cierre de escuelas de diez meses”, finaliza el informe.