Fiel a su estilo, Jesús Salazar fue claro al expresar que el ámbito de la cultura es vital para empezar a entender verdaderamente el modelo de economía circular que desde el Estado debería de promoverse, involucrando no solo al sector empresarial, sino también a la sociedad civil.
POR MARCO MINAYA
mminaya@stakeholders.com.pe
¿En qué situación nos encontramos cuando hablamos de economía circular?
Como Sociedad Nacional de Industrias (SIN), hemos expresado nuestra posición clara respecto de lo que es la economía circular en las industrias, considerando a este modelo la única vía que hará del sector una gestión más sustentable y sostenible en el tiempo. En ese sentido, la SNI ha creado una Comisión de Economía Circular que tengo la suerte de presidirla.
En esta comisión, estamos varias empresas industriales representativas del sector papel, plástico, vidrios, metalmecánicos, textiles, entre otros. Estamos evaluando la viabilidad de hacer sustentable este modelo, por ejemplo, bajo el rediseño del producto dentro de la cadena de valor, porque, en primera instancia, la responsabilidad recaería en cómo diseñar productos más ecoamigables con el medio ambiente, y que tenga en consideración todo el ciclo de vida del producto, desde el reciclado hasta la reutilización del mismo.
¿Cómo piensan promover este modelo de economía circular con las empresas en general?
Estamos desarrollando iniciativas internas a nivel de comisión para integrar a toda la sociedad civil en este tema. En agosto tendremos un evento en el que explicaremos algunos casos de éxito de industrias que se encuentran trabajando en materia de economía circular. Considerando el rol que tiene el Estado en este asunto, conversé con al presidente de la Comisión de Producción del Congreso, lo cual expresó que se encuentra en desarrollo un proyecto de ley que tenga como eje principal la economía circular. Todos nos estamos moviendo desde distintos ámbitos, sea público o privado.
La industria seguirá apostando por este modelo, sin embargo, cabe precisar que la promoción del mismo pasa por un tema cultural. Una empresa puede cambiar su producto hacia un diseño más ecoamigable, pero si ese producto va a terminar como cualquier otro en el tacho de basura o en el mar, va seguir contaminando. A raíz de un evento que tuvimos con la participación del Ministerio del Ambiente (Minam) y el Ministerio de la Producción (Produce) en la que participé en la sección de economía circular, concluimos que el aspecto cultural es un objetivo a trabajar a largo plazo.
No se trata de imponer una ley que te obligue a hacer algo que no sea lo más adecuado para el sistema como sucede con el caso del plástico. Lo más fácil es prohibir la producción del plástico y pensar que el problema se ha eliminado. No es correcta esa postura. Hoy podemos hablar del plástico como un problema, pero mañana puede ser otro problema.
En ese sentido, ¿cómo generamos una cultura de reciclado?
Sucede como en cualquier empresa, la cultura siempre cae de arriba hacia abajo. Considero que el Estado debería tener una iniciativa propia. No solo basta con crear una ley y empezar a prohibir o multar como está sucediendo con las escalas de multas por el uso de bolsas. Sugerí que en vez de sacar una ley y poner unas tasas altas de multa, por qué no desarrollar un proceso de transición y juntos empezar a generar una cultura del reciclaje. Esto es necesario si consideramos que las industrias en nuestro país son muy informales, teniendo en cuenta que el 50 % de la producción plástica que está en el mercado es informal. Este escenario no es controlado por nosotros y ni por el Estado. Entonces, ¿para qué estamos legislando? ¿Para solamente un sector formal? ¿Quién lo controla? ¿Quiénes se mueven en este escenario?
Aparte de considerar la informalidad como un gran problema en la promoción de la economía circular, ¿qué otras barreras existen al respecto?
Sin duda alguna, el aspecto cultural. Deberíamos trabajar este punto, ya que no se resuelve a corto plazo. Como anécdota te puedo comentar lo siguiente: yo presido un Comité de Normalización en el Instituto Nacional de la Calidad (Inacal). Cuando estuvimos normalizando un producto de plástico, propuse que en el reglamento, es decir, en la norma técnica se incorporaran productos fabricados con material recuperado. La principal institución que también tiene representación en el comité, quien era el principal comprador de esos productos, se opuso rotundamente, alegando que al incorporar material reciclado en el producto, nadie podía garantizar la calidad del mismo ni mucho menos la durabilidad.
Esta anécdota evidencia la falta de cultura que existe en materia de reciclaje. Al final, solo salió el producto con insumos vírgenes. Entonces, si nosotros como consumidores alentamos a quienes trabajan con materiales reciclados, es como premiar su labor, empezando a generarse el ciclo de economía circular. Si sucediese lo contrario, simplemente nos quedaremos con la idea de que un producto reciclado es malo, por ende, de baja calidad. Entonces, no podremos alentar a los productores. Es un deber involucrar a todos dentro del círculo que engloba la economía circular.
¿Este escenario permite entender que existe un desconocimiento o existen otras razones de por medio?
Es una suma de todas las partes. Sin duda, existen también intereses de por medio. A los grandes comercializadores de materias primas, tampoco les gustará mucho esta idea. Definitivamente, cuando uno habla del modelo de economía circular va a afectar muchos intereses, desde el mismo Estado y también a los propios productores, porque para una empresa en general es más fácil usar materia virgen, pero mi responsabilidad social me lleva a rediseñar un producto que saque al mercado.
Por ejemplo, si mi costo del producto va subir, pues como industria tengo derecho de decirle al Estado que si voy a considerar este aumento de precio, tienes que ofrecerme algún tipo de aliciente, como por ejemplo bajarme un punto en la renta, pero se tienen que dar las condiciones para que todos estemos beneficiados.
En este contexto, ¿qué rol debe cumplir el reciclador?
Por parte del reciclado, no puede ser considerado el eslabón más débil del sistema, sino el principal. Es necesario brindarle todos los beneficios para que consiga ser formal. Que cuente con un mejor sueldo, que tenga un representante, etc. Los gobiernos locales son los principales actores representantes del Estado, ya que ellos ven directamente la recolección y administración de la fuente.
Si todos los actores brindan su cuota para aportar hacia un modelo de economía circular, obtendríamos mayores avances. Este punto no entiende aún el Minam y simplemente desea hacerlo todo a través de una ley, un reglamento, una orden, de forma impositiva.
Desde la perspectiva del sector privado, tiene una responsabilidad social que cumplir, pero no creo que se les deba obligar a hacer un trabajo se segregación con el gobierno local, ya que para eso están las instituciones públicas, representantes locales, entre otros. Existe todo un sistema para esas funciones. Evidentemente que uno puede colaborar, ayudando a sensibilizar a la ciudadanía en general, pero que lo normen u obliguen bajo un reglamento a coordinar con el alcalde distrital para poder hacer la segregación me parece que allí la ley ha perdido sentido.
Dicha ley está convirtiéndose en una herramienta de presión, de castigo que se limita a generar una mayor concientización cultural, que justamente es lo que nos hace falta. Se conseguirá un modelo más sustentable cuando todas las partes involucradas ganen. De lo contrario, si algún eslabón de la economía circular se cae, pues no se gana. Una empresa tiene mucha responsabilidad social, pero si se empieza a perder dinero, pues simplemente se cerrará la empresa. Si el reciclador no gana con esto, va tener que renunciar a su trabajo y buscar otro tipo de empleo, haciendo que el eslabón más importante se vuelva informal.
Entonces, ¿hace falta un plan estratégico nacional de economía circular?
Sí, que sea integro. Sucede que no estamos viendo la economía circular como una política nacional, ni mucho menos como una cultura nacional. Por efecto contrario, lo percibimos como un problema de plástico de un solo uso o, concretamente, a la recolección de los residuos sólidos. Esto resulta un enfoque muy aislado de la verdadera dimensión por la cual debería ser considerada.