Por: Jorge Melo-Vega Castro
Presidente de Responde
La democracia no es sinónimo de consulta ciudadana o de elecciones, sino de instituciones sólidas y transparentes, bien gobernadas y enfocadas en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Es así como la democracia representativa se ha consolidado en el mundo, eligiendo a los mejores administradores para que se hagan cargo de las instituciones y logren hacerlas eficientes. Dicho esto, lo menos democrático es que se consulte directamente a los ciudadanos las decisiones trascendentes; porque hacerlo le resta legitimidad a su elección – la representación- devolviéndosele el mandato y la responsabilidad otra vez al ciudadano. Es como si se intentara gobernar en base a encuestas y el responsable deja de tomar las decisiones difíciles e impopulares y aprueba únicamente lo que le gusta a la gente. Suena bien en el discurso, ya que esa actuación cumple con la voluntad popular, pero
no nos engañemos: eso es populismo y es lo más alejado de lo que demanda una auténtica democracia. La realidad nos demuestra que las consultas populares o referéndum de los últimos años no han sido lo mejor que les ha ocurrido a sus sociedades: Chávez en Venezuela hizo cuatro referéndum para consolidar su modelo populista y autoritario; en el Reino
Unido se impulsó el Brexit en el 2016 para desvincularse de la Unión Europea y ahora quieren dar marcha atrás por la dificultad que supone hacerlo realidad; en Grecia, el 2015, se hizo uno para rechazar el plan económico europeo propuesto para salir de la crisis y fue mayoritariamente aprobado, pero igual se aplicó el plan porque de otra manera Grecia era inviable; en Colombia, el 2016, se convocó a consulta para aprobar el Plan de Paz y fue rechazada; y para poner la cereza, en el Perú se aprobó la Constitución de 1993 mediante referéndum, esa misma constitución que aspiran derogar, precisamente, los grupos que aplauden la democracia directa. Lo que viene demostrando la consulta popular en Europa, no así con las elecciones representativas, es que los votantes se inclinan por las opciones más populistas, fundamentalmente nacionalistas, en las que aflora lo más primitivo de las personas. Ese comportamiento probablemente es más drástico en Latinoamérica debido al escaso desarrollo de la ciudadanía. De allí entonces que en los mismos postulados de
la institución del referéndum no se pueda consultar a la población los temas tributarios ni la reducción de los derechos fundamentales, precisamente porque se da por
descontado que los votantes se inclinarían por eliminar los impuestos o imponer la pena de muerte, allí donde ya haya sido abolida. Suiza por algo es Suiza. Sinónimo de una óptima institucionalidad en la que sus ciudadanos no recuerdan quién es su presidente ese año, porque ese cargo rota anualmente entre los miembros de un cuerpo colegiado elegido por el parlamento. Su modelo democrático funciona, las personas militan la ciudadanía y por eso también es escasa la policía porque no necesitan de una autoridad que haga cumplir la ley: ellos se autorregulan. Entonces, los suizos sí pueden practicar la consulta ciudadana regularmente y con resultados eficientes, debido a que entienden su sostenibilidad; precisamente, una de sus últimas consultas fue para rechazar el incremento del sueldo mínimo vital. ¿Cuál hubiera sido el resultado en el Perú?.