La región de América Latina y el Caribe registró un episodio de formalización del empleo en años recientes que mejoró las condiciones laborales de unos 39 millones de trabajadores, pero aún así queda mucho por hacer para conseguir bajar la elevada tasa de informalidad, que en la actualidad ronda el 53% según datos de la OIT difundidos hoy en la capital peruana.
Un nuevo estudio de OIT presentado este martes en Lima plantea a los países de la región la necesidad de repensar las políticas de formalización y aplicarlas en el marco de enfoques integrados sostenibles en el tiempo, de abordar los cambios que registra el mundo del trabajo en las formas de producción y empleo incluyendo las nuevas formas de informalidad, y de lograr mayores tasas de crecimiento económico.
El documento sobre “Políticas de formalización en América Latina y el Caribe” reunió evidencias sobre políticas y estrategias de formalización y sus resultados, con la participación de 34 especialistas. Los aportes abarcan 17 capítulos en los cuales se busca identificar los resultados y las limitaciones que ha registrado la transición a la formalidad en América Latina y el Caribe.
“En general se encuentra que los impactos del crecimiento y de los cambios en la estructura económica sobre la formalización tienden a ser mayores que los de las intervenciones institucionales”, comentó el Director de la OIT para América Latina y el Caribe, José Manuel Salazar-Xirinachs, quien es coeditor de este estudio.
Por otra parte, explicó, “los mejores resultados provienen de experiencias donde se combinan crecimientos y transformaciones económicas aceleradas con intervenciones institucionales y de política integradas”.
La tasa de informalidad de 53% para América Latina y el Caribe implica que cerca de 140 millones de trabajadores están en estas condiciones.
“Estos trabajadores no están cubiertos por la legislación laboral, ni por la seguridad social. Muchos están expuestos a condiciones de trabajo inseguras, sus oportunidades de formación son casi inexistentes, sus ingresos suelen ser irregulares y más bajos, las jornadas laborales son más extensas”, comentó Salazar.
El estudio destaca que la reciente experiencia de formalización, entre 2005 y 2015 se produjo en un contexto de crecimiento sostenido en la región, que en algunos casos estuvo sumado a múltiples intervenciones de política. En un contexto de crecimiento menor, como el de los últimos años, la formalización requiere de estrategias más focalizadas e integradas.
“Los resultados más alentadores se han dado allí donde ha habido múltiples iniciativas, que en la práctica se fueron aglutinando progresivamente, y donde se sostuvo esta visión de políticas en el tiempo, incluso más de una década”, sostuvo el especialista en empleo de la OIT, Juan Chacaltana, quien es el coeditor de la nueva publicación.
Chacaltana recordó que los hacedores de política enfrentan en la informalidad “un fenómeno complejo, heterogéneo y multidimensional”.
La nueva publicación de la OIT sobre formalización plantea que el primer desafío para los países de la región es contar con enfoques integrados sostenidos en el tiempo, en vez de realizar esfuerzos aislados que resultan pequeños y de corta duración.
En segundo lugar considera esencial ir más allá del mercado de trabajo para apuntar hacia el logro de un crecimiento más robusto, y sugiere que las políticas de desarrollo productivo constituyen un mecanismo para apuntar hacia un crecimiento más alto, sostenido, inclusivo y además más efectivo en la generación de empleos formales.
En tercer lugar, hay que encontrar mecanismos para abordar las nuevas formas de producción y de empleo, lo cual incluye actuar contra las nuevas formas de informalidad que se pueden detectar en los mercados laborales.