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El apoyo a la democracia y la satisfacción con la democracia en Latinoamérica son del 53 % y 30 %, respectivamente, según el Latinobarómetro. Por otro lado, la confianza en el Gobierno, en el Parlamento y en el sistema partidista puntúan un 25 %, 22 % y 15 %. Entretanto, la percepción de la corrupción marca un promedio de 7,1 de 10.

Por Rudy Chávez
rchavez@stakeholders.com.pe

La participación ciudadana en América Latina navega entre la desconfianza y la corrupción. Según el Latinobarómetro 2017, el apoyo a la democracia y la satisfacción con la democracia en Latinoamérica son del 53 % y 30 %, respectivamente. Por otro lado, la confianza en el Gobierno, en el Parlamento y en el sistema partidista puntúan un 25 %, 22 % y 15 %. En tanto, la percepción de la corrupción promedia un 7,1 de 10.

Felipe Portocarrero, jefe del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad del Pacífico (UP), afirmó que este escenario inquietante proyecta la desconfianza que tiene la ciudadanía latinoamericana sobre su propia institucionalidad.

«Esto se trata de un fenómeno recurrente. La gente se decepciona de su institucionalidad cuando percibe que esta no le atiende y, por ello, la termina rechazando», explicó.

Portocarrero manifestó que cuando el encargado de hacer cumplir la ley la transgrede sistemáticamente, la ley de la selva se impone.

«Por esta razón, en América Latina el político es percibido como un oportunista transgresor de la ley que utiliza el poder para su propio beneficio en detrimento de la población. En este contexto, la democracia se envilece y deja de ser un mecanismo para gestionar la conflictividad», expresó.

Por su parte, Bernardo Toro, responsable de la Estrategia País para la Fundación Avina en Colombia, aseveró que la confianza está relacionada directamente con el cumplimiento de la palabra empeñada.

«La credibilidad y la confiabilidad de una institución radican en el respeto de la palabra empeñada, por lo que su incumplimiento representaría un acto contrario a ello», precisó.

Toro subrayó que en América Latina hace falta una educación útil y de buena calidad, un sistema de justicia transparente y eficaz, y un Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) que generen equidad para construir confianza y, con ello, reducir el alto nivel de desafección cívica de la región.

«Por ello, resulta una ingenuidad hacer una campaña para generar confianza, porque esta se construye y se conserva día a día por medio del cumplimiento de una promesa realizada», detalló.

Felipe Portocarrero, jefe del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas de la UP.

Participación ciudadana en América Latina, Norteamérica y Europa

Para Portocarrero, la participación ciudadana en Latinoamérica se ve influida por un puzle heterogéneo: el tipo de colaboración entre el sector público y la sociedad, el tamaño de la estructura organizativa estatal, la magnitud del dinero que maneja, el profesionalismo de su administración pública y su eje de acción.

«En este sentido, México, Brasil, Chile y Argentina cuentan con el mayor nivel de participación ciudadana en la región, lo cual ha provocado que el mexicano, el brasileño, el chileno y el argentino tengan un mayor grado de influencia sobre el contenido de su agenda nacional», precisó.

Asimismo, aseguró que el alto nivel de la participación ciudadana en un Estado desarrollado como EE.UU. o la Unión Europea (UE) reduce la desconfianza y le dota de mayor fluidez al mercado.

«Esto ofrece una gran posibilidad para el diseño de una estrategia de cooperación para el largo plazo, aunque Latinoamérica todavía no ha hallado este camino de convergencia y colaboración entre el sector público, el sector privado, la academia, la sociedad civil organizada y la ciudadanía», detalló.

A su turno, Toro aclaró que aumentar la participación ciudadana en América Latina implica incrementar el nivel de organización del sector informal mediante una inversión que fortalezca la organización primaria con base en la comunidad y la zona urbana.

«En Latinoamérica no se está invirtiendo como se debe en la modernización de la organización del Estado. En un contexto como este, vale la pena recordar la famosa premisa que formuló Alexis de Tocqueville en La democracia en América (1835), es decir, que la clave del éxito de un Estado está en cómo se organiza», anotó.

También explicó la diferencia entre la participación ciudadana en Norteamérica, Europa y América Latina.

«El Estado norteamericano y casi el íntegro de Europa, a diferencia de cualquier Estado latinoamericano, no le tienen miedo a la organización de la gente: la facilitan, la valoran y la propician, porque saben que es la mejor forma de articular la diferencia, facilitar la convivencia, formular una política pública, aumentar la productividad y el deseo de vivir», señaló.

Una reciente investigación dirigida por Ignacio Irarrázaval para el caso chileno («Aportes, desafíos y realidad de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) en el Chile actual», 2018) puede dar una pista del orden general en cómo debería ser repensada la promoción de la participación ciudadana en la región. De acuerdo a Irarrázaval, para promover la participación ciudadana no solo habría que dotar de una mayor flexibilidad al marco jurídico utilizado para la constitución de una organización de la sociedad civil, sino que también habría que digitalizar el sistema de registro para conseguir una identificación adecuada y una actualización ordenada de cualquier documento relativo a su personalidad jurídica y objeto social.

Bernardo Toro, responsable de la Estrategia País para la Fundación Avina en Colombia.

Participación ciudadana en la UP y Avina

¿Quién debe intervenir para fomentar y facilitar la participación ciudadana? Para elevar el nivel de la participación ciudadana, el sector público, el sector privado, la academia, la sociedad civil organizada y la ciudadanía deben trabajar de la mano. El sector público no puede gobernar prescindiendo de este elenco.

En este contexto, Portocarrero afirmó que la UP es una institución pionera y líder en investigación y desarrollo en participación ciudadana y responsabilidad social (RS) en el Perú.

«La participación ciudadana y la RS forman parte de la filosofía institucional de la UP, filosofía que orienta su quehacer a la docencia, la investigación, la extensión y la gestión social y sostenible», indicó.

Además, explicó que el modelo educativo de la UP se sintetiza en el estudio y la investigación dentro de un marco de pensamiento crítico, desarrollo de una comunicación efectiva y la importancia del trabajo en equipo.

«El estímulo de la capacidad de liderazgo y la formación de una ciudadanía socialmente responsable conforman un desafío para una universidad que ha hecho de la participación ciudadana y la RS una marca distintiva de su identidad», arguyó.

En tanto, Toro recalcó que Avina busca promover y desarrollar en América Latina su proceso colaborativo orientado a la dignidad humana y al cuidado del ecosistema por medio de la participación ciudadana y la RS.

«Avina ha identificado una oportunidad de cambio para que la región diseñe y se comprometa a cumplir una agenda colectiva de renovación e impacto en favor de la dignidad humana y el cuidado del planeta vía la participación ciudadana y la RS», alegó.

Por último, dijo que la participación ciudadana y la RS conforman un camino para concretar este proyecto de desarrollo sostenible que tiene Avina para la región, proyecto que tiene como centro la consecución de una vida digna y un ecosistema limpio.

«Avina busca permanentemente una oportunidad de cambio a nivel regional, por lo que su acción siempre buscará contribuir con el logro de la sostenibilidad», concluyó.

 

 







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