Por Stakeholders

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Recientemente se ha reabierto el debate sobre la posibilidad de establecer nuevos porcentajes a las regalías que ya vienen pagando las empresas mineras, sea de manera directa o a través del denominado “Aporte Voluntario”, pero ¿éste será el debate sustantivo que requerimos todos los peruanos?

Definitivamente no, el debate que requiere el país es conocer cómo vamos a hacer para que los recursos minerales propicien el desarrollo del Perú. Hay quienes argumentan que existirían nuevas condiciones del mercado internacional para justificar la elevación de dicho tributo y resaltan lo sucedido en Australia y Chile, ¿acaso estamos en similares niveles de desarrollo a los alcanzados por dichas naciones?

Para compensar tal desequilibrio, el Perú tiene que mantener una política de atracción de capitales mucha más agresiva que la planteada por dichas naciones, pues si evaluamos los niveles de inversión per cápita que recibió nuestro vecino del sur, desde 1980 a la fecha, y los que recibimos nosotros en términos reales, percibiremos el notorio desbalance.

En el Perú tenemos que continuar el “atajo” del crecimiento sostenido e inclusivo. Tengamos presente que la minería es la única actividad económica que suele desarrollarse exitosamente por encima de los 3 mil metros sobre el nivel del mar y que, para llevarse a cabo, necesita contar con infraestructura básica (carreteras, líneas de alta tensión, comunicación, agua, desagüe, etc.) que hagan posible el aprovechamiento de un yacimiento y, de paso, ponen al servicio de las comunidades del entorno vías de comunicación que de otra manera difícilmente podrían concretizarse.

Que los precios de los metales han generado una alta rentabilidad a las empresas mineras es obvio, pero ello no es motivo/razón para cambiar las reglas de juego, sobre todo, cuando el sector ha respondido con nuevas exploraciones y proyectos de ampliación en casi todas sus actuales unidades de operación, así como la disposición a llevar a cabo nuevos proyectos, los que directamente comprometen más de 43 mil millones de dólares de inversión y otros 8 mil millones de dólares en generación eléctrica que satisfaga la demanda de estos.

En concordancia con lo mencionado, el sector minero ha tenido éxito en hacer que el Perú sea atractivo y ello se muestra en el hecho de que la mayor riqueza generada no responde únicamente a mejores precios, sino a que se ha producido un aumento significativo en la producción de metales, por encima del promedio del Producto Bruto Interno (entre 1990 y el 2009, el PBI minero creció 260%, mientras que el PBI nacional lo hizo en 135%).

Cuando el Estado aún no está en capacidad de invertir los recursos que genera la actividad privada -principalmente la proveniente del sector minero-, en proyectos de desarrollo que satisfagan las expectativas de la población menos favorecida de nuestra sociedad, mal haríamos en pretender confiarle mayores sumas de dinero que, en uno de sus extremos, correrían el riesgo de un uso negligente y hasta caer en manos de la corrupción.

Lo que debemos debatir es el establecimiento de una prelación que deben seguir las obras de infraestructura de los gobiernos locales y regionales que gozan de los beneficios generados por la actividad minera, como puede ser: saneamiento básico para la población de su entorno, electrificación, vías y sistemas de comunicación, entre otros, que hagan que la población sienta el positivo impacto de la minería.

En el desarrollo del conocimiento científico, los montos destinados a las universidades nacionales de las regiones mineras, que suman más de S/. 1,000 millones, deben ser asignados a través de un sistema de fondos concursables –a los cuales podrán acceder en asociación o no con universidades privadas, pues de lo que se trata es que hagan investigación aplicada en el ámbito de sus circunscripciones. Esto dado que el conocimiento es lo único que verdaderamente garantiza sostenibilidad a futuro.

Quizás el aporte más trascendente que puedan hacer las mineras en la segunda etapa del “Programa Minera de Solidaridad con el Pueblo” sea el de convocar a las mentes más preclaras del país para que propongan planes de trabajo concreto, los que deben ser puestos a disposición de las nuevas autoridades locales, regionales y nacionales.

En el país hay que aprovechar nuestra potencialidad geológica para lograr el ansiado desarrollo y la inclusión social, propongámonos una meta, convertir al Perú en el Hub Minero de Sudamérica, desarrollando una industria manufacturera que satisfaga la demanda de este promisorio sector económico, la minería.

Por: Guillermo Vodalón Pino

Jefe de Relaciones Públicos de Southern Perú







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