
Conseguir lo que anhelamos es el sueño de todos; sin embargo, a quién no le ha ocurrido que ha descubierto algunos aspectos personales que entorpecen sus planes y se tornan repetitivos y a veces poco manejables. Las personas nos desarrollamos en una constante interacción con el entorno, por lo que no podemos eludir las situaciones a las que nos encontramos expuestos naturalmente. Estas van desde la concepción o la relación que establecemos en los primeros años de nuestra vida con nuestros padres o cuidadores, las relaciones familiares, hasta las vivencias de situaciones como accidentes, fenómenos naturales, etc.
Estos hechos de la vida cotidiana influyen en nuestra percepción del mundo y por tanto en nuestras formas de relacionarnos, expresarnos, sentir y comportarnos. Es precisamente en los comportamientos o sensaciones que se hacen evidentes las limitaciones que presentamos para alcanzar el éxito que anhelamos. Un ejemplo común es cuando nos enojamos a pesar de que sabemos que no debería ser así, sin embargo, este comportamiento se repite constantemente sin saber cómo remediar esta situación.
Niños y Adolescentes
Cuando uno es niño posee ciertas herramientas para hacer frente a situaciones que se puedan presentar; sin embargo, cuando estas implican un gran estrés pueden generar una suerte de impactos emocionales importantes, que se asocian a creencias erróneas respecto de sí mismo; ya que en tales circunstancias tanto el entorno y como uno tiende a buscar razones o porqués, terminando, muchas veces, con una idea “rudimentaria” propia de un pensamiento infantil, respecto a nosotros, generando etiquetas o calificaciones de tal forma que en próximas situaciones similares esto aparecerá velozmente a través de similares sensaciones y recordándonos a nivel inconsciente “lo incapaces” que se supone, somos de hacerlo.
Por ello, es importante que en los colegios y en las Escuelas de Padres se haga de conocimiento el papel fundamental que juegan los padres en torno a la vida emocional actual y futura de sus hijos. Para ello, es vital tomar en cuenta que la tendencia de ser demasiado flexibles con los hijos y no exigirles nada puede ser negativa ya que cuando crecen y deben salir de casa la sociedad les hace demandas que ellos pueden sentir mayores a sus posibilidades y por lo tanto sentirse frustrados y dudar de sus deseos de mayor independencia.
Los chicos deben tener responsabilidades, ya que la autoestima no se construye porque el padre le dice que es bueno solamente, sino porque la persona puede darse cuenta que sabe y es capaz de hacer las cosas.
Adultos
Los adultos no se ven exentos de enfrentarse con situaciones de estrés que escapan de su posibilidad de manejo, como por ejemplo un accidente fatal, una pérdida importante, etc. Estás también pueden ser desencadenantes de perturbaciones que alteran la vida de la persona en menor o mayor medida, dependiendo de los recursos que ha desarrollado la persona en su vida. Como es evidente, no todos desarrollamos las mismas habilidades, pero si nos encontramos en la posibilidad de mejorarlas. Hablar de manera desenvuelta frente al público sin sentirse mal, sentirse satisfecho con las cosas que se hace, controlar nuestra ira, sentirnos seguros al tomar decisiones, son algunos de los aspectos a los que las personas pueden aspirar para mejorar su vida tanto personal como profesional.
Es importante que los jóvenes y adultos sepan que es posible trabajar con estas barreras o limitaciones, en Perfil, se trabaja con un taller que se denomina Superación de Barreras del Éxito, el cual contribuye a lidiar con esos comportamiento, perturbaciones que no nos permiten crecer como deseamos, convirtiéndose entonces en esas barreras que impiden nuestro éxito.
Por: Gisela Medina Soto (gmedina@perfil.com.pe)
Consultora Organizacional de Perfil