Existe un debate mundial que pone en tela de juicio la efectividad de las tareas en la educación. Los argumentos a favor y en contra, son bastante variados y dignos de análisis y reflexión.
Por: Chriss Ríos
crios@stakeholders.com.pe
Contexto
La educación es la base del desarrollo humano. A lo largo de los años, se han suscitado diversos debates en el Perú en torno a este trascendental rubro de la sociedad, sin embargo, hay uno que en la actualidad vuelve a ponerse sobre el tapete y que afecta directamente la vida cotidiana de nuestros niños y jóvenes: las tareas escolares. ¿Realmente ayudan a un óptimo desarrollo estudiantil? La sociedad actual aún no logra coincidir cuando se trata de responder esta gran disyuntiva.
Distintos estudios alrededor del mundo han revelado que hay mayor comprensión en los trabajos realizados dentro del aula, y que los deberes encargados para la casa quitan a los alumnos tiempo valioso para desarrollar otras actividades muy importantes para su crecimiento. El carácter de los estudiantes también estaría en riesgo, dado que estudiar debe considerarse un hábito que se disfruta por el hecho de aprender cosas nuevas, no asociarse con obligaciones que molestan, tensionan y/o aburren. De esta forma, se les estaría condicionando a rechazar el aprendizaje y el conocimiento.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), mediante sus representantes en la Organización de Naciones Unidas (ONU), hizo un pedido público para eliminar las tareas escolares de los sistemas educativos registrados del mundo. Sin embargo, los sustentos al respecto siguen siendo variados y, en muchos casos, opuestos.
A favor
El sustento de la gran mayoría de especialistas a favor de la permanencia de las tareas dentro del sistema educativo convencional, se apoya en las siguientes premisas:
- Los deberes diarios crean hábitos de trabajo y esfuerzo personal. Desarrollan la disciplina y la responsabilidad.
- Padres e hijos se conectan a través de las tareas. Gracias a éstas la familia se involucra en la educación de sus hijos y estimula el aprendizaje, en acción conjunta con la escuela.
- Lo aprendido en el aula se ve reforzado y contextualizado, estimulándose el razonamiento y la memoria.
- El manejo complementario de tecnologías de información es estimulado.
- La relación con el entorno, fuera del colegio, se ve reforzada. Por ejemplo, visitas a museos, bibliotecas, exposiciones.
- Se fomenta la autonomía al posibilitar que el alumno aprenda a trabajar solo, desarrollando su capacidad de organización e independencia.
- Se promueve la interacción y compañerismo, pues los alumnos se piden ayuda a través del celular, la Internet o reuniones presenciales.
En contra
Por su parte, los especialistas detractores de los deberes para la casa, en la mayoría de los casos alegan lo siguiente:
- Las tareas escolares crean tensiones y conflictos entre padres e hijos. La falta de tiempo libre para dedicar a los hijos, muchas veces genera un ambiente familiar totalmente negativo.
- El tiempo para la recreación, esparcimiento y tareas domésticas se ve restringido. Estos elementos también contribuyen considerablemente al desarrollo personal y están siendo relegados.
- El abuso de tareas y su acumulación provoca que muchos escolares se desmotiven y tengan una fatiga extra al cansancio acumulado de su jornada diaria, por lo cual su rendimiento no será el óptimo.
- Gran parte de tareas se basa en aprendizaje de textos y ejercicios memorísticos, lo cual está lejos de la cultura audiovisual en la que esta generación se desenvuelve mucho mejor.
- Se causan desigualdades sociales al evidenciar el nivel socioeconómico y cultural de la familia y su entorno. Mientras algunos padres recurren a clases particulares o academias para sus hijos, otros tratan de ayudarlos como pueden desde casa, algunas veces sin tener el nivel educativo óptimo para esa labor.
Estudio Cooper
Una profunda investigación al respecto liderada por Harris Cooper, psicólogo y docente de la Universidad de Duke (Estados Unidos), podría tener la respuesta más acertada ante esta disyuntiva. “El exceso de tareas resulta contraproducente, pero una cantidad adecuada y bien planeada en términos pedagógicos resulta altamente positiva para la formación de los niños”, concluyó. Esta frase ha sido tergiversada muchas veces, haciendo que solo se recalque la idea de que “las tareas resultan contraproducentes”. Por ello, lo óptimo es conocer las ideas en su totalidad.
Para Cooper, quien estudia el tema desde 1989, la realización de tareas no solamente es importante para reforzar habilidades aprendidas durante la jornada escolar, sino que enseña al alumno a manejar sus tiempos, a desarrollar métodos de estudio y aprendizaje. Además de conectar a los padres con la formación de sus hijos. “Todos los niños deberían hacer tareas. Sus beneficios son enormes como para ignorarlos”, afirmó categóricamente. Sin embargo, es esencial establecer un parámetro, el cual calcule el tiempo que los alumnos deben dedicar a los deberes por las tardes.
Este parámetro es conocido como “la regla del 10”. El grado escolar que cursa el niño o adolescente debe ser multiplicado por 10, el resultado es el tiempo en minutos que debe destinarse a los deberes domiciliarios. Por ejemplo, si un alumno cursa el tercer grado de primaria, tiene que dedicar en promedio 30 minutos. Así sucesivamente conforme avance en grados escolares. “Si la tarea es planeada de esta manera, representa una parte fundamental en el desarrollo de los estudiantes que les servirá para toda la vida», enfatizó Cooper.
Para concluir
¿Eliminar las tareas escolares del sistema educativo o no? He ahí el dilema. Al margen de lo que pueda o no establecer un sistema, son los padres de familia los que determinarán en gran medida el desarrollo y los buenos hábitos de sus hijos, ya sea con la presencia o ausencia de tareas. Quizás lograr un punto medio entre ambos extremos y fijar una dosis de deberes proporcional a su grado académico (como postula el profesor Cooper), sea lo más conveniente. Finalmente, cada uno es libre de sacar sus propias conclusiones y lo más importante es no olvidar que, si se trata de la educación de los hijos, ningún tema debe ser tomado a la ligera.