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Los atentados del martes 11 de septiembre del 2001 ocurridos en Nueva York y Washington, modificaron el mundo y la forma en la que se…

  
Los atentados del martes 11 de septiembre del 2001 ocurridos en Nueva York y Washington, modificaron el mundo y la forma en la que se conducen las relaciones internacionales, a partir de la “guerra contra el terrorismo” desatada por el complejo de Wall Street, el Pentágono y la Casa Blanca.

A las 8.45 am, me disponía a pagar la cuenta del hotel –a dos cuadras de la Casa Blanca-, para retornar a Lima de un curso del Office for Transitional Initiative (OTI) y de una conferencia sobre Conflictos y Recursos Naturales. En ese momento, se produjeron los primeros ataques a las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York y el Pentágono en Washington. Pocos minutos después, los servicios secretos ordenaron evacuar el hotel. Hasta bien entrada la noche, la gente en las calles de Washington, se encontraba tan confundida y aterrorizada como los limeños después de los atentados senderistas de los años 90’s.
 
Como muchos extranjeros, permanecí bloqueado por dos semanas, pero otras cosas cambiaron para siempre. Las normas del transporte aéreo fueron abruptamente cambiadas, siguiendo el criterio unilateral del Homeland Security norteamericano (seguridad interna). La filosofía persecutoria del Acta Patriótica, los bochornosos sucesos de Abu Graib así como la reciente Ley migratoria de Arizona, son consecuencia de un mismo patrón restrictivo que infringe varios principios que alimentan la democracia norteamericana. Desde los atentados, la libertad de todos los ciudadanos, así como la seguridad de las fronteras no volvieron a ser iguales.

En el campo político, se consolido el concepto de la guerra contra el narco terrorismo, a propósito del ataque contra el movimiento Talibán en Afganistán. Luego en el 2003, se produjo la invasión de Iraq y la consiguiente derrota de Saddam Hussein. En América Latina, particularmente en Colombia y Perú, se conformaron nuevos escenarios geo políticos, siguiendo el patrón norteamericano en Asia Central y Medio Oriente para consolidar una guerra contra dos enemigos diametralmente distintos, por un lado las FARC, el ELN, SL, los paramilitares, entre otros; del otro, la economía del narcotráfico y el crimen organizado alrededor de este negocio.

Más de nueve años después, vuelvo a la capital norteamericana para participar de una conferencia organizada por WOLA y TNI sobre reforma de las políticas sobre Drogas en América Latina, donde destacan las experiencias de Ecuador, Argentina y Bolivia, para intentar resolver los “cuellos de botella” generados por una guerra indiscriminada y desproporcionada, que ha resultado siendo inefectiva, contra productiva y harto dañina. Las circunstancias son otras. A nivel global, EE.UU perdió el rol hegemónico que surgió del final de la Guerra Fría a costa de la presencia de China, la Federación Rusa, Brasil y la India. En la región, a pesar del Plan Colombia (2000-2005) y la Iniciativa Mérida en México (2006 en adelante con el costoso saldo de 18,000 muertes y una guerra entre el narco y el Estado mexicano, que no tiene cuando acabar.

En el plano doméstico, las  circunstancias también cambiaron en este segundo viaje. En Times Square, Nueva York, se descubrió un intento de coche bomba y se detuvo –antes que su avión despegue- a un ciudadano americano-paquistaní. Casualmente, vuelvo a sentir los fantasmas de hace nueve años, La prensa norteamericana discute y critica la validez de los procedimientos adoptados por el 11\9. ¿Cómo es posible que haya podido abordar un avión una persona que debió estar en lista de “no fly”?

De hecho, se han adoptado mayores medidas de seguridad, especialmente en estaciones hay aeropuertos bajo el temor que hayan otras células dormidas de terroristas. El escenario esta vez, ha cambiado. Bajo la administración Obama, EE.UU se encuentra en pleno proceso de recuperación de la crisis financiera producida el 2009, pero las inundaciones en Tennessee y la lenta respuesta federal hacen recordar a Bush y Nueva Orleans. Además, el gravísimo derrame de crudo en el Golfo de México frente a las costas de Louisiana vuelve a poner en cuestión la matriz energética basada en combustibles fósiles.

En el terreno de la guerra contra las drogas muchas cosas positivas se vienen produciendo en EE.UU Durante mi corta estadía en DC, se aprobó el uso medicinal de la marihuana en ese territorio donde reposa el núcleo del poder político de EE.UU a nivel global (Casa Blanca, Pentágono). Antes, 13 estados que adoptaron similares medidas. El Zar antidrogas, Gil Kerlikowske, señaló que ya no era apropiado seguir hablando de una guerra contra las drogas. En el plano externo es donde no se han dado los cambios prometidos. Se mantienen las confusiones sobre la guerra contra las drogas, sobre su monitoreo y medición de resultados. Por otro lado, se mantiene el peso económico del presupuesto norteamericano 2010 (US$ 15,000 millones) en la interdicción, de acuerdo a la reciente propuesta del Ejecutivo.

Mirando en retrospectiva, el centro de poder mundial parece haber perdido capacidad de adelantarse a los acontecimientos y prevenir situaciones, así mismo vuelve a sufrir de las acciones premeditadas del terrorismo internacional. La experiencia nos indica que la población civil, los ciudadanos de a pie, pueden terminar sufriendo las consecuencias de la aplicación de los regímenes internacionales de emergencia que surgen de una guerra.

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Contenido: http://www.noticiasser.pe







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