Por Stakeholders

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Por Guillermo Vidalón del Pino

Cada vez que alguien desea eludir su propia responsabilidad busca un culpable.  Por eso, resulta terreno común escuchar a algún dirigente o algunos, señalar que la responsabilidad de hacer obras es del gobierno.  Se habrán preguntado ¿cómo es que los gobiernos financian las obras que reclaman?

 Los gobiernos, sea cual fuere el nivel en el que se encuentren las autoridades, hacen obras en función a los recursos de que dispone y redistribuye el gobierno central.  Si la recaudación cae o hay déficit fiscal, como el que el actual gobierno ha heredado de la anterior administración, es obvio que no existen los recursos suficientes para que se ejecuten todo aquello que anhelamos.

 Algunos señalan que se puede recurrir a préstamos en el sistema financiero internacional, sí, pero tampoco se quiere repetir la experiencia de los años 70 (expansión ficticia de la economía que luego todos los peruanos tuvimos que pagar).  El gobierno tiene por misión hacer obras pero, al mismo tiempo, tiene que buscar los recursos para que a caja fiscal mantenga un equilibrio razonable entre lo que recibe por recaudación y lo que finalmente destina a gastos corrientes e inversión.

 Los préstamos son una opción, pero representan el pago puntual del monto solicitado y, en adición, los intereses que el dinero debe generar para estimular a que se haga un uso adecuado por parte de quien lo solicita.  ¿Qué es un uso adecuado? Hacerlo rentable, es decir, que genere mayor riqueza, la suficiente para pagar el préstamos, los intereses y generar ahorro.

 Cuando se habla de la construcción de represas u otra infraestructura hídrica, se están refiriendo a inversiones que demandan un gran volumen de capital, además de que el área donde se ejecutará debe contar con ciertas características físicas.  El otro tema es el socio-ambiental, ¿habrá poblaciones que haya que reubicar como consecuencia del reservorio necesario para almacenar el agua? ¿Cuál será el impacto ambiental de retener el agua y además almacenarla ¿A algunos nos queda claro que una represa es viable y si se hacen los estudios del caso hasta podrá resultar necesaria pero, ¿hemos investigado otras opciones que técnicamente también son viables y más económicas?

 Por ejemplo, más allá del agua  que discurre por el cauce de un río, se forma una gran “esponja” en el subsuelo adyacente, la cual se retroalimenta anualmente de grandes volúmenes de agua que en un valle costero en su desembocadura llegan al mar.  Cuando hay abundancia de agua el nivel de la napa freática se eleva e incluso llega a aflorar, convirtiendo tierras agrícolas en pantanos evitando que haya oxígeno dentro del suelo agrícola.  Si, en adición, se riega los campos empleando el sistema por inundación, se lavan y salinizan más los campos y los frutos de las áreas de cultivo disminuyen su cantidad y calidad, lo que representa un impacto negativo en su cotización y menores precios para sus productos en el mercado.

 Si las cuencas cuentan con suficiente agua y existe el riesgo de salinización de los suelos, lo que debe hacer la agricultura es emplear el agua del subsuelo, bombearla en su propio beneficio, para que se renueve y hacer un uso racional del recurso hídrico.  La instalación de pozos de agua subterránea representa un costo significativamente menor al de la construcción de una represa, además de una respuesta mucho más inmediata a la falta de agua.

 Hay quienes argumentarán de que los agricultores no cuentan con los recursos para el mantenimiento y la operación  de los pozos, lo cual puede ser cierto, pero para cubrir el costo de los mismos la mejor estrategia es elevar la productividad de la agricultura, sea a través de la adopción de nuevas técnicas de cultivo, cambio de cultivos, la modernización de los sistemas de riego, transporte y distribución-comercialización.  Un campo moderno y tecnificado es posible y rentable, se requiere establecer alianzas de mutuo beneficio y convocar al Estado para que ratifique y garantice los acuerdos a ejecutarse.

 El gobierno es responsable de liderar, de abrir el camino, pero no de subvencionar.

 







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