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Así como a las empresas les pedimos que gestionen su Responsabilidad Social, a las organizaciones del sector público y también a las sociales sólo se les pide…
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Así como a las empresas les pedimos que gestionen su Responsabilidad Social, a las organizaciones del sector público y también a las sociales sólo se les pide transparencia.
El detalle no es menor. Se parte aunque sea de manera inconsciente de que la empresa lo hace mal. En consecuencia, la rendición de cuentas deberá ser un último paso en una cadena de procedimientos que deben empezar por los compromisos, el cambio de valores y la gestión sostenible de los procesos, entre otros. |
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En cambio, parece que cuando a los sectores público y social se les pide transparencia se parta de la hipótesis de que, como sus valores ya son en si mismo positivos, un poco de luz va a ser suficiente para evitar las cosas que puedan fallar.
Ciertamente la luz purifica; y no dudamos de que la rendición de cuentas de los gobiernos constituye uno de los elementos esenciales para determinar la calidad de cualquier sistema democrático. Pero ¿es suficiente la transparencia? ¿Por qué parece que pedimos más o de manera diferente a las empresas? Hace unos días tuve conocimiento por sus promotores de una iniciativa para dotar de un Código Ético al Ayuntamiento de Torrelodones. La propuesta ha salido de un grupo de la oposición, lo cual seguramente va a hacer difícil que prospere, no sólo porque lamentablemente a los gobiernos les duele aceptar propuestas de la oposición por buenas que puedan ser. En esta materia hay otro factor que puede abortar la iniciativa, y es que en cualquier empresa u organización los códigos éticos deben partir del compromiso de la dirección y elaborarse en diálogo con los grupos de interés. Un documento que al gobierno se le propone redactado va a encontrar dificultades para que se lo hagan suyo aun en el caso de que la aritmética parlamentaria lo pudiera ordenar. En nuestro trabajo cerca de ayuntamientos para ayudar a gestionar la RSA, observamos una cierta incomprensión sobre lo que son y qué utilidad pueden tener los códigos éticos. Sería fundamental entender que un documento tal no debería limitarse a su existencia sino que debería suponer una verdadera herramienta de gestión ética y de valores. La propuesta de código recoge las directrices que guían a todas las personas relacionadas con el Ayuntamiento en su trabajo diario. En el documento se dice que una buena administración es la que informa, la que escucha y la que responde, la que actúa de manera transparente, la que impulsa la participación de los ciudadanos, la que gestiona con rigor y la que asume plenamente sus responsabilidades. Y también se concreta con mayor detalle que se garantizará la transparencia e igualdad de oportunidades para todos los proveedores o que se rechazará cualquier regalo, favor o servicio en condiciones ventajosas que vaya más allá de los usos habituales, sociales y de cortesía. A parte de que haría falta consensuar el texto entre todos los grupos y sobretodo ser asumido por el gobierno, encuentro a faltar la creación de un órgano de control y seguimiento, de la misma manera que las empresas dotadas de código ético suelen disponer de un comité ético para velar por su cumplimiento y trabajar para su desarrollo. Y me parece que crear un órgano tal en un ayuntamiento va a ser más difícil que la misma aprobación del código, porque la creación de un comité que se reúna periódicamente, que atienda las quejas y sugerencias, y que esté integrado con una cierta representación interna, implicaría que además de parecer honestos persiguen serlo. Sería una auténtica señal que no renunciamos a ver próximamente en algún ayuntamiento. Fuente:
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