Durante las fiestas de fin de año, el desperdicio de alimentos se dispara en América Latina. Bancos de alimentos y expertos advierten sobre pérdidas sociales, económicas y ambientales que podrían evitarse con un consumo responsable.

En Navidad y Año Nuevo, el desperdicio de alimentos aumenta hasta 40 % en países como México y Argentina, según organizaciones sociales. El descarte masivo de comida agrava la inseguridad alimentaria y genera fuertes impactos económicos y ambientales.
En Navidad y Año Nuevo, el desperdicio de alimentos aumenta hasta 40 % en países como México y Argentina, según organizaciones sociales. El descarte masivo de comida agrava la inseguridad alimentaria y genera fuertes impactos económicos y ambientales.

Por Stakeholders

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El desperdicio de alimentos se incrementa de forma significativa durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, una tendencia que pone en evidencia las contradicciones de los sistemas alimentarios en América Latina. Mientras las mesas se llenan de abundancia, millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria y se intensifican los impactos ambientales y económicos asociados al descarte de comida.

Organizaciones de México y Argentina advierten que en estas fechas el volumen de alimentos que termina en la basura alcanza niveles críticos. Las cifras no solo reflejan pérdidas de comida, sino también de recursos como agua, energía y trabajo humano, lo que refuerza la urgencia de promover un consumo más responsable durante las fiestas.

El impacto del desperdicio de alimentos en Navidad y Año Nuevo

El desperdicio de alimentos se intensifica durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo en América Latina, exponiendo una contradicción profunda entre la abundancia de las mesas festivas y la inseguridad alimentaria que afecta a millones de personas.

Organizaciones de México y Argentina advierten que, en esta época, el descarte de comida alcanza niveles críticos con impactos sociales, ambientales y económicos de gran escala.

En México, la Red de Bancos de Alimentos alertó que durante las fiestas de fin de año el desperdicio puede aumentar hasta en un 40 %. Las cifras son contundentes: cada minuto se tiran 57 toneladas de alimentos, equivalentes a la carga de 16 camiones, y al año se desperdician cerca de 30 millones de toneladas.

En promedio, cada persona desecha 80 kilos de comida al año, una cifra que se incrementa en diciembre. Claudia Sánchez Castro, líder del Pacto por la Comida, subrayó que “la abundancia no debe traducirse en exceso” y recomendó servir porciones más pequeñas como una medida sencilla para reducir el desperdicio sin afectar la experiencia de los comensales.

Frente a este escenario, los Bancos de Alimentos cumplen un rol clave. En la Central de Abasto de Ciudad de México, estas organizaciones logran rescatar entre el 70 % y 80 % de los productos recolectados, incluyendo frutas, verduras, embutidos y abarrotes, que luego se distribuyen a comunidades vulnerables. La Red reiteró su llamado a comprar solo lo necesario y a reforzar la recuperación de alimentos durante las celebraciones.

En Argentina, la situación es igualmente preocupante. Cada persona desperdicia 72 kilos de alimentos al año y cada hogar descarta en promedio 198 kilos, lo que equivale a unas 1.000 millones de raciones de comida anuales.

Fernando Uranga, director del Banco de Alimentos Buenos Aires, destacó que “las acciones que comienzan en los hogares impactan a nivel nacional” y recordó que cuando un alimento apto se descarta “no solo se pierde la comida, también se desperdician los recursos invertidos en producirla: agua, suelo, energía, envases, transporte y mano de obra”.

Las principales causas del desperdicio en los hogares son el mal almacenamiento, la preparación excesiva y el vencimiento de productos, especialmente frutas y verduras. Los datos, respaldados por un estudio del Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos con apoyo del BID, confirman que el problema es estructural.

Reducir el desperdicio en las fiestas no es solo un gesto individual, sino una acción clave para avanzar hacia sistemas alimentarios más justos y sostenibles en la región.

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