¿Qué programas o iniciativas vienen impulsando desde la cooperación para promover la economía circular en el Perú?
Contamos con algunos proyectos vinculados directamente a la economía circular; por ejemplo, ProCircular, un proyecto que desarrollamos junto a PRODUCE. Es la segunda fase de una iniciativa anterior y apunta a fortalecer el marco regulatorio y operativo necesario para avanzar hacia un modelo circular. Las primeras acciones demostraron que existe un potencial significativo para reducir residuos, optimizar procesos e incentivar modelos de negocio más sostenibles.
¿Cómo se traducen los esfuerzos con las empresas para la incorporación de la economía circular?
Trabajamos con empresas ancla y sus cadenas de valor —proveedores, distribuidores y aliados comerciales— para que, a partir de su posición estratégica, puedan multiplicar e impulsar la adopción de prácticas circulares. La lógica es sencilla: si una empresa grande incorpora estándares circulares y los exige a sus proveedores, ese cambio se expande de forma natural a toda la cadena.
¿En qué otros sectores vienen contribuyendo a la adopción de este enfoque económico?
También desarrollamos proyectos en el sector vivienda, especialmente enfocados en evaluar las posibilidades normativas y técnicas para la reutilización de agua. Toda la costa peruana enfrenta, como sabemos, enormes retos de disponibilidad hídrica; por ello, es crucial que el agua existente pueda usarse más de una vez. Ello implica reducir la presión sobre las fuentes naturales, mejorar la resiliencia de las ciudades y garantizar un acceso más seguro para la población.
¿Por qué es importante la economía circular para un país como el Perú, que tiene un rol en particular al ser proveedor en el mercado internacional?
La economía circular ya no es una alternativa: es una necesidad. Desde la perspectiva de la sostenibilidad planetaria, seguir creciendo con un modelo lineal es simplemente inviable. El Perú tiene una ventaja: todavía se encuentra en las primeras fases de adopción, aproximadamente entre un 10 % y 20 % de avance. Y eso significa que los primeros pasos —los más fáciles y menos costosos— pueden generar resultados muy visibles.
En países como Alemania, donde estamos quizá en un 80 % de desarrollo circular, los avances restantes requieren inversiones grandes y cambios muy profundos. En cambio, el Perú está en una etapa donde “poco esfuerzo, gran impacto” es posible.
¿Qué pasaría si el Perú no apuesta por la circularidad ahora?
Perdería la oportunidad de obtener beneficios rápidos y de bajo costo, como reducción de residuos, mejora de la productividad y ahorro de recursos para las ciudades y empresas. Por eso es crucial establecer desde ahora las bases culturales, normativas y empresariales que sostengan la circularidad en el largo plazo.
El país, además, posee cadenas de valor poco extensas y una economía históricamente extractiva: se extrae el recurso, se exporta y poco más. Esto reduce la conciencia sobre el reciclaje, el valor de los subproductos o el potencial de los residuos como insumos para nuevos negocios. Muchos productores siguen pensando: “lo que no vendo es basura”. La economía circular busca cambiar justamente esa mentalidad.
“Hay que capacitar, acompañar y mostrar a las mypes que la circularidad no es un lujo, sino una oportunidad”.

Siendo el Perú un país altamente emprendedor, ¿cómo se puede incluir en la circularidad a las micro y pequeñas empresas que tienen menos recursos?
Es una pregunta fundamental porque la economía peruana está efectivamente dominada por las micro, pequeñas y medianas empresas. Las grandes compañías son pocas y, por ello, trabajamos el tema desde dos frentes complementarios.
Por un lado, como mencioné, están las empresas ancla, que tienen un poder considerable sobre sus proveedores pequeños. Si una empresa grande incorpora prácticas circulares y las convierte en requisito para seguir siendo parte de su cadena de valor, los pequeños proveedores harán lo necesario para adaptarse. No por imposición, sino porque mantener la relación comercial es vital para ellos.
¿Qué ventajas puede obtener un pequeño negocio?
Hay que capacitar, acompañar y mostrar a las mypes que la circularidad no es un lujo, sino una oportunidad. Reduce costos operativos, aprovecha residuos como insumos, mejora la competitividad e incluso abre puertas para nuevos clientes que buscan proveedores sostenibles. El Perú es un país emprendedor. Esa creatividad y capacidad de reinventarse es exactamente la que se necesita para innovar en modelos circulares.
De cara a los próximos años y al horizonte del 2030, ¿qué expectativas tienen sobre el avance del Perú en economía circular, y el cumplimiento de otros objetivos en sostenibilidad?
Es cierto que el camino es largo y que alcanzar todas las metas propuestas será un desafío. Sin embargo, el país ha fijado objetivos ambiciosos y existe una voluntad real en los ministerios e instituciones para cumplirlos.
Ahora bien, hay un obstáculo que no se puede ignorar: la desconfianza de la población hacia la política. Ese es un reto estructural del país. Pese a ello, observamos avances concretos y un compromiso técnico notable dentro de las instituciones. El Perú tiene las condiciones para avanzar.









