Cuando apenas tenía un par de meses, Grau fue adoptado por una familia con la que vivió cuatro años hasta que un tumor comprometió gravemente su salud. Su dueña, Sharon Bastidas, inició entonces la búsqueda de una alternativa que le permitiera recuperar movilidad y calidad de vida. Esa respuesta llegó gracias a un talento de Beca 18, el programa del Pronabec que impulsa a jóvenes de alto rendimiento académico en el país.
El encargado de cambiar la historia de Grau fue Héctor López Jiménez, estudiante arequipeño de último ciclo de Bioingeniería en la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC). López lidera Dog Motion Studio, un emprendimiento que desarrolla prótesis funcionales y personalizadas para perros que han sufrido amputaciones.
Dog Motion Studio: prótesis personalizadas con tecnología 3D
El proyecto integra escaneo anatómico, modelado digital e impresión 3D con principios avanzados de bioingeniería para crear extremidades artificiales adaptadas a cada paciente canino. “Nuestro enfoque combina la ingeniería con una evaluación clínica que permite determinar qué tan funcional será la prótesis en cada caso”, explicó López en declaraciones a Andina.
El caso de Grau llegó por recomendación veterinaria. Su familia había evaluado opciones en el extranjero, pero Dog Motion Studio resultó una alternativa peruana accesible y de alta precisión.
La fabricación tomó un mes, aunque actualmente el equipo atiende cerca de 20 mascotas y ha reducido el tiempo de entrega a dos semanas. La meta es llegar a un máximo de siete días.
Innovación peruana con impacto social
Dog Motion Studio es, por ahora, el único proyecto en el país que ofrece un servicio integral de prótesis caninas con este nivel de personalización y tecnología. Pero esta no es la única iniciativa liderada por López: también impulsó desarrollos como el “Chip de la esperanza”, un sistema para detectar el avance del cáncer, y “MABIS”, un brasier inteligente que identifica cáncer de mama mediante microondas. Todos buscan aplicar ciencia de alta complejidad para resolver problemas reales en contextos locales.
Desde su creación, el emprendimiento ha generado interés entre veterinarios y familias con animales con discapacidad. Grau, protagonista de esta historia, volvió a caminar y hasta a nadar con energía.
Su nueva prótesis no solo mejoró su movilidad, sino que lo convirtió en un símbolo de resiliencia para quienes lo ven recorrer parques y espacios públicos con renovada vitalidad.









