El CADE 2025 nos dejó un mensaje claro: el crecimiento económico ya no basta. Las empresas, los gobiernos y la sociedad civil enfrentan el reto de repensar el desarrollo con una mirada integral, donde la sostenibilidad deje de ser un discurso y se convierta en una práctica cotidiana. Hoy, la sostenibilidad no solo se mide por la rentabilidad o el impacto ambiental, sino también por la capacidad de las organizaciones para cuidar a las personas que las hacen posibles.
El cuidado, ese valor que durante décadas se relegó al ámbito privado o doméstico, ha emergido como un factor estratégico en la productividad, la innovación y la reputación empresarial. Cuidar es gestionar, y gestionar con humanidad es el nuevo signo del liderazgo inteligente.
El cuidado como valor corporativo
En un contexto de alta competencia, las empresas más exitosas no son las que exigen más, sino las que entienden mejor. La Responsabilidad Familiar Corporativa (RFC) -concepto que impulsamos desde el Centro de Política Familiar- propone precisamente eso: integrar la vida familiar, el bienestar y la corresponsabilidad en la cultura organizacional. Ya no se trata de acciones aisladas de bienestar o programas simbólicos, sino de políticas estructuradas que garanticen que el trabajo no anule la vida personal, sino que la complemente.
Empresas que implementan horarios flexibles, licencias parentales equitativas o servicios de cuidado infantil no están haciendo filantropía: están fortaleciendo su competitividad.
La evidencia internacional demuestra que las organizaciones que cuidan registran menores niveles de rotación, mayor compromiso del personal y un clima laboral más saludable.
Cuidar, en términos empresariales, es también una forma de innovar.
«Las nuevas generaciones no solo buscan empleo; buscan propósito. Los líderes que comprendan esto construirán organizaciones más humanas y sostenibles».
Del discurso de la responsabilidad social a la sostenibilidad humana
Durante años, el empresariado peruano avanzó en políticas de responsabilidad social, enfocadas en lo ambiental y comunitario. Sin embargo, la nueva frontera está dentro de la empresa misma: en la relación entre el trabajo y la vida cotidiana de sus colaboradores.
La sostenibilidad humana no es una extensión del bienestar laboral, es su evolución.
La RFC ofrece un marco medible y auditable dentro de los criterios ESG (Environmental, Social and Governance), articulando directamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 3, 5 y 8). Es decir, cuidar no es un gesto simbólico, es una política alineada con los estándares internacionales que ya definen la reputación y el valor de las compañías en los mercados globales.
El liderazgo que deja huella
Las nuevas generaciones no solo buscan empleo; buscan propósito. Los líderes que comprendan esto construirán organizaciones más humanas y sostenibles.
Incorporar el cuidado como principio estratégico permite que la empresa trascienda la transacción económica y se convierta en un espacio de desarrollo integral. El liderazgo del futuro no se medirá por la rentabilidad del trimestre, sino por la capacidad de inspirar, retener y cuidar.
El CADE 2025 nos recordó que el Perú puede ser competitivo si se atreve a innovar.
Hoy esa innovación debe ser también social y humana: necesitamos empresas que asuman que cuidar a las personas es cuidar el futuro.
Ese será el sello distintivo de la sostenibilidad empresarial peruana en esta nueva década.









