Por GINA RUIZ-CARO, Directora para la Amazonía Occidental Rainforest Foundation US

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El mes pasado estuvimos en Nueva York para ser parte en la Semana del Clima donde se realizaron más de mil reuniones entre el 21 y el 26 de septiembre con un mismo clamor: la urgencia de actuar frente a la crisis climática.

Para los países amazónicos, incluido el Perú, el mensaje fue claro. Es indispensable proteger los glaciares, defender la Amazonía y garantizar que los pueblos originarios cuenten con el respaldo suficiente para resistir amenazas externas que crecen con rapidez.

La minería ilegal en los ríos de Loreto se ha triplicado, la tala indiscriminada avanza con impunidad y los monocultivos extensivos suman presión a ecosistemas vitales. Frente a esta realidad, se presentaron en Nueva York fondos y mecanismos financieros que prometen apoyo, pero la verdadera prueba será llevar esas promesas a la práctica.

El Secretario General de Naciones Unidas advirtió que los compromisos actuales son insuficientes. Apenas reducirían un 2,6% las emisiones para 2030 cuando lo necesario es un 43%. La brecha entre impacto y respuesta nunca había sido tan grande. Incendios forestales en la Amazonía y los Andes, inundaciones en Asia y calor extremo en Europa son la confirmación de que la crisis climática ya no es un escenario futuro, sino una emergencia presente.

En el caso del Perú, la semana del clima estuvo marcada por debates sobre la minería ilegal, la tala indiscriminada y la urgencia de aprobar la categorización de la Reserva Yavarí Mirim, hábitat de pueblos en aislamiento voluntario. La voz de las comunidades nativas se escuchó con fuerza gracias a la representación de Aidesep y sus líderes regionales, quienes reclamaron acción frente a un Estado que muchas veces llega tarde.

No obstante, las soluciones no pueden depender únicamente de foros internacionales. También es momento de mirar hacia adentro, escuchar a las Comunidades Nativas y asumir que gobiernos locales, empresas, cooperación y sociedad civil deben convertirse en motores de transformación. La transición energética, la financiación climática y la incorporación de resiliencia comunitaria y salud en las políticas públicas no son opcionales. Son la única vía para garantizar un futuro vivible.

Con Stakeholders estamos preparando un desayuno por la Amazonía con representantes de instituciones nacionales, líderes indígenas y aliados internacionales. La intención es clara: escucharnos para asegurar que lleguemos con propuestas concretas rumbo a la COP30 en Belém, donde se evaluará el verdadero nivel de compromiso global.

La justicia climática, la protección forestal, la lucha frontal contra los delitos ambientales y la transición hacia energías limpias estarán en el centro del debate. Sin embargo, la pregunta que no puede eludirse es si los grandes emisores asumirán de una vez que expandir los combustibles fósiles es incompatible con el Acuerdo de París y si nuestro país tendrá una política de lucha frontal contra toda amenaza para la Amazonía Nueva York nos dejó una lección contundente.

El tiempo para los diagnósticos terminó. La Amazonía no puede esperar y el Perú debe asumir un liderazgo firme con metas medibles, con financiamiento claro y con una participación activa de las comunidades. Solo así llegaremos a Belém con la autoridad de quienes no solo exigen compromisos, sino que los cumplen.

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