El escepticismo del mandatario y la ausencia de liderazgo de Washington amenazan los avances en financiamiento y transición energética, mientras China y la Unión Europea se perfilan como nuevos referentes de la diplomacia ambiental.

Con un discurso que tilda la crisis climática de “farsa”, el presidente Donald Trump reduce la presencia estadounidense en la COP30. Foto: Stakeholders
Con un discurso que tilda la crisis climática de “farsa”, el presidente Donald Trump reduce la presencia estadounidense en la COP30. Foto: Stakeholders

Por Stakeholders

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La participación de Estados Unidos en la próxima cumbre del clima (COP30), que se celebrará en Belém, Brasil, genera preocupación internacional ante la posibilidad de que el país acuda con una delegación mínima o incluso simbólica. Bajo el mandato de Donald Trump, Washington ha retomado una postura abiertamente escéptica frente a la crisis climática, calificándola de «farsa» y «estafa», y marcando distancia de los compromisos ambientales globales.

La nueva administración republicana ha revertido varias políticas ambientales clave: eliminó la oficina del clima, retiró nuevamente al país del Acuerdo de París y reforzó su apoyo a los combustibles fósiles. Analistas advierten que esta posición no solo debilita los esfuerzos internacionales, sino que amenaza con reducir la ambición colectiva en temas como el financiamiento climático y la transición energética, pilares fundamentales que serán debatidos en la COP30.

Donald Trump desacredita la acción climática

Estados Unidos, uno de los tres mayores emisores de gases de efecto invernadero del planeta, podría llegar con una representación mínima a la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebra del 10 al 21 de noviembre en Belém, Brasil.

La COP30 será la primera cumbre climática desde el retorno de Trump a la Casa Blanca, y todo apunta a una reedición de su primera administración (2017-2021), cuando redujo significativamente las delegaciones estadounidenses en estas conferencias y favoreció la expansión de los combustibles fósiles.

Desde su regreso al poder, el mandatario ha cerrado la oficina del clima, retirado nuevamente a Estados Unidos del Acuerdo de París y endurecido su discurso contra las políticas medioambientales.

Durante la última Asamblea General de la ONU, llegó a calificar la crisis climática como “el mayor engaño jamás perpetrado contra el mundo”.

La oportunidad de China y Europa de ocupar el vacío en la COP30

La falta de liderazgo estadounidense abre la puerta a nuevos actores. Según Alice C. Hill, “China podría consolidar su influencia como productor de energía renovable, aunque su dependencia del carbón siga siendo alta”. A través de su iniciativa “La Franja y la Ruta”, el gigante asiático promueve proyectos energéticos en distintos continentes, reforzando su posición como referente de la transición energética.

Por su parte, la Unión Europea podría fortalecer su peso regulatorio en materia climática. “Tiene la oportunidad de que sus marcos se conviertan en dominantes a nivel mundial ante la ausencia de Estados Unidos”, apuntó la experta. Hill advirtió, además, que el desmantelamiento de la cooperación internacional por parte de Washington —incluyendo programas de resiliencia climática— deja a muchas naciones más vulnerables. “Estos países buscarán socios que los ayuden”, concluyó.

«Un mensaje al mundo: aléjense del proceso»

Expertos advierten que la estrategia de Trump no solo responde a convicciones ideológicas, sino que busca minar el consenso internacional. “Ese discurso fue estratégico. Le dijo a los países del mundo, antes de la COP30, que debían alejarse del proceso de la COP, como lo hizo Estados Unidos”, explicó Alice C. Hill, investigadora principal en energía y medio ambiente del Consejo de Relaciones Exteriores.

La desvinculación de Washington podría afectar los compromisos financieros pactados en anteriores cumbres. En la COP29, celebrada en Azerbaiyán, los países acordaron triplicar la financiación climática a las naciones en desarrollo, pasando de 100.000 a 300.000 millones de dólares anuales para 2035.

Sin embargo, la ausencia de Estados Unidos —tradicionalmente uno de los mayores contribuyentes— complica el cumplimiento de ese objetivo y desalienta la ambición global.

“Es un proceso voluntario que presupone que los países aumentarán su ambición porque otros lo hacen. Ahora ven cómo Estados Unidos, el mayor emisor histórico y el mayor exportador de gas natural, se está desvinculando”, señaló Hill.

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