
El aula no solo es un espacio para enseñar matemáticas, literatura o historia. En ella también se encienden las primeras alertas sobre problemas sociales que afectan a los adolescentes. Uno de ellos es el consumo de alcohol en menores de edad, un hábito cada vez más visible y que requiere atención temprana. Los docentes, testigos directos de esta realidad, consideran que la escuela debe asumir un rol más activo en la prevención.
Un reciente estudio sobre “El consumo de alcohol en adolescentes menores de edad”, elaborado por la Red Regional de Acción Preventiva para la Adolescencia y la Juventud, reveló que el 96% de los profesores de secundaria en América Latina apoya la inclusión de contenidos de prevención en el currículo escolar. La cifra muestra un consenso abrumador: el problema es real, y la educación formal no puede mantenerse al margen.
Falta de preparación y recursos
El mismo estudio advierte, sin embargo, una brecha importante. Aunque los docentes reconocen la necesidad de intervenir, muchos no se sienten preparados para hacerlo. El 54% aseguró no contar con la capacitación suficiente para abordar el tema en el aula, mientras que el 38% identificó la falta de formación como la principal barrera para actuar. A ello se suma un 29% que señaló la ausencia de recursos pedagógicos adecuados, lo que limita sus posibilidades de generar un verdadero impacto preventivo.
Los datos reflejan la distancia entre la voluntad del magisterio y las herramientas que el sistema educativo pone a su disposición. Esa brecha se hace más evidente cuando se observa que 7 de cada 10 profesores ha identificado casos de consumo en sus estudiantes, y que casi 4 de cada 10 ha recibido confesiones directas de adolescentes que ya enfrentan este problema.
Influencias y riesgos
La influencia de los pares se mantiene como el principal factor detrás del inicio temprano en el consumo de alcohol. El 55% de los docentes atribuye esta decisión a la presión de los amigos, mientras que un 26% apunta al entorno familiar. Aunque el 73% de los profesores afirma conocer bien los riesgos del alcohol en menores, ese conocimiento no siempre se traduce en acciones dentro del aula, debido a la falta de soporte institucional.
La situación plantea una paradoja: los docentes son, muchas veces, los primeros en identificar señales de riesgo, pero carecen de respaldo para intervenir de manera eficaz.
El arte como aliado
Dentro de este panorama, el estudio destaca una ruta prometedora: los programas educativos basados en el arte. Una de las experiencias más relevantes es “En Serio”, iniciativa que utiliza el teatro y la narración como herramientas de sensibilización. Según el informe, el 61% de los docentes ha participado en este tipo de actividades y el 55% notó mejoras en el comportamiento de sus estudiantes tras la implementación de estas dinámicas.
Entre las acciones más valoradas se encuentran charlas con profesionales especializados (60%), actividades curriculares integradas, dinámicas educativas y obras teatrales. El arte no solo capta la atención de los adolescentes, sino que también crea un espacio de reflexión más cercano y efectivo que las advertencias tradicionales.
Qué proponen los docentes
El estudio también recoge las propuestas de los profesores para fortalecer la prevención. Entre las principales destacan:
- Incluir el tema en el plan de estudios (38%)
- Realizar talleres y charlas periódicas (34%)
- Involucrar activamente a las familias (16%)
- Desarrollar materiales didácticos especializados (15%)
Estas acciones, según los especialistas, permitirían integrar la prevención en la vida escolar de manera sistemática y no como actividades aisladas o eventuales.
Una apuesta de futuro
Para la Red Regional de Acción Preventiva, el desafío es claro: cerrar la brecha entre el compromiso de los docentes y los recursos que necesitan. “Desde la Red, creemos firmemente que el arte y la educación son herramientas poderosas para transformar realidades. La posibilidad de identificar a tiempo el consumo de alcohol en adolescentes es clave para prevenir consecuencias mayores. Nuestro compromiso es seguir impulsando espacios creativos y educativos que conecten con los jóvenes desde el respeto, la empatía y la información”, afirma Raúl Márquez, Coordinador Regional LAC de Prevención.
La evidencia recogida deja en claro que los profesores son un actor estratégico en la lucha contra el consumo de alcohol en menores. Pero para que su rol sea realmente transformador, requieren respaldo institucional, programas permanentes y recursos pedagógicos a la altura del desafío. En un contexto donde los adolescentes están cada vez más expuestos a conductas de riesgo, la escuela puede convertirse en el primer muro de contención.