La nueva planta en Piura producirá biocarbón a escala industrial, mejorando la productividad del agro y reduciendo miles de toneladas de CO₂ cada año al transformar residuos agrícolas en un potente regenerador de suelos.

Así es la primera planta industrial de biochar en Perú: procesará hasta 40.000 toneladas de residuos agrícolas al año

Por Stakeholders

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Con una inversión inicial cercana a los 3 millones de dólares, se inauguró en Piura la primera planta industrial de producción de biochar en el país, marcando un hito en la innovación agrícola y la sostenibilidad ambiental. Ubicada en Jibito, distrito de Sullana, esta instalación tiene la capacidad de procesar hasta 40.000 toneladas anuales de residuos agrícolas, principalmente broza de caña de azúcar, para transformarlos en unas 10.000 toneladas de biocarbón.

La iniciativa apunta a resolver dos problemas históricos del agro peruano: la degradación de suelos y la disposición inadecuada de desechos agrícolas. Mediante un proceso de pirólisis —calentamiento de biomasa en un entorno con bajo oxígeno—, la planta convierte los residuos en un insumo de alto valor que mejora la fertilidad del suelo, retiene agua y nutrientes, reduce la presencia de metales pesados como el cadmio y captura carbono de forma estable por más de un siglo.

“Desde el norte del Perú apostamos por la innovación, el cuidado del medio ambiente y el desarrollo agrícola con visión de futuro. Este hito no solo representa un avance tecnológico, sino una declaración de principios: es posible regenerar suelos, capturar carbono y fortalecer comunidades, todo al mismo tiempo”, señaló Sebastiaan Saverys, fundador y CEO de Inspiratus Technologies, empresa belga detrás del proyecto durante la ceremonia inaugural.

Impacto ambiental y climático

En su primer año de operaciones —que comenzó a principios de junio de 2025—, la planta proyecta procesar entre 15.000 y 20.000 toneladas de residuos, lo que se traducirá en 4.500 a 6.000 toneladas de biochar y la remoción estimada de 13.000 a 15.000 toneladas de CO₂ equivalente. Según Saverys, el modelo combina producción agrícola regenerativa con generación de créditos de carbono certificados (CORCs), comercializados en mercados internacionales.

“Estos créditos no son para compensar nuestras propias emisiones, sino para que terceros financien proyectos de remoción real y permanente de carbono”, precisó el ejecutivo.

Piura, epicentro de innovación agrícola

La elección de Piura como sede no fue casual. Su alta producción agrícola —caña de azúcar, arroz, maíz, uva, banano y otros cultivos— genera grandes volúmenes de biomasa residual que, en muchos casos, es quemada, deteriorando la calidad del aire y contribuyendo a emisiones contaminantes. La planta no solo elimina esta práctica, sino que abre una oportunidad productiva para los agricultores y agroexportadores de la región.

La tecnología ha despertado especial interés entre empresas exportadoras que buscan cumplir estándares internacionales más estrictos, como los límites europeos de cadmio en productos agrícolas, y que además quieren optimizar costos en fertilización y estabilizar su producción en suelos degradados o bajo estrés climático.

Un modelo con triple impacto: agrícola, ambiental y social

El proyecto tiene un alcance ambicioso: regenerar más de 2 millones de hectáreas degradadas, duplicar el valor de las agroexportaciones peruanas hasta superar los 25.000 millones de dólares y generar más de 800.000 empleos directos e indirectos en el sector agrario.

En el corto plazo, se espera proteger más de 30.000 puestos de trabajo vinculados a cultivos sensibles como el banano orgánico y el cacao, particularmente vulnerables a la pérdida de calidad del suelo. Entre los beneficios concretos que aporta el biochar destacan:

  • Incremento de hasta un 20% en el rendimiento de cultivos.
  • Reducción de un 20% en el uso de agua y fertilizantes.
  • Remediación de suelos contaminados.
  • Captura permanente de carbono atmosférico.

La planta de Sullana cuenta con el respaldo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y de la organización Perú Justo y Orgánico (PJO), que aportan soporte técnico y fortalecen el componente social y ambiental del proyecto.

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