
La sesión intersesional de cambio climático celebrada en Bonn, conocida como SB62, concluyó con avances limitados pero estratégicos en el camino hacia la COP30, que se celebrará en noviembre, en Belém (Brasil). Pese a la urgencia que plantea el calentamiento global y la necesidad de acciones más ambiciosas, las negociaciones climáticas mantuvieron un tono técnico, sin grandes definiciones políticas.
Uno de los ejes centrales fue la mitigación, donde las discusiones se enfocaron en la creación de una plataforma digital para monitorear el Programa de Trabajo. Aunque los avances fueron escasos, persiste la preocupación por la reducción del margen para mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 °C. En cuanto al Balance Global (GST1), las partes aún deben definir cómo traducir los compromisos asumidos en la COP28 —como la salida progresiva de combustibles fósiles y la triplicación de energías renovables— en acciones concretas. El texto negociado sigue reflejando divisiones similares a las observadas en la COP29 en Bakú.
Respecto a las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs), solo 24 países han presentado sus objetivos climáticos actualizados con horizonte 2035. La fecha límite para entregarlos ante la CMNUCC vence en septiembre, y deberán ser compatibles con la meta de 1,5 °C para considerarse viables.
En contraste, el debate sobre la transición justa mostró un tono más constructivo. Se logró avanzar hacia una nota informal con elementos clave, incluyendo referencias a equidad, derechos laborales y nuevos marcos institucionales. Sin embargo, el uso de medidas unilaterales, especialmente en el comercio internacional, continúa generando fricciones.
¿Qué otros avances ha dejado Bonn para la COP30?
En materia de adaptación, se acordó simplificar el número de indicadores del Marco Global de Adaptación (GGA), pasando de 489 a menos de 100. Esto permitirá un trabajo técnico más efectivo de cara a la COP30. Pese a ello, persisten las diferencias en torno a los medios de implementación y financiamiento, uno de los temas más complejos del proceso.
La financiación climática, de hecho, fue nuevamente un punto crítico. Las discusiones giraron en torno a la diversificación de fuentes, incluyendo capital privado, y al debate sobre las obligaciones de los países desarrollados bajo el Artículo 9.1 del Acuerdo de París. Aunque no se incorporó formalmente a la agenda, este tema será central en la Cumbre de Sevilla sobre financiación para el desarrollo (FF4D), prevista para la próxima semana.
COP30 a la vista: ¿Qué nos espera?
La Presidencia brasileña de la COP30 presentó su visión del evento como un gran “mutirão” (trabajo colectivo), apostando por un enfoque participativo que conecte el proceso climático con la vida real y las comunidades locales. Se espera que esta narrativa marque el diseño del espacio en Belém y la arquitectura de los acuerdos.
En los meses previos a la conferencia, las partes deberán trabajar intensamente en sus compromisos, tanto a nivel nacional como en espacios multilaterales. La COP30 será una oportunidad decisiva para acelerar la implementación, cerrar brechas estructurales y sostener el impulso de la acción climática global, en un contexto donde cada décima de grado cuenta.