
Las playas peruanas son de las más contaminadas del Océano Pacífico, según un estudio del programa Científicos de la Basura, el cual examinó 179 playas de diez países latinoamericanos entre abril de 2024 y marzo de 2025. El resultado revela que 32 playas peruanas, la segunda muestra más grande después de Chile, registraron los niveles más altos de residuos sólidos de toda la región. A diferencia de otros litorales donde la basura se redujo, las costas peruanas mantienen cifras críticas y sin tendencia a la mejora.
La investigación señala que el 69 % de la basura encontrada en las playas monitoreadas es plástico, mientras que el 59 % de las botellas analizadas fueron fabricadas y consumidas localmente. El análisis identificó 356 marcas de bebidas, encabezadas por The Coca‑Cola Company y PepsiCo Inc..
Voluntariado creciente, resultados escasos
Más de mil voluntarios participaron en el muestreo continental; sin embargo, los investigadores advierten que la participación ciudadana, por sí sola, no revierte la contaminación. El 78 % de los residuos sólidos que genera el país podría reutilizarse, pero solo se recicla el 1 %. En Lima, apenas 6 de 43 distritos segregan adecuadamente sus desechos; el resto los deposita en botaderos informales.
Además, de los 180 000 recicladores que operan en el país, solo 5 500 (3 %) están formalizados. La ausencia de un sistema eficiente de recolección selectiva impide valorizar los residuos y agrava la contaminación del suelo, el agua y el aire. Cada día se generan en Lima más de 23 000 toneladas de basura; el 38 % termina en vertederos clandestinos.
Impactos y llamados a la acción
La acumulación de plásticos no es solo un problema ambiental: afecta la salud pública, desalienta el turismo y encarece la limpieza urbana. Los expertos insisten en acelerar negociaciones como el Tratado Global de Plásticos de la ONU y en desplegar políticas locales integrales que incluyan educación ambiental, fiscalización de envases y apoyo financiero a la economía circular.
El informe deja claro que la solución pasa por cambios estructurales en la gestión de residuos y en los hábitos de consumo. Sin acciones coordinadas, estatales, empresariales y ciudadanas, Perú corre el riesgo de perpetuar un liderazgo que perjudica a sus ecosistemas y a su economía costera.