Gianina Jiménez, líder de Comunicaciones, Sostenibilidad y Asuntos Corporativos de AJE Perú, menciona que la estrategia cuenta con cuatro pilares: Descarbonización, Economía circular, Biodiversidad y Ciudades sostenibles. Este enfoque les ha permitido lograr destacados resultados; es el caso de la declaración de Machu Picchu como el primer destino turístico del mundo en recibir la certificación de carbono neutral.

Por Stakeholders

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¿Cuáles son los principales retos para la compañía y al sector al que pertenece en materia de cambio climático?

Dentro del sector de consumo masivo, uno de los grandes desafíos es transformar modelos de negocio que históricamente han sido lineales, en esquemas que promuevan el uso eficiente de los recursos, prolongando los ciclos de vida de los materiales, minimizando la generación de residuos y promoviendo modelos basados en economía circular.

El cumplimiento de nuevas normativas, como las leyes REP en América Latina que exigen porcentajes mínimos de recuperación de los materiales que se ponen en el mercado, en países como Chile con metas de 25% y Colombia con 16%, exigen que las compañías cambien sus modelos de negocio, procesos productivos, enfocados en entender los ciclos de vida de los diferentes materiales que usan a lo largo de la cadena de valor a fin maximizar el aprovechamiento de los recursos y minimizar la generación de desechos.

En varios de los mercados donde operamos, la carencia de infraestructura adecuada para recolección de residuos aprovechables o valorización de los mismos, representa uno de los principales retos para acelerar la implementación de modelos de circularidad.

Otro reto fundamental es la falta de una cultura de segregación en todos los diferentes actores de la sociedad, si bien esto es una obligatoriedad, en la realidad no se cumple.

Asimismo, si bien hoy tenemos cada vez más “usuarios conscientes”, que son los consumidores que cuestionan cuál es el impacto y la cadena de valor que tiene un producto o servicio, aún en economía emergentes no son la mayoría y aún hay oportunidad de sensibilizar a las personas sobre el impacto de sus elecciones, fomentando una cultura de consumo responsable que apoye iniciativas de bajo impacto ambiental.

A nivel interno, movilizar a toda la cadena de valor para comprometerse con los objetivos de nuestra estrategia de sostenibilidad sigue siendo un desafío sobre todo en el alcance 3, considerando los diversos niveles de madurez ESG de los proveedores.

El cambio climático exige que el sector privado sea quien acelere su transición hacia soluciones basadas en la naturaleza, combinando la preservación de los recursos, la biodiversidad y contribuyendo al desarrollo y fortalecimiento de comunidades locales.

En esa línea, ¿qué enfoque tiene la estrategia de sostenibilidad al respecto?

En Grupo AJE, la sostenibilidad no es un esfuerzo aislado, sino una estrategia integrada a lo largo de toda nuestra cadena de valor. Esta estrategia se articula en torno a cuatro pilares —descarbonización, economía circular, biodiversidad y ciudades sostenibles— y se gestiona a través de una matriz de indicadores que abarca todas las áreas de la organización y tiene un alcance global.

Asimismo, medimos nuestro desempeño de forma estructurada a través de un Índice de Sostenibilidad, que evalúa el progreso de cada operación en 22 objetivos, permitiéndonos identificar oportunidades de mejora.

En ese sentido, apostamos por liderar la revolución natural, en donde ponemos al centro las necesidades de la madre tierra y buscamos atenderlas a través de soluciones basadas en la naturaleza. Estamos convencidos de que la sostenibilidad puede y debe ir de la mano con la rentabilidad y el impacto social positivo.

¿Qué iniciativas ha implementado su empresa para contribuir en la lucha contra el cambio climático?

En Grupo AJE impulsamos el proyecto Machu Picchu Carbono Neutral, una iniciativa basada en el modelo de Ciudades Sostenibles que promueve la economía circular, y que empezó en 2016 junto a Inkaterra, Green Initiative y la Municipalidad de Machu Picchu Pueblo, instalando infraestructura para el adecuado manejo de los residuos como: una planta compactadora de PET y cartón, una máquinas de pulverización de vidrio, que convierte las botellas en arenilla para la construcción y mejora del ornato usados por la Municipalidad; una planta de biodiesel, que convierte el aceite usado de hoteles y restaurantes en glicerina para la limpieza de las calles; y una planta de pirólisis que convierte los residuos orgánicos en biochar o carbono natural, el mejor fertilizante que es usado para que la ciudadela esté siempre verde. Estas acciones permitieron que Machu Picchu fuera reconocida en 2021 como el primer destino turístico del mundo en recibir la certificación de carbono neutral.

A partir del éxito en Machu Picchu, extendimos el modelo a Cartagena de Indias, en Colombia, donde buscamos transformar su Centro Histórico en un referente de turismo sostenible y carbono neutral, promoviendo prácticas de reducción de emisiones y manejo responsable de residuos.

En la Amazonía peruana, lideramos desde el 2020 el proyecto “Superfrutos que conservan bosques”, donde recolectamos de manera sostenible superfrutos como el aguaje, camu camu y acaí, generando ingresos para más de 250 familias en 30 comunidades amazónicas, mientras conservamos más de 120,000 hectáreas de bosque primario y su biodiversidad. A la fecha, hemos adquirido más de 1,6 millones de kilos de superfrutos.

En el marco de nuestra estrategia de economía circular, trabajamos sobre dos pilares complementarios: la valorización de materiales post industriales y la recuperación de materiales post consumo. Actualmente, más del 80% de nuestros residuos post industriales son reaprovechados y conectados con distintas industrias otorgándoles circularidad, como es el caso del cartón reciclado que usamos para fabricar nuestra caja de agua Cielo de 20L.

“El proyecto AMAYU ha permitido conservar más de 120 000 hectáreas de bosques en la Amazonía”.

Uno de los principales retos es gestionar los materiales post consumo, que provienen del uso de productos por parte de los consumidores. En la nueva era de la Revolución Natural, creemos que la única forma de transformar el sistema es trabajando en conjunto, como lo plantea el ODS 17: Alianzas para lograr los Objetivos. Por ello, para abordar este desafío estamos formando alianzas estratégicas que nos permitan ampliar nuestro impacto positivo.

Un ejemplo de este enfoque colaborativo es la alianza con la Municipalidad de Machu Picchu, a través de la cual hemos recuperado cerca de 80 toneladas de botellas PET, que han sido reutilizadas para producir nuestras botellas de Cielo Alcalina, elaboradas 100% con material reciclado. Esta sinergia refleja cómo la cooperación efectiva puede generar soluciones sostenibles y replicables para enfrentar los retos ambientales más urgentes.

Cada uno de estos esfuerzos responde a nuestro compromiso de liderar la Revolución Natural, demostrando que es posible proteger el medio ambiente, crear valor social y al mismo tiempo construir un modelo de negocio sostenible.

¿Con qué organizaciones se han articulado para potenciar el alcance de impacto?

En Grupo AJE entendemos que las alianzas son fundamentales para lograr un impacto real. Por ello, nos hemos articulado con diversas organizaciones especializadas en conservación, gestión ambiental y revitalización cultural.

Para el proyecto Machu Picchu Carbono Neutral, trabajamos conjuntamente con Inkaterra, Green Initiative y la Municipalidad de Machu Picchu Pueblo, Tetra Pack, entre otros aliados. En la Amazonía peruana, colaboramos con el SERNANP (Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado) para el desarrollo de programas de conservación como el Proyecto de Repoblamiento de Taricayas.

A nivel internacional, en Guatemala, nos aliamos con la asociación Tikin Petén y las autoridades del Parque Nacional de Tikal y UNESCO.

En el ámbito cultural, trabajamos junto a UNESCO y el Ministerio de Cultura del Perú en proyectos de revitalización de lenguas originarias Ikitu, Kukama Kukamiria, Taushiro, como parte del impacto positivo que genera la cadena de valor de nuestra bebida AMAYU. Estas son lenguas originarias de las comunidades que son nuestras aliadas, a quienes les compramos directamente los súperfrutos que incorporamos en nuestras bebidas, y por eso es importante contribuir a que preserven su cultura y sus lenguas.

¿Cuáles son los resultados que han podido obtener?

Gracias a la implementación de nuestros programas y alianzas estratégicas, nuestros proyectos han permitido conservar importantes áreas naturales, impulsar prácticas de recolección responsable, proteger patrimonios culturales y naturales, y fomentar el desarrollo económico en comunidades locales. Hemos contribuido a crear conciencia ambiental entre los usuarios conscientes, colaboradores y aliados, fortaleciendo una cultura de sostenibilidad en todos los niveles.

De esta manera, nos ponemos al frente de la Revolución Natural, convencidos de que, a través de nuestros proyectos, podemos demostrar que el desarrollo económico y el respeto por nuestro planeta no solo pueden coexistir, sino fortalecerse mutuamente.

En su opinión, ¿de qué manera el sector privado puede contribuir a la conservación de la biodiversidad en el país?

En Grupo AJE estamos convencidos de que el sector privado tiene un rol fundamental en la conservación de la biodiversidad, no solo como financiador de proyectos, sino como agente activo que integra la protección del medioambiente en su propio modelo de negocio.

Es fundamental que las empresas incorporen en su estrategia principios de economía circular, minimizando la generación de residuos, entendiendo los ciclos de vida de los diferentes materiales e incorporando insumos reciclados, como venimos haciendo en la producción de nuestros envases.

La educación ambiental es otro pilar indispensable. En AJE, promovemos la sensibilización tanto en las comunidades locales como entre nuestros propios colaboradores y ciudadanía a través de las alianzas que venimos implementando.

Finalmente, la conservación de la biodiversidad debe ir de la mano de alianzas estratégicas: con autoridades, organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales.

Es relevante entender que la conservación de la biodiversidad, los recursos naturales y la lucha contra el cambio climático son acciones que debemos implementar desde el sector privado para lograr la sostenibilidad de los negocios y una sociedad saludable. No es posible pensar que las empresas vamos a tener insumos naturales sin no los preservamos, o pensar que el cambio climático no es real, cuando ya en Perú hemos visto como muchas cadenas de valor se ven afectadas por los constantes embates del cambio climático, generando altos costos en logística y distribución, por ejemplo.

¿A qué programas se han unido o han ejecutado en favor de la conservación de la biodiversidad peruana?

Una de nuestras principales contribuciones en biodiversidad es el proyecto AMAYU, que mediante una cadena de valor sostenible con superfrutos amazónicos recolectados por comunidades locales, ha permitido conservar más de 120,000 hectáreas de bosques vírgenes en la Amazonía. Esta iniciativa no solo protege la biodiversidad, sino que también genera ingresos responsables a más de 250 familias en 24 comunidades, fortaleciendo su rol como guardianes del bosque.

Asimismo, contribuimos con el Proyecto de Repoblamiento de Taricayas, a través del cual, junto a la Municipalidad de Maynas, hemos liberado más de 10,000 tortugas taricayas en Loreto, promoviendo la educación ambiental y el turismo responsable.

También colaboramos con Arbio Perú, una organización que trabaja por la conservación de los bosques amazónicos en Madre de Dios. A través de esta alianza, apoyamos la protección de 916 hectáreas de bosque primario en riesgo de deforestación, mediante un modelo de conservación privada que involucra a comunidades locales y promueve la investigación científica, la revalorización del ecosistema y la gestión sostenible del territorio.

En el marco de nuestro programa Ciudades Sostenibles, desarrollamos en Nasca un proyecto integral que pone en valor el patrimonio cultural y natural de la zona. Si bien trabajamos en la preservación de sitios emblemáticos como las Líneas de Nasca y los acueductos de Cantayoc y Ocongalla, el componente específico de preservación de la biodiversidad está vinculado a la protección del agua del árbol milenario y a la conservación de los ecosistemas que se desarrollan en su entorno, reconociendo su importancia como hábitat de especies únicas y su rol clave en la sostenibilidad ambiental del territorio.

También hemos trabajado en la revitalización cultural y lingüística en Loreto, en alianza con UNESCO y el Ministerio de Cultura, reconociendo que la protección de la biodiversidad va de la mano con la preservación de la diversidad cultural.

A nivel global, Grupo AJE respalda la protección de tres sitios patrimonio mundial en Asia: el Parque Histórico Ayutthaya en Tailandia, el Templo de Borobudur en Indonesia y el Santuario de Angkor Wat en Camboya.

En el Parque Histórico Ayutthaya, AJE lleva a cabo una serie de proyectos enfocados en la preservación tanto ambiental como cultural. Uno de los pilares clave es el Waste Management Project, que se encarga de gestionar los desechos generados por los visitantes y prevenir su acumulación en el sitio arqueológico, protegiendo así las estructuras de los templos.

Además, Grupo AJE pertenece al movimiento One Trillion Trees (1t. org), una iniciativa lanzada el 2020 por el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), con el objetivo global de cultivar 1 trillón de árboles de aquí al 2030, en beneficio de la biodiversidad y el planeta. Como parte de esta iniciativa, Grupo AJE se comprometió con 1r.org a preservar 6 millones de hectáreas de bosque primario en los países donde opera, entre ellos Perú, Ecuador, Colombia, América Central, México, Tailandia e Indonesia, a través del manejo riguroso de los recursos naturales y en alianza de las comunidades locales.

“Actualmente, más del 80 % de nuestros residuos post industriales son reaprovechados y conectados con distintas industrias”.

Finalmente, ¿qué llamado haría al sector privado para comprometerse frente al cambio climático o la protección de la biodiversidad?

Desde Grupo AJE hacemos un llamado claro y urgente al sector privado: integrar la sostenibilidad como un eje central de su estrategia empresarial, y no como un añadido o una iniciativa paralela.

El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son desafíos sistémicos que requieren que las empresas tomen responsabilidad directa sobre su huella y su impacto en los ecosistemas pues es la única estrategia que permite pensar en la sostenibilidad del negocio en el largo plazo.

También creemos que es esencial fomentar alianzas multisectoriales, donde las empresas colaboren con autoridades, ONGs y comunidades locales para potenciar esfuerzos y construir soluciones de gran escala.

Sobre todo, llamamos a entender que el respeto por la naturaleza no es solo una responsabilidad moral, sino una oportunidad para innovar, crear valor social y construir un futuro resiliente y próspero para todos.







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