
La incorporación de las energías renovables en el sector privado peruano presenta avances aún con mayores oportunidades. Algunos rubros han incluido en su suministro de energía a este tipo de fuentes, logrando así no solo una mitigación de los impactos ambientales, sino también en la innovación, competitividad y reducción de costos a largo plazo.
Nadia Malpartida, gerente sénior de Sostenibilidad y Cambio Climático de EY Perú, menciona que sectores como la minería, el retail y la industria manufacturera han mostrado mayor dinamismo en la adopción de renovables, principalmente a través de contratos de suministro Power Purchase Agreement (PPA) y la instalación de sistemas de autogeneración solar o eólica.
“A nivel regulatorio, los clientes libres— empresas con un consumo superior a 200 kW—tienen la posibilidad de negociar directamente con proveedores de energía renovable, lo que ha impulsado el crecimiento de este mercado. Sin embargo, persisten desafíos como la falta de incentivos específicos para la autogeneración y la necesidad de fortalecer la infraestructura de transmisión”, comenta.
Uno de los pilares de la descarbonización de las economías son las energías renovables, indudablemente. Luis Costa, director de Consultoría en Deuman, considera que estas ocupan un lugar central en la reducción de emisiones locales y globales asociadas al consumo de energía primaria y secundaria, principalmente del sector industrial.

“Perú se ha fijado metas ambiciosas en reducción de emisiones, eficiencia energética, mayor participación de fuentes renovables en su matriz energética y desacoplamiento del PIB respecto del consumo de energía, etc. Son principalmente las grandes compañías las que deben asumir este reto y, además, impulsar a sus proveedores y socios estratégicos en su cadena de valor a seguir el mismo camino”, indica.
José Luis Ruiz, profesor de la Escuela de Gestión Pública de la UP, resalta a las empresas que han implementado sistemas fotovoltaicos en sus unidades operativas para optimizar su consumo energético de la red.
“Las experiencias se multiplican y hoy podemos ver plantas industriales, centros de distribución, agencias bancarias, campamentos mineros, operaciones agropecuarias, en las que se han instalado paneles fotovoltaicos”, dice.
Huella de carbono y competitividad
Uno de los beneficios de la incorporación de renovables en las operaciones de las empresas es la reducción de la huella de carbono. Nadia Malpartida señala que ello se logra mediante la descarbonización del consumo energético gracias a los contratos PPA con generadores certificados, lo cual reduce significativamente las emisiones de alcance 2 en los reportes de huella de carbono.
“Asimismo, mediante la instalación de paneles solares o sistemas híbridos, que no solo disminuye las emisiones directas, sino que también reduce la dependencia de combustibles fósiles en procesos industriales”, explica.
Agrega que la adopción de tecnologías basadas en electricidad renovable, como el transporte eléctrico o el uso de hidrógeno verde en procesos industriales, contribuye a la reducción de emisiones en los alcances 1 y 3.

El ingreso a mercados más competitivos es otra de las ventajas que genera la adopción de energías renovables en las empresas. La gerente de EY Perú precisa que mercados como la Unión Europea y EE.UU. están imponiendo regulaciones más estrictas, como el CBAM (Carbon Border Adjustment Mechanism), que penaliza productos con alta huella de carbono. “El uso de energías renovables es un factor cada vez más relevante para la competitividad empresarial, especialmente en sectores exportadores y mercados con regulaciones estrictas en sostenibilidad”, refiere.
¿Riesgos?
Por otro lado, es necesario reconocer que las empresas asumen algunos riesgos cuando deciden apostar por las energías sostenibles. Sin embargo, Luis Costa arguye que los avances tecnológicos han reducido significativamente las incertidumbres en la última década. En su análisis, los costos de inversión por kW o MW instalado han bajado y el mercado de proveedores y desarrolladores ha madurado.
“Esto hace que hoy nos enfrentemos a proyectos bastante controlados en sus riesgos, especialmente en el sector industrial, a diferencia de los megaproyectos de generación de energía”, indica.
Para Nadia Malpartida, algunos riesgos que se pueden asumir tienen relación con la intermitencia y estabilidad del suministro, ya que las fuentes renovables como la solar y la eólica dependen de condiciones climáticas. No obstante, pueden mitigarse con almacenamiento en baterías o contratos híbridos con respaldo convencional.
“Además, la transición energética puede afectar a proveedores que dependen de combustibles fósiles, lo que exige una estrategia de gestión de riesgos y diversificación”, añade.
Otro aspecto a tomar en cuenta es el financiamiento. La especialista explica que aunque los costos han disminuido, la inversión en tecnologías renovables puede ser elevada, requiriendo modelos de financiamiento innovadores como bonos verdes o esquemas de compra de energía a largo plazo.
En este contexto, la buena noticia es que en la actualidad las instituciones financieras están focalizando sus carteras de inversión en iniciativas verdes.

“Basta con revisar las taxonomías en implementación o desarrollo en la región y en el mundo, para notar que los proyectos de energías renovables son considerados actividades elegibles para clasificar como actividades económicas medioambientalmente sostenibles dentro de las finanzas sostenibles”, señala Luis Costa.
Por su parte, José Luis Ruíz detalla que la cooperación internacional y la banca multilateral también cuentan con iniciativas que buscan proveer de asistencia técnica para reducir el costo de capital y asegurar que las empresas puedan obtener los ahorros prometidos en sus facturas de electricidad.
“Finalmente, actores como el Fondo de Garantía para Préstamos a la Pequeña Industria (FOGAPI) ya cuenta con garantías ambientales para que las empresas accedan a mejores tasas en el sistema financiero en proyectos de aplicación de energía solar a sistemas de bombeo, sistemas de iluminación, colectores, entre otros”, explica.
Por donde se le mire, la apuesta por las energías renovables es el futuro de las economías nacionales y corporativas debido a los bajos costos que presentan. Más importante aún es su contribución a la sostenibilidad ambiental del planeta, en el marco de problemas globales como el cambio climático. Se quiera o no, el camino está pauteado hacia las fuentes de energía sostenibles.
“En el balance, el compromiso corporativo y la presión de inversionistas por descarbonizar operaciones están impulsando esta transición”, finaliza Nadia Malpartida.