
Las áreas naturales protegidas del mar peruano están en la mira de la pesca industrial. Aunque la normativa vigente prohíbe la extracción de gran escala en estos espacios, el sector pesquero ha emprendido acciones legales para acceder a reservas marinas como la de Paracas, desatando una disputa clave para el futuro de la conservación marina en el país.
El valor ecológico de las reservas marinas
Perú cuenta con seis Áreas Naturales Protegidas (ANP) que abarcan ecosistemas oceánicos:
• Reserva Nacional de Paracas
• Reserva Nacional de Islas, Islotes y Puntas Guaneras
• Zona Reservada de Ancón
• Reserva Nacional San Fernando
• Reserva Nacional Mar Tropical de Grau (creada en 2024)
• Reserva Nacional Dorsal de Nasca (100% marina)
Juntas, estas áreas representan apenas el 7.89% del territorio marítimo peruano, una cifra baja comparada con Chile (41%) o Brasil (26%). Estas zonas cumplen un rol fundamental en la conservación de la biodiversidad marina, protegiendo especies clave y garantizando la sostenibilidad de los recursos pesqueros a largo plazo.
Uno de los ecosistemas más importantes es la Reserva Nacional de Paracas, creada en 1975. Con 335,000 hectáreas, de las cuales el 65% son marinas, este espacio alberga una gran variedad de especies, entre ellas la anchoveta (Engraulis ringens), base de la cadena alimenticia de aves guaneras, lobos marinos y peces de gran tamaño. Su presencia es clave para el equilibrio del ecosistema, pero también es el principal recurso que explota la industria pesquera peruana.
El conflicto por la pesca industrial en áreas protegidas
La ley peruana prohíbe expresamente la pesca de gran escala dentro de las ANP. Durante más de 22 años, esta norma no fue cuestionada. Sin embargo, en octubre de 2023, la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) solicitó una autorización para operar en la Reserva Nacional de Paracas, argumentando la existencia de “derechos preexistentes” de explotación antes de la creación del área protegida.
El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) rechazó la solicitud, señalando que solo existen derechos reconocidos para la pesca artesanal. En respuesta, la SNP demandó judicialmente al organismo estatal en enero de 2024. Hasta el momento, el tribunal ha fallado a favor de Sernanp en primera instancia, pero el caso sigue en disputa.
Mientras tanto, pescadores artesanales denuncian que flotas industriales ya han ingresado ilegalmente a la reserva. Un informe de la organización Artisonal reveló que en 2020, en plena pandemia, embarcaciones industriales violaron el área protegida 99 veces, algunas de ellas más de una vez. Empresas sancionadas por estas incursiones han apelado las multas en los tribunales, dilatando el proceso sancionador.
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Impacto de la pesca industrial en los ecosistemas marinos
Pescadores artesanales y científicos advierten que la pesca industrial dentro de reservas marinas podría generar consecuencias irreversibles. Entre los impactos más preocupantes destacan:
Reducción de la biodiversidad: La extracción masiva de anchoveta afecta a las especies que dependen de ella, desde peces grandes hasta aves marinas.
Daño a los fondos marinos: Métodos como el chinchorro (red de arrastre) y el palangre (líneas con cientos de anzuelos) pueden devastar hábitats submarinos y destruir bancos de conchas y moluscos.
Competencia desleal con la pesca artesanal: La pesca industrial extrae grandes volúmenes en poco tiempo, afectando la disponibilidad de recursos para las comunidades costeras que dependen de la pesca sostenible.
Alteración de la cadena trófica: Si la anchoveta escasea, muchas especies se verán obligadas a migrar o podrían desaparecer de la zona.
José Hernández, maricultor de la Reserva de Paracas, advierte: “Los industriales son los que más daño hacen al medio ambiente. Sus redes gigantes arrasan con todo, incluso con los bancos de conchas de abanico.”
Por su parte, Manuel Bartra, del colectivo Protejamos Paracas, compara el impacto de la pesca industrial con una discoteca al lado de un colegio: “No es compatible con la conservación.”
Regulaciones ambiguas: la contradicción del Estado peruano
El conflicto en Paracas no es un caso aislado. En 2021, cuando se creó la Reserva Nacional Dorsal de Nasca, el Estado permitió la pesca industrial dentro de la zona protegida, contradiciendo las normativas del Sernanp. Lo mismo ocurrió con la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau, creada en 2024, donde se ha permitido la pesca de gran escala en el Banco de Máncora, una de las áreas de mayor biodiversidad marina en el país.
Estas excepciones han generado críticas de organismos internacionales. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) no reconoce como reservas legítimas a las áreas donde se permite la pesca industrial. Además, Perú firmó en 2022 el acuerdo de Montreal, comprometiéndose a proteger el 30% de sus ecosistemas marinos y terrestres para 2030, un objetivo que parece cada vez más lejano.
Un editorial de la revista South Sustainability advirtió que la inclusión de la pesca industrial en áreas protegidas “va en contra de los compromisos internacionales de conservación del Perú y amenaza la biodiversidad del océano.”
El futuro de la conservación marina en el Perú
Mientras la disputa legal continúa, los pescadores artesanales, científicos y organizaciones ambientales insisten en la necesidad de fortalecer la protección de las reservas marinas.
• Mayor vigilancia y control: Las incursiones ilegales de flotas industriales deben ser fiscalizadas con mayor rigor.
• Cierre de vacíos legales: La legislación debe aclarar que las ANP son intangibles para cualquier actividad de pesca industrial.
• Cumplimiento de acuerdos internacionales: El Perú debe alinearse con sus compromisos ambientales y aumentar su porcentaje de mar protegido.
• Impulso a la pesca sostenible: Promover prácticas pesqueras que permitan la regeneración de las especies y beneficien a las comunidades costeras.
“Si la pesca industrial prospera en estas áreas, lo hará a costa de la conservación”, advierte Manuel Bartra. La decisión que tome el Estado no solo definirá el futuro de estos ecosistemas, sino que también marcará el rumbo del Perú en la lucha global por la protección de los océanos.
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