Las cocinas a gas en Sudamérica emiten hasta 49 veces más metano del que los gobiernos reportan, según un estudio en Brasil, Colombia y Chile. La mayoría de las fugas ocurren cuando la estufa está apagada, contribuyendo silenciosamente al cambio climático y afectando la calidad del aire en los hogares. Expertos advierten que el gas natural no es tan “limpio” como se cree y urgen a acelerar la transición a alternativas eléctricas más seguras y sostenibles.

Por Stakeholders

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Las cocinas a gas natural, presentes en millones de hogares sudamericanos, emiten mucho más metano del que los gobiernos han reportado, según un estudio reciente en Brasil, Colombia y Chile. Los primeros análisis revelan que las emisiones reales superan entre seis y 49 veces los valores estimados en los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero, lo que convierte a este tipo de energía en un actor más problemático de lo que se pensaba en la crisis climática.

“El gas natural es casi 90% metano, un potente gas de efecto invernadero”, explica Ricardo Morales Betancourt, investigador de la Universidad de los Andes y coautor del informe. Aunque su combustión genera principalmente dióxido de carbono, el hallazgo más alarmante del estudio es que el mayor volumen de emisiones proviene de fugas constantes, incluso cuando la cocina está apagada. En promedio, el 75% del metano liberado no proviene del uso del gas, sino de pequeñas filtraciones invisibles que ocurren en los hogares.

Los gobiernos de la región nunca han medido directamente estas emisiones y han basado sus registros en estimaciones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC). Ahora, el análisis del consorcio Global Methane Hubs llena ese vacío con datos reales obtenidos en 98 viviendas de Bogotá, São Paulo y dos ciudades chilenas. Los resultados son preocupantes: en Colombia, las emisiones fueron seis veces mayores a las reportadas; en Chile, 14 veces más; y en Brasil, hasta 49 veces superiores.

El problema no es solo ambiental, sino también de salud pública. Estudios previos ya han vinculado las emisiones de las cocinas a gas con enfermedades respiratorias como el asma, pero este informe también detectó contaminantes peligrosos como el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono y el benceno, un compuesto clasificado como cancerígeno. En espacios cerrados y con poca ventilación, estos gases pueden alcanzar niveles dañinos para la salud, especialmente en ciudades con alta densidad de población.

A pesar de que la transición energética es un tema recurrente en la región, la conversación rara vez se enfoca en el uso residencial de la energía. Aunque las cocinas de leña siguen siendo una gran fuente de contaminación en muchas zonas rurales, el gas natural no es una alternativa limpia. El informe sugiere avanzar hacia soluciones eléctricas más eficientes y seguras, eliminando gradualmente el uso de combustibles fósiles en los hogares.

Chile parece estar más cerca de esa transformación. “De los tres países estudiados, es el que ha avanzado más en la transición energética a nivel residencial”, señala Nicola Borregaard, de la consultora EBP. Según el análisis, los costos de la electricidad en Chile ya son competitivos y favorecen el cambio hacia electrodomésticos eléctricos. Sin embargo, para que esta transformación ocurra en toda la región, es necesario un replanteamiento profundo sobre el uso del gas en cocinas, calefacciones y calentadores, especialmente en las grandes urbes.

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