Por Stakeholders
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Walmart, considerado durante años un líder en responsabilidad social empresarial (RSE), se encuentra en un punto crítico que pone en tela de juicio su compromiso con dos pilares fundamentales de su estrategia corporativa: la sostenibilidad ambiental y la equidad social.
Recientes actualizaciones han revelado que la empresa enfrenta serias dificultades para cumplir con sus objetivos climáticos de 2025 y 2030, mientras que simultáneamente recorta iniciativas clave en diversidad, equidad e inclusión (DEI). Estos cambios no solo han generado críticas, sino también dudas sobre si Walmart sigue siendo el modelo de RSE que muchos consideraban.
Walmart duda de cumplir sus objetivos ambientales
En el ámbito ambiental, Walmart había establecido metas ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes de sus operaciones directas e indirectas.
En 2020, la compañía se comprometió a reducir en un 35% sus emisiones absolutas para 2025 y en un 65% para 2030, tomando como base los niveles de 2015. Sin embargo, recientemente admitió que estas metas intermedias son inalcanzables debido a una combinación de factores. Entre ellos se encuentra el envejecimiento de los equipos de refrigeración, cuya tecnología no ha avanzado lo suficiente para minimizar el impacto ambiental; el aumento de las emisiones derivadas de su flota logística, que continúa creciendo para satisfacer la expansión global de la empresa; y los retrasos en la adopción de energías renovables, cuyo ritmo no ha sido suficiente para compensar el aumento de las operaciones.
Aunque Walmart mantiene su objetivo a largo plazo de alcanzar la neutralidad de carbono para 2040, su progreso actual genera incertidumbre sobre si dicho compromiso es realista o, simplemente, simbólico.
Reducir las políticas de diversidad e inclusión
Por otro lado, el debilitamiento de sus políticas de DEI ha puesto en entredicho su liderazgo social. Walmart, que alguna vez lideró iniciativas para promover la diversidad y la equidad, ha decidido retroceder en áreas clave tras enfrentar presiones de grupos conservadores. Entre las medidas adoptadas, la empresa anunció que ya no considerará la raza y el género como criterios para otorgar contratos a proveedores y reducirá los esfuerzos destinados a priorizar la inclusión en su cadena de suministro.
Además, ha disminuido su apoyo a eventos como el Orgullo LGBTQ+ y cesará su participación en clasificaciones de inclusión reconocidas. Estos cambios se producen en un contexto político polarizado en los Estados Unidos, donde las iniciativas de DEI han sido objeto de críticas por parte de ciertos sectores ideológicos.
¿Qué está sucediendo con Walmart?
Lo que estos retrocesos en los ámbitos ambiental y social revelan es una fragilidad subyacente en los compromisos corporativos de Walmart. Por un lado, las metas climáticas parecen haber sido superadas por desafíos estructurales y tecnológicos que no se anticiparon al momento de su formulación. Por otro lado, las políticas de DEI, que alguna vez se presentaron como un estandarte del compromiso social de la empresa, han sido desmanteladas ante presiones externas, lo que plantea dudas sobre si estos esfuerzos fueron realmente estratégicos o simplemente una respuesta a las demandas sociales de su tiempo.
Las consecuencias de estas decisiones van más allá del impacto inmediato en los programas afectados, pues afectan directamente la confianza de sus stakeholders. Los consumidores conscientes, que cada vez más buscan empresas alineadas con valores éticos y sostenibles, podrían comenzar a cuestionar si Walmart realmente cumple con las expectativas en estas áreas.
De igual manera, los inversionistas que priorizan criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) podrían reconsiderar su apoyo a la empresa si perciben una falta de consistencia en sus compromisos. Por último, los empleados, especialmente las generaciones más jóvenes, podrían sentirse desmotivados si perciben que la empresa no respalda los valores de diversidad e inclusión que muchas veces son clave para atraer y retener talento calificado.
¿Cómo revertir esta situación?
En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿qué necesita Walmart para revertir el rumbo y recuperar su liderazgo en RSE?
Primero, debe priorizar la transparencia, explicando de manera más detallada y honesta las razones detrás de sus desafíos climáticos y los ajustes en sus políticas de DEI. Segundo, es esencial que redoble sus esfuerzos en innovación tecnológica, invirtiendo en soluciones como equipos de refrigeración de bajo impacto ambiental y transporte sostenible. Tercero, debe resistir la tentación de ceder ante presiones políticas a corto plazo y enfocarse en construir políticas de inclusión que sean resilientes y adaptables al contexto actual.
Finalmente, Walmart debe reconocer que la responsabilidad social empresarial no es solo una cuestión de reputación, sino un componente esencial para el éxito a largo plazo en un mundo donde los consumidores, inversionistas y empleados valoran cada vez más la coherencia entre los valores declarados y las acciones realizadas.
El desafío para Walmart es monumental, pero no insuperable. Su capacidad para retomar el liderazgo en RSE dependerá de su voluntad de innovar, adaptarse y reafirmar su compromiso con un modelo de negocio que sea no solo rentable, sino también sostenible y equitativo. El tiempo dirá si el gigante del retail puede redimirse y volver a ser el paladín que alguna vez marcó la pauta en responsabilidad empresarial.
