Por Stakeholders

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Las empresas peruanas, desde el 2015, han comenzado adoptar la certificación B para ser negocios con propósito, una apuesta para involucrar a estas en la lucha frente a problemáticas mundiales como el cambio climático. En el mundo, hay casi 3000 Empresas B.

POR RENZO ROJAS
rrojas@stakeholders.com.pe

 

Hay un plus en contar con empresas que se preocupen por lo que sucede en nuestra sociedad; ya que el compromiso que estas asumen con su entorno, es vital para generar bienestar en un país y sus habitantes. Una tarea que día a día crece y en la que el sector privado puede ser un aliado clave del Estado. En este contexto, una Empresa B es un modelo de negocio con propósito, aquel responsable e identificable legítimamente con el desarrollo sostenible.

Para esta nota, Stakeholders dialogó con los gestores de esta iniciativa, quienes pertenecen a Sistema B, un movimiento regional y mundial que busca proponer alternativas para generar una economía inclusiva y comprometida con la sostenibilidad. Importancia, beneficios y compromisos son algunos de los carices a los que apelaron para dialogar sobre un tema que va tomando poco a poco relevancia en el Perú.

¿Qué es una Empresa B?

Entender a un negocio con propósito va más allá de lo comercial y sus réditos económicos, ya que su accionar implica impactar positivamente en el ámbito social y ambiental. Por otro lado, incorporar a estos dos últimos puntos resulta ser uno de los compromisos pilares que asumen las Empresas B, negocios con propósito que hacen de estos partes de su esencia y definición. Baltazar Caravedo, co fundador y director de Sistema B Perú, conversó al respecto.

“Las Empresas B son aquellas a las que se les conoce como negocios con propósito. Identifican un propósito, algo que quieran resolver; sea un problema ambiental, social o ambos, e inclusive más integral. Es una empresa híbrida que no solo busca obtener utilidades, sino resolver problemas acordes a lo anterior. Esto las diferencia de las empresas tradicionales, que solo buscan maximizar sus ganancias, al menos esa ha sido la lógica de la dinámica del mercado”, indicó.

Imaginemos a una empresa que ha logrado reducir notablemente su emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en sus actividades, pensemos en otra comprometida legalmente con la disminución de su huella de carbono. No es imposible y la certificación B es un canal eficiente y accesible para grandes, medianas y pequeñas empresas de un país como Perú, el cual busca llegar a su Bicentenario de la Independencia con un importante desarrollo económico. María Alejandra Soto, co fundadora y miembro del equipo ejecutivo de Sistema B Perú, también abordó la definición de las Empresas B y profundizó en el compromiso de estas.

“El principal compromiso que asume una Empresa B es a nivel estatutario para desarrollar un modelo de negocio que genere ganancias económicas, pero que también tenga impactos positivos en el entorno ambiental. En ese sentido, a nivel de dirección, el estatuto, el documento legal más importante de cualquier empresa, evidencia que esta tiene un norte, un propósito para generar un verdadero impacto ambiental y social positivo en el largo plazo”, aseveró.

Por su parte, Baltazar Caravedo habló sobre la evolución positiva que han tenido en cantidad las Empresas B en el contexto peruano, un aumento considerable y que se proyecta en el futuro a sumar más organizaciones.

“Hacia marzo del año 2015, había solo dos Empresas B en el país. Para octubre del 2016, había 6. Luego hubo un incremento sustantivo, ya que somos un aproximado de 35 Empresas B en la actualidad. La mayor parte de las Empresas B son pequeñas; sin embargo, hay algunas empresas, como el caso de Valle y Pampa, que tienen una facturación importante y que son novedosas en la dinámica de las Empresas B”, explicó.

¿De qué forma me certifico como una Empresa B?

Detrás de un fin hay un proceso. Conseguir objetivos requiere que una empresa involucre  a todos sus miembros en las metas y que esté dispuesta a salir de su zona de confort. No obstante, podemos decir que acceder a la certificación B no implica un proceso engorroso, ni mucho menos desventajoso. María Alejandra Soto describió cuáles son estas etapas y qué criterios de evaluación son necesarios para la certificación B.

“El primer paso es medirse. Siempre nos cruzamos con empresas que quieren ser B, viven mucho con la cultura, con la iniciativa, pero la pregunta es cómo eso tú lo concretas. Para este paso, contamos con la herramienta de Evaluación de Impacto B, la cual está on – line y es gratuita. En esta evaluación abordamos temas relacionados al Buen Gobierno Corporativo (BGC), políticas de protección de calidad con el cliente, temas de reciclaje, si es que contratas a personas en situación de vulnerabilidad y demás”, detalló.

También comentó que la calificación mínima es de 80 puntos – de un total de 150 – en la primera evaluación para continuar con la certificación. Posteriormente, una auditoría corrobora que todo lo aprobado se esté implementando en la empresa. En esa línea, la evaluación que realizan las empresas también tiene un trasfondo educativo, ya que permite que estas comprendan al término sostenibilidad en toda su dimensión.

Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y Empresas B: ¿filantropía?

¡No! Y partamos por mencionar que filantropía no es RSE. En la forma de entender este concepto, Baltazar Caravedo refirió que un acto altruista corporativo puede ser un aspecto de la RSE, pero jamás su valor eje. En ese sentido, una Empresa B se desliga en definitiva de la filantropía como su estrategia más pura; porque, si bien su génesis se relaciona con la RSE, su diferencial está en la incorporación del desarrollo sostenible de una manera específica y estructurada.

 “El origen de las Empresas B tiene que ver con la RSE, con la diferencia que se ha incorporado en su práctica elementos que son nuevos como es el proceso de certificación. Además, tiene elementos más integrales que también lo toma en cuenta desde luego la RSE, pero aquí se da de una manera más precisa y enfocada”, señaló.

Para finalizar, y cambiando de perspectiva, la existencia de un marco normativo es necesario para incentivar el crecimiento de las Empresas B; sin embargo, no es excluyente. En esto último, la co fundadora y miembro del equipo ejecutivo de Empresa B Perú hizo hincapié.

 “No considero que para que se desarrolle el movimiento de empresas con propósito es necesario que haya una ley. Pero notablemente una ley como la de Sociedad de Beneficio e Interés Colectivo (Ley BIC) va ayudar a que este tema escale más rápidamente. Ahí el Estado tiene un rol importante”, enfatizó.

Por su lado, el director de Sistema B Perú se pronunció sobre la ventaja de contar con una legislación adecuada que ayude a las Empresas B a instalarse en el mercado. Agregó que problemas globales como el “cambio climático están marcando lo que experimentamos en la actualidad, y si esto puede contar de alguna forma con el apoyo de una empresa privada, la cual modifique sus prácticas y tome en consideración varios elementos, es muy bueno”.

 







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