Por Stakeholders

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Por: Jorge Melo Vega Castro
Presidente de Responde


Han aparecido últimamente imágenes conmovedoras que nos invitan a reflexionar sobre eventos extraordinarios ocurridos en esta etapa reciente de la historia moderna. Desde el movimiento hippie, el Mayo francés, la Primavera de Praga, la Guerra de Vietnam y las masivas manifestaciones nunca antes vistas en ciudades norteamericanas contra el engaño de sus gobernantes respecto el desarrollo de la guerra, esta indignación se ve agravada por los magnicidios de Martin Luther King y Robert Kennedy. En nuestra región también ocurrieron movimientos trascendentes que modificaron el curso de la historia: la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en México y las revoluciones de Velasco Alvarado en Perú y Torrijos en Panamá, entre otros acontecimientos.

Estos sucesos consiguieron cambiar la forma tradicional de ejercer la política y el uso de ciertos patrones en el ejercicio del poder. Por diversas circunstancias el año 1968 marcó un antes y un después respecto a los movimientos sociales en casi todo el mundo, cansados ya de que los gobernantes ejercieran una representación que desnaturalizaba sus respectivos mandatos. Hoy resulta difícil comprender que hace sólo 50 años atrás, tolerar el ejercicio de los derechos civiles, valorar a los sectores más pobres y practicar la transparencia en la gestión, no eran precisamente estilos de gobierno que se practicaban.

Se estrena este peculiar 1968, precisamente en Europa del este y en pleno auge de la Guerra Fría. Eran los primeros días de enero e irrumpe el movimiento por el “socialismo con rostro humano”, conocido como la Primavera de Praga, que reivindicaba mayores libertades y derechos políticos y laborales, en un país que formaba parte de la órbita soviética. Esa “primavera” duró 8 meses y concluyó con la invasión a Checoslovaquia de 5,000 tanques y 200,000 soldados rusos.

La Guerra de Vietnam alcanzó altos niveles de toxicidad durante ese período, ya que la administración de Lyndon Johnson venía elevando la complejidad de las mentiras ante sus ciudadanos, queriendo hacerles creer que estaban por ganar una guerra que tenían perdida desde el origen –la reciente película Los archivos del Pentágono o The Post, nos lo recuerda-. El gobierno americano envió, sólo ese año, más de medio millón de jóvenes a luchar una guerra ajena para proteger un régimen corrupto al sur de Vietnam, en nombre de la libertad. Murieron al final 58,000 estadounidenses y más de un millón de vietnamitas del norte y del sur.

En esa guerra se arrojaron más de 14 millones de toneladas de bombas, tres veces más que durante toda la Segunda Guerra Mundial. Gran parte del pueblo norteamericano estaba en contra de la guerra, tomaban las calles de las grandes ciudades –recordemos la emblemática escena de Forrest Gump y la manifestación pacifista en el Obelisco de Washington D.C.-, las editoriales e imágenes de la prensa transmitían indignación, mientras que los presidentes Johnson y posteriormente Nixon, lo negaban todo y mentían.

Se sumó a esa indignación y movilización ciudadana en los EEUU el asesinato del “Dr. King”, líder del movimiento por la reivindicación de los derechos civiles de los ciudadanos afroamericanos. Dos meses después, también es disparado Robert Kennedy, candidato demócrata a la presidencia y hermano del también asesinado presidente John F. Kennedy. Ambos líderes asesinados coincidían en la agenda de los derechos y libertades ciudadanas y exigían mayor transparencia a Washington.

La imaginación al poder

Francia vivió en Mayo del 68 una nueva revolución, ésta no ondeaba las banderas de la libertad, la igualdad y la fraternidad de 1789, sino que fue una protesta juvenil cargada de mucha intelectualidad e indignación frente a la sociedad de consumo y al desempleo. El movimiento fue liderado por los universitarios a los que luego se plegaron los trabajadores en una huelga general. La movilización del Mayo francés, fundamentalmente parisino, no tenía una vocación de poder, pero sí representó una recuperación ciudadana del poder político que tenía monopolizado Charles De Gaulle y llevó luego a importantes reformas en Francia y Europa.

El Mayo francés dio mayor impulso al movimiento juvenil hippie que se desarrollaba en los EEUU, por la paz y contra la Guerra en Vietnam. Fue un movimiento contracultural que impulsaba el sexo y el amor libre, el uso de las drogas y la pasividad. Se autodenominaban “hijos de las flores” y cambiaron sus vestimentas por unas más sueltas y coloridas, promoviendo la práctica de la desnudez. Alcanzaron su apogeo en el mundo un año después, con toda la fuerza que suele impulsar la música. Un concierto en la localidad de Woodstock en el estado de Nueva York, encumbró al movimiento hippie durante tres días de “paz, música y amor” que congregaron a los mejores músicos de la época y que gozaban del mayor prestigio entre los jóvenes del mundo. Fueron protagonistas en el Festival de Woodstock: Santana, Joe Cocker, Jimi Hendrix, Crosby, Stills, Nash & Young, The Who, Joan Baez, entre otros.

América latina también en la historia

La región latinoamericana se sumó al convulso 68 en el mes de octubre. En México, el 2 de octubre, ocurrió la masacre de Tlatelolco, en la que murieron más de 250 jóvenes universitarios reunidos en la Plaza de las Tres Culturas, que participaban en una manifestación de protesta contra el corrupto gobierno de Diaz Ordaz del PRI. Fueron masacrados por militares en la misma plaza y luego sus cuerpos fueron incinerados para no llamar la atención internacional –muy similar a lo ocurrido hace 3 años en Iguala en el estado de Guerrero-. Para México la matanza de Tlatelolco se ha convertido en un hecho central de su historia de movimientos sociales.

En Perú, el día 3 de octubre, surge un movimiento militar liderado por el General Velasco Alvarado que reivindica las mismas demandas que las de las protestas mundiales antes mencionadas: la falta de veracidad de los gobernantes hacia la población, entre otras. Para el caso, era el contrato por el petróleo de la Brea y Pariñas en Talara y que era operado por la International Petroleum Company (IPC), empresa subsidiaria de la Standard Oil. Posteriormente el gobierno militar impulsó una larga serie de reformas sociales que habían sido ofrecidas por gobiernos anteriores y que nunca cumplieron.

En línea con lo ocurrido en el Perú, pocos días después también se presenta un movimiento similar en Panamá liderado por el General Omar Torrijos con la Guardia Nacional. Una vez más el nacionalismo fue la bandera inspiradora del movimiento que logró impactar en el comercio internacional, ya que recuperó para Panamá su Canal que lo administraba los EEUU desde 1904. Se legitima su derecho luego de la firma del acuerdo Torrijos-Carter, logrando alcanzar su auténtica soberanía. La historia de Panamá nace con el Canal y su actividad giraba alrededor de él.

La historia moderna encuentra en el año 1968 un punto de inflexión que es particularmente especial por la coincidencia en el año. Los sucesos relatados surgen como productos de movimientos sociales en diferentes países, sean estos desarrollados o no, y no podemos definir a alguno de ellos como el protagonista, la reivindicación es común en todos los casos: exigir cambios en las sociedades y los Estados, promovidos desde las bases sociales que se resisten a tolerar el mantenimiento del statu quo.







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