Por Stakeholders

Lectura de:

Dra. Ing. Albina Ruiz Ríos
Experta en Economía Circular


Hace años, cuando leí por primera vez el concepto de Economía Circular, pensé en Jorge y Natividad, mis padres. Ellos sin saberlo practicaban la economía circular como lo hace la madre naturaleza; ellos eran pequeños campesinos, mi padre nunca fue a la escuela y mi madre fue un año, sin embargo sabían leer las señas de la naturaleza y siguiendo esas señas, tenían prácticas en la vida cotidiana que hacían que la economía circular estuviese presente. Por ejemplo mi madre compraba los sacos de harina, los lavaba con ceniza para sacarles las letras y luego con ella hacia manteles, sábanas, ropa interior para sus 8 hijos y todo a mano. Mi padre era montarás, pero jamás cazaba un sajino sino identificaba que en la manada había un nuevo macho alfa más joven, porque él decía que si no hacía eso se acabaría la manada y no tendría que más cazar con el tiempo, sin saberlo hacía caza sostenible.

Nuestra ropa siempre era remendada e incluso cuando ésta ya había sido usada hasta estar muy gastada, todavía lo usábamos como carona para montar el caballo.

También recuerdo cuando me mude por primera vez a Lima, escuche a mi tía decir que su refrigeradora ya tenia 40 años y que nunca tuvo necesidad de repararla, eso indica que era un producto pensado para que tuviera una vida útil de largo plazo. Sin embargo luego vino el consumismo y se empezaron a diseñar y producir una serie de bienes con periodo de caducidad, y donde no estaba pensado que hacer con ese bien, ya sea un artefacto o un mueble, al concluir su vida útil, generando grandes cantidades de residuos sólidos que iban a parar a los botaderos y más adelante a algunos rellenos sanitarios que empezaron a construirse en el país.

Si bien es cierto los recicladores existen desde hace más de 50 años, no lograban recuperar todo pues no todo tenía precio en el mercado, porque no se podía reciclar. Estos bienes no estaban pensados para ser reparados o para que sus partes pudiesen ser utilizados en la producción de nuevos bienes, esto hizo que cada vez hubiera más presión sobre los recursos naturales para tener la materia prima, generando escasez y precios volátiles en muchos de esos recursos que se extraen, como los minerales, por ejemplo.

Es hora de volver a la economía circular, desde nuestros hogares, desde las empresas, desde el estado, necesitamos ser consumidores y productores responsables, no pensar solo en las grandes utilidades, si es necesario producir utilidades pero no exceso y menos a costa de sobre explotar o agotar los recursos naturales. Y esto no es solo responsabilidad de los empresarios, sino de cada ciudadano de premiar al consumir productos que garanticen un mayor tiempo de vida útil, o que las partes que lo componen volverán a ser utilizados, o cuyos empaques o envases son biodegradables, retornables, reusables, o reciclables.

El estado es el mayor comprador, por ende las políticas de compras deberán premiar a las empresas que ofertan bienes y servicios enmarcados en la economía circular.La academia tiene un rol importante en la búsquedas de nuevas tecnologías, de ecodiseños, de preparar a los futuros profesionales con una visión diferente, no solo de producir sino de producir responsablemente.

Esta crisis generada por el COVID-19, nos debe llevar a reflexionar y pensar que estamos haciendo con este planeta, porque no hay repuesto, necesitamos cuidarlo pensando en nosotros, pero también en nuestra descendencia y en los que creemos en la reencarnación, pensando en nosotros mismos para cuando regresemos.

 







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