Por Stakeholders

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La nueva normalidad y la reconstrucción de la economía están en el centro de las preocupaciones de casi todos los gobiernos del mundo, sobre todo en lo que será  la nueva etapa post COVID-19. 

En este escenario, la sostenibilidad se posicionará como uno de los pilares fundamentales de la recuperación para así asegurar una mayor resiliencia en el futuro, tal y como señala una nota publicada en la web diarioresponsable.com. 

Esto se debe a que las diferentes iniciativas impulsadas por los organismos internacionales en el ámbito medioambiental y medidas de protección social, apuntan a la consolidación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) formulados por las Naciones Unidas.

Se estima que esta apuesta por la sostenibilidad requerirá hacer frente a los desafíos que encierra el desarrollo sostenible y que se han acelerado a consecuencia de la irrupción de la COVID-19. 

En este sentido, desde la Red Española del Pacto Mundial han resaltado tres grandes retos que serán clave para la construcción de un mundo mejor y más sostenible después de la pandemia:

Reducir las desigualdades a través de un enfoque de DD.HH.

Los Derechos Humanos una vez más vuelven a estar en el centro de la escena como eje vector de todas las políticas. En este tema, la pandemia es una prueba para las sociedades, los gobiernos, las empresas, las comunidades y los individuos que deberán hacer frente unidos a las desigualdades que ya existían y que están siendo acrecentadas por la crisis actual que ha resaltado la desigualdad económica, racial, y de género, entre otras. 

Se cree que la pandemia de COVID-19, además de estar impactando en mayor grado en los colectivos más vulnerables como las mujeres, el colectivo LGTBI o las personas con discapacidad, está generando una ola de estigmatización, discriminación, racismo y xenofobia contra determinados grupos nacionales y étnicos que es urgente frenar.

Este aumento de las desigualdades deberá ser afrontado desde un enfoque de derechos humanos tanto por parte de los gobiernos como por el sector privado, a través de campañas de sensibilización y formación y recursos y herramientas que faciliten la implementación de los Principios Rectores en esta materia. De esta forma, no sólo lograremos asegurar la erradicación de la discriminación hacia estos colectivos y su plena igualdad e integración en la sociedad, sino que también estaremos más cerca de alcanzar las metas marcadas en la Agenda 2030, de las cuales un 92% están vinculadas a los principales tratados de derechos humanos.

Cerrar la brecha de financiación de la Agenda 2030

La financiación de la Agenda 2030 ya era un reto antes de comenzar la crisis. Su déficit anual se estimaba entre 2 y 4 billones de dólares hasta 2030, una brecha económica que ya resultaba difícil de cerrar incluso a pesar del incremento en ISR (Inversión Socialmente Responsable) que se producía antes de la pandemia.  

Aunque todavía no hay datos certeros de 2020, según varios estudios esta tendencia al alza parece no haber sido interrumpida durante los primeros meses de la recesión, en los que los fondos con criterios ASG produjeron mayores rendimientos. Sin embargo, la realidad es que la crisis económica amenaza el crecimiento de las inversiones privadas pues la deuda de las empresas sigue aumentando a niveles sin precedentes y seguimos lejos de alcanzar la financiación necesaria para hacer realidad los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para asumir tal desafío, será clave el apoyo a las empresas por parte tanto de las administraciones públicas como del sistema financiero a través de líneas de crédito especiales y otros instrumentos que les ayuden a garantizar la continuidad de sus actividades. Asimismo, será necesaria una mayor educación sobre inversión responsable, de modo que aquellos fondos que apuesten por criterios ASG sean cada vez más valorados y frecuentes.

Aumentar la ambición en la lucha contra el cambio climático

El confinamiento ha frenado el consumo, pero no la contaminación ambiental. Pese al freno que sufrió la economía mundial, el cambio climático sigue avanzando. Esta crisis ha puesto de manifiesto la insuficiencia de la respuesta mundial a las emergencias climáticas y de biodiversidad; a pesar de haberse comprometido a mantener el aumento de la temperatura mundial en 1,5ºC, el mundo sigue en una peligrosa senda de 3ºC.

Debido a la magnitud, el alcance y el ritmo de la pandemia, existe actualmente un riesgo importante de que la respuesta a la crisis de COVID-19 absorba la mayor parte del capital político y los limitados recursos financieros, por lo que se desvíe la atención de la aplicación de las contribuciones determinadas a nivel nacional.

Por ello, países y sector privado deben reafirmar sus compromisos con el desarrollo sostenible y la adopción de medidas ambiciosas en relación con el clima, como el establecimiento de objetivos basados en la ciencia o el impulso de políticas habilitadoras que se ajusten a una trayectoria de 1,5ºC y una economía de cero emisiones de carbono.

La sostenibilidad tiene grandes retos por delante en este nuevo escenario post COVID-19 y un compromiso para mejorar las sociedades orientando este cambio hacia la justicia social y ambiental.

Fuente: diarioresponsable.com







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