Por Stakeholders

Lectura de:

Hans Rothgiesser
Miembro del Consejo Consultivo Stakeholders

Todos conocemos la historia. El país tenía una serie de problemas económicos. Desde impuestos antitécnicos, hasta empresas estatales que distorsionaban mercados para ni siquiera hacer las cosas bien. Hizo falta una crisis profunda que afectara duramente a todos los peruanos para que se justificara la llegada de un líder -que luego nos decepcionó a nivel político-, para proponer y ejecutar reformas económicas dramáticas. Éstas asustaron al comienzo, pero a largo plazo rindieron frutos.

El Perú pasó a tener un crecimiento económico nunca antes visto, una reducción de la pobreza que sorprendió al mundo entero -aunque en el Perú varios políticos se resistan a aceptarlo- y una reducción de la desigualdad que aún es insuficiente, pero que está en camino.

Algo parecido sucedió a finales de los dos miles, cuando se reveló la desastrosa noticia de que estábamos en los últimos puestos del mundo en matemáticas. El impacto fue tal, que por fin hubo apoyo a una reforma profunda de la educación, que incorporara el elemento de la meritocracia, algo a lo que el Sutep se había opuesto ferozmente por décadas.

El actual gobierno de transición ha sabido capitalizar otro descontento social para impulsar una reforma que se había estado pidiendo por décadas también y que no se había podido abordar: el de la policía. Por años se ha estado insistiendo en que la inseguridad ciudadana no podía continuar así y que la policía necesitaba cambios profundos. No obstante, como pasaba con las otras dos reformas mencionadas, no se podía hacer porque los grupos interesados en que todo siga igual se oponían con uñas y dientes. El lamentable manejo de las protestas de hace unas semanas por parte de la policía, que terminó en muertes de dos jóvenes y en maltratos a otros varios, ha llevado a un anuncio por parte del presidente que ha sido apoyado por la sociedad civil. Quizás por fin veamos un cambio verdadero en la policía pronto.

Ahora bien, muchas empresas han sufrido con la pandemia y la cuarentena y el aislamiento social obligatorio. Otras han aprovechado la oportunidad para reinventarse a sí mismas. Por mucho tiempo algunos autores hablaban de la importancia de la resiliencia dentro de la empresa. El peruano Ben Schneider, por ejemplo, tiene un libro al respecto y explica que se trata de un término que tiene su origen en la física, pero que se aplica a las empresas que están preparadas para el cambio, sin dejar de tener sólidos fundamentos que sirven como base para los momentos difíciles.

En este 2020 tan difícil es que hemos podido ver de primera mano cuáles empresas eran resilientes y cuáles no lo eran. Cuáles tenían las bases y la capacidad para aguantar el mal tiempo, pero adaptarse al cambio rápidamente y cuáles no.

Este potencial para el cambio no solo se debe entender como una forma para alcanzar mayores niveles de renta o para apropiarse de una porción más grande del mercado, sino además para hacer cambios sociales, para poder contribuir más a la sociedad. Entonces maneras más profundas y efectivas para poder hacer responsabilidad social, para poder devolver al país por las oportunidades que se tuvo. Estamos hablando de nuevos proyectos educativos, de nuevas formas de colaborar, de nuevos campos en los cuales se puede obtener mayor impacto. Si bien el 2020 está siendo un año muy difícil, también es una tremenda oportunidad para salir con un país mejor, más unido y más empático en todas las direcciones. Esto depende enteramente de nosotros mismos.







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