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Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Ernesto Gálmez
Gerente General de Perú 2021

“Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo» Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad.

Si hablamos de sostenibilidad no podemos hablar sobre organizaciones, empresas o instituciones. Debemos hablar sobre personas dado que al final, son las personas las que toman decisiones y en quienes impactan esas mismas decisiones: No cuidamos el árbol por el árbol ni queremos productos saludables por moda sino porque así aseguramos la existencia de futuras generaciones. El planeta no necesita a las personas para seguir existiendo. Nosotros necesitamos al planeta para seguir existiendo.

El reto de la sostenibilidad está entonces en parar y pensar como ser humano parte de una comunidad, más allá de hacer plata o generar riqueza. El reto es parar y repensar nuestras decisiones diarias y saber que tienen un impacto positivo o negativo. Y detrás de eso, el reto está en pasar de pensar en hacer el bien invirtiendo en proyectos sociales o ambientales a crear negocios o transformar negocios donde en su ADN esté incorporado en cada átomo un enfoque sostenible. Para eso tenemos que ser creativos y pensar fuera de la caja. Es más fácil y se gana más haciendo negocios sin un enfoque de sostenibilidad. Por otro lado, es más barato y más fácil también comprar productos o contratar servicios que no incorporen el enfoque de sostenibilidad en la cadena de valor. El desafío está en crear negocios que generen riqueza y, al mismo tiempo, generen valor a las personas.

Las nuevas generaciones se están dando cuenta de esto: Los milenials ya no trabajan en cualquier empresa. Ellos deciden dónde estar. No quieren un jefe que solo piense en rentabilidad económica. Quieren un jefe a quién admirar y que esté convencido de hacer las cosas bien. Tampoco consumen productos que vengan de cadenas sombrías. Las cosas están cambiando. Pero muy lento. Y más lento en Perú. Acá vemos todos los días más bien que todo pasa al revés. Todavía somos Macondo.

Pensamos con el ombligo la forma de hacer negocios y la forma de consumir. No existe un ambiente normativo o sistémico que promueva o fomente esta transformación en Perú. No se beneficia o premia a las empresas que incorporan el enfoque de sostenibilidad al momento de contratar proveedores, se busca siempre al cumplidor BBB. Las personas no se preocupan si las piñas que compran en los supermercados vienen de bosques manejados ni están preparadas a pagar más si esto fuera así. Estamos comenzando, pero estamos en pañales.

Mientras pasa eso en el mercado, paralelamente, en las distintas conversaciones con los Gerentes de Sostenibilidad de las empresas con las que comúnmente nos reunimos, la frustración es la misma: “¿Cómo le demuestro al Gerente General, al de Finanzas o al de Operaciones que debemos cambiar procesos y formas y transformarnos en un negocio sostenible? ¿Dónde encuentro herramientas para medir el impacto y el retorno de la inversión en sostenibilidad que hace mi empresa? Aquí solo me ven como un área de gasto.”

Y eso es lo común. Entonces surge el doble estándar en el que por un lado la empresa busca la foto al lado de alguna certificación verde y por el otro lado, la sostenibilidad sigue estando adentro de un área que antes se llamaba Responsabilidad Social y que es vista como un gasto; entonces, todo queda a disposición de la fe de las cabezas, porque lo que no se puede medir en retorno tangible queda en el ámbito de la fe. Y son estas personas las que comienzan a liderar en lo desconocido. Gran desafío.

Junto con estos nuevos líderes debemos pasar del greenwash a negocios responsables que piensen en un Perú justo, solidario y competitivo, que contribuyan, trabajando articuladamente con el Estado y la sociedad civil a crear un país donde cada peruano y cada peruana tenga la oportunidad de desarrollar su potencial, nazca donde nazca.

Toca entonces parar y pensar. Como humanos. Como personas. Como peruanos. No como instituciones. Porque si aseguras que cada persona en tu organización tiene incorporado en su propio ADN el enfoque de sostenibilidad, estás asegurando una empresa y un país sostenible, donde cada proceso y cada decisión estará basada utilizando estos principios. El reto final entonces, está dentro de cada persona, y será definido cuándo se pregunten ¿Qué quiero lograr y cómo quiero que me recuerden?







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