Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Carlos Zúñiga,
Director de la Asociación de Defensa del Consumidor Elegir

Buena parte del largo camino al distrito de Lircay, en la provincia Huancavelicana de Angaray, me la pasé preguntándome cómo los entusiastas chicos de la Universidad para el Desarrollo Andino (UDEA), inscritos al taller que iba a dictar allí sobre utilización de redes para promover acciones ciudadanas, aplicarían lo aprendido en un contexto de infraestructura insuficiente, velocidad baja y pobre conectividad. Dicha preocupación se acrecentó cuando la señal -incluso telefónica- se volvió virtualmente inexistente durante el tramo afirmado de las horas finales del viaje. La efectividad en el uso de las herramientas de las que hablaría dependen de un marco técnico adecuado: las redes de alta velocidad transforman la relación entre el usuario y las plataformas sociales y le permiten a éste aprovecharlas para congregar, coordinar, informar e interactuar en tiempo real, pero sin ésta, la herramienta pierde mucha de esa utilidad.

Sin embargo, lo que encontré al entrar a Lircay fue un cuadro enteramente distinto: red LTE a total capacidad de varios operadores (formando parte de las zonas que cuentan con una de las más de 5000 antenas 4G desplegadas en el país), masificación en el uso de smartphones, múltiples tiendas minoristas de teléfonos móviles y accesorios e incluso un punto de acceso a red de fibra óptica en el centro de salud del pueblo. Al día siguiente sabría también que tanto Facebook como Instagram, eran redes populares entre los jóvenes del pueblo, que reconocían a Twitter como fuente informativa inmediata y que entendían el papel de estas plataformas en diversas causas y movimientos exitosos. Es sorprendente ser testigo de cómo el tendido de red LTE transforma las capacidades y oportunidades de toda una generación y los integra en una dinámica global que pasa de ser de acceso a información y generación esporádica de contenido, a la potencialidad de insertarse en ese espacio masivo e inmediato de intercambio de información que son las redes hoy.

Contar con Internet de alta velocidad en una población físicamente alejada, además de poder ser aprovechada para empoderar a sus ciudadanos, abre numerosas puertas que la transforman social y económicamente: Desde el despliegue de relaciones comerciales directas entre productores y compradores lejanos, pasando por la promoción turística, hasta la ampliación de las capacidades comunicacionales entre los mismos habitantes. Ya no solamente el acceso, sino la calidad de éste, debe ser considerado como un elemento necesario -diríamos urgente- del progreso de nuestros pueblos en este contexto tan altamente competitivo.

Si bien la prometedora realidad de Lircay es un buen ejemplo sobre a dónde apuntar en materia de conectividad y acceso a internet, dista mucho de ser el estándar actual. Según la GSM Alliance, aún existen unos 4 millones de personas en nuestro país por conectar solamente para alcanzar los índices de penetración de mercados maduros. Esto depende del trabajo conjunto entre autoridades locales y sociedad civil que difundan el carácter inocuo y costoefectivo de las redes inalámbricas, instituciones educativas como la UDEA que investiguen y promuevan el aprovechamiento de los servicios montados sobre dicho acceso, la optimización del marco legal y de inversiones junto el destrabe para tendido de redes de parte del gobierno nacional (cuyos pasos en este tema han venido siendo prometedores) y operadoras de telecomunicaciones comprometidas con la ampliación de su propia capacidad tanto en cobertura como en tecnología desplegada.
La visión de los chicos inscritos en el taller consistía en darle visibilidad a causas locales, creando campañas que apelen al poblador local, alcanzando también a periodistas conocidos que hagan suya dichas causas para difundirlas en espacios más masivos. Dicha aventura, sin un holgado presupuesto o contactos claves, habría sido virtualmente imposible para un estudiante de la universidad que no cuente con acceso a internet de alta velocidad. Ahora, según identificaron ellos mismos durante el taller, su preocupación pasó a ser el cómo aprovechar mejor las herramientas a su disposición para maximizar su impacto. Los propios alumnos reconocían su potencial en un escenario técnicamente favorable y lo que querían era sacarle el jugo. Nuestra apuesta debe ser a que el resto de estudiantes a nivel nacional, en espacios urbanos y rurales, tengan esa misma oportunidad. Ese es el reto.







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