Por Stakeholders

Lectura de:

Úrsula Vega
Experta en Imagen y Relaciones Públicas

Ya tenemos más de un año que comenzamos a trabajar de manera virtual a través de plataformas digitales y lo que está claro es que aún nos cuesta comunicarnos de esa forma. Muchos nos seguimos preguntando “¿Debo encender mi cámara o puedo tenerla apagada?” Si bien es cierto que en ambas situaciones hay ventajas y desventajas, estar (en cámara) es mejor que no estar.

Sabemos que tener la cámara encendida necesita de mucha energía mental porque estamos todo el día en esta actividad y es agotador, pero como sus connotaciones son positivas, vale la pena el esfuerzo para el mantener nuestra imagen profesional impecable. Es por estas razones que debemos de romper la barrera del anonimato:

  • Virtual no significa informal: Estemos bien vestidos y actuemos como si saliéramos a la calle, como si estuviéramos en una reunión presencial. Nos vamos a sentir más seguros. Las reuniones virtuales son las presenciales de antes y por iniciativa propia, deberíamos prender la cámara.
  • Generarás más confianza: El ser transparente con tus grupos de interés, ayudará a construir relaciones más estrechas.
  • Fortalecerás relaciones: La cámara “humaniza” la virtualidad, hace el contacto más real y las conversaciones más cercanas.
  • Te comunicarás mejor: En estas épocas, el hecho de vernos las caras, abre un espacio distinto de comunicación verbal y no verbal. Los gestos, la sonrisa y el lenguaje corporal, ayudan a comunicarnos mejor. El contacto visual es importantísimo para que se genere un vínculo más humano, más allá del fin de la reunión. Lo visual es el sentido en el que más confiamos.
  • Proyectarás buena imagen: La cámara prendida significa estar a disposición. Comunicas profesionalidad, interés, respeto, seguridad.
  • Te da la sensación de cercanía: Vernos las caras nos ayuda a saber cómo abordar a nuestro interlocutor y más aún si es una persona a la que vamos a conocer por primera vez. Acuérdense que nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión.
  • Te vuelves más productivo: Estar activo en la reunión, participas más, aportas mejores ideas. Cuando la cámara está apagada, no estás enfocado y pierdes interés por hacer otras cosas.

Cuando uno está con la cámara apagada, más allá de la incertidumbre que se genera, en estos tiempos la empatía y la solidaridad juegan un papel muy importante porque esta situación nos agarró de sorpresa a todos. Unos porque se pueden sentir invadidos en su privacidad, otros porque tienen problemas de conexión. Sin embargo, en estos casos, como un gesto de cortesía e interés hacia el interlocutor, recomiendo prender la cámara al inicio de la reunión para presentarnos, despedirnos o cuando queremos hacer una intervención.

Y muy importante: Si tienes o no la cámara prendida, es imprescindible poner el nombre completo y la empresa a la que perteneces.

Si la reunión es con una persona que no conoces, ¿Cómo pretender que enciendan la cámara? Lo más correcto es pedirlo antes de la reunión, cuando se genere la cita, así tienen tiempo para organizarse. Otra opción es apelar a la simpatía cuando se hace el pedido.







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