Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Baltazar Caravedo
Presidente de Sistema B Perú

Un paradigma es una estructura de pensamiento y afecto con la que interpretamos los mundos por los que nos desplegamos. Por ejemplo, el paradigma con el que solemos percibir las empresas es el de instituciones voraces, deseosas de obtener más y más utilidades, despreocupadas de lo que les ocurre a sus trabajadores o del daño medio ambiental que generan.

El paradigma con el que interpretamos a los políticos es el de personas interesadas en la acumulación de poder individual, proclives a la corrupción, alejados de un deseo genuino de representación de quienes votaron por ellos. Basándome en estos paradigmas juzgo el hacer de las empresas o de los políticos. Si una empresa desarrolla un programa de inversiones ambientales y sociales para paliar los efectos de la contaminación de su proceso productivo, juzgaré que lo hace para producir más ganancias y no para cuidar el bienestar de la población que se encuentra en el área de influencia de la empresa.Si el representante de una fuerza política en el Congreso de la República presenta un proyecto de ley para proteger a los minusválidos, analizaré su propuesta desde la perspectiva de alguien que está buscando el voto de este sector de la población para asegurar su reelección en el siguiente período.

Todo paradigma es una construcción histórica. Se basa en un conjunto de elementos reales e imaginados que se dan en los procesos sociales, económicos, políticos o culturales de una región, una sociedad o un país en un período determinado. La imagen del empresario egoísta, interesado exclusivamente en su propio beneficio, data de siglos atrás, de cuando los obreros en las fábricas trabajaban doce, catorce o dieciséis horas diarias sin contar con leyes de protección social.

En el Perú habría que recordar el mecanismo de trabajo de los culíes chinos en el siglo diecinueve o el del enganche a comienzos del siglo veinte, con el que se obligaba a miembros de las comunidades campesinas a trabajar en las empresas mineras o en las haciendas costeñas.

La imagen de los políticos ávidos de poder o corruptos tampoco es reciente. Se origina en las historias de estos personajes asociadas a golpes de Estado para hacerse con el control del Gobierno interrumpiendo la continuidad democrática, a maltratos de minorías étnicas o grupos disidentes, a grandes transacciones financieras realizadas con dineros públicos o a ejecuciones y masacres de poblaciones enteras para controlar revueltas. En el Perú habría que recordar las guerras militares posteriores a la independencia, los fusilamientos de los líderes rebeldes como Salaverry en 1836, el caso Dreyfus y el guano, la matanza de los apristas en 1932, el maltrato a los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, las persecuciones políticas y los sucesivos golpes de Estado a lo largo del siglo veinte.

Los paradigmas se encuentran sometidos a modificaciones de forma permanente. Se redefinen gradual e imperceptiblemente. En su origen se trata de modificaciones mínimas, marginales. Por ejemplo, la búsqueda por mejorar el nivel salarial de los obreros en la década del treinta, llevada a cabo por los empresarios peruanos del sur del país como resultado del predominio de relaciones serviles en las haciendas serranas, logró influir en la Constitución de 1933 cuando esta reconoció el derecho a los beneficios de los trabajadores de las empresas.

Al comenzar el siglo veinte, el hacendado Víctor Larco Herrera realizó acciones filantrópicas muy significativas para ayudar a los enfermos mentales en el Perú e influyó en una nueva actitud empresarial. La presencia pública de la mujer a través de la cultura y sus gestos heroicos en circunstancias difíciles para el Perú iniciaron la creación de un contexto que, posteriormente, hizo factible el reconocimiento del derecho del voto a la mujer y su participación decisiva en la vida política.

Los elementos dominantes de la estructura paradigmática se arrastran hasta que se ubican en una posición secundaria y abren paso a un nuevo paradigma, aunque los viejos elementos no desaparezcan.

La responsabilidad social de la empresa es un nuevo paradigma que orienta el comportamiento de las empresas y la percepción de la población con relación a aquellas. Todas las definiciones sobre RSE tienen en común que plantean una nueva manera de entender la empresa. No es un mensaje cuyo propósito exclusivo sea mejorar el posicionamiento de la empresa ante los consumidores. Es un mensaje, principalmente, para las mismas empresas, para sus accionistas y gerentes, para sus trabajadores o colaboradores con el fin de adecuarse a las nuevas exigencias del mercado y de la sociedad, y para los consumidores que son los que toman las decisiones de compra, finalmente.







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