Por Stakeholders

Lectura de:

Adriana Quirós C.
Asesora en Economía Circular y Sostenibilidad


Últimamente escuchamos que el plástico se ha vuelto un problema. Lo vemos tirado en las calles, tapando los desagües, en las orillas de los ríos y playas, flotando en el mar. Por otro lado, vemos como el plástico salva vidas, por ejemplo, en la forma de una prótesis o un catéter. Inclusive en forma de botella, brinda agua durante emergencias nacionales. Esta dualidad nos hace reflexionar ¿es el plástico en sí el problema real?

El problema no se basa en el plástico en sí, sino en nuestra relación con éste, ya que lo tratamos como desechable y no lo es. Se calcula que la mayoría de los plásticos utilizados hoy demoran cientos de años en romperse en pequeños pedazos, ya que estos no se degradan como los materiales orgánicos ni se reincorporan a la naturaleza. Estamos nadando en plástico porque nuestra relación con el material es irresponsable.

Para tratar el problema, es necesario reducir nuestra dependencia en el material, tanto a nivel personal como empresarial. De igual forma, reciclar el plástico es una opción viable, pero no suficiente. Por cada tonelada de plástico reciclado, se pueden ahorrar alrededor de 5 barriles de crudo (el cual se usa para su producción), ahorrando también energía en el corto plazo y evitando una tonelada de desechos en el medio ambiente. Sin embargo, según cifras del MINAM, en el Perú solamente se recicla el 0,03 % de las 947 mil toneladas de plástico que usamos al año. Queda así pendiente invertir no solo en limpieza sino en aumentar la capacidad de reciclaje, en investigación para poder mejorar la tecnología de clasificación, para poder tratar todo el plástico desechado y, una vez reciclado, poder reinsertarlo en la economía como materia prima de calidad (iniciando así una economía circular del plástico).

Asimismo, es esencial la responsabilidad compartida entre el Estado, las empresas y los consumidores para aumentar el porcentaje de recolección. No podemos reciclar si no contamos con los desechos clasificados primero y no podemos tenerlos clasificados si se disponen de estos de una forma irresponsable.  Por ello, además de fomentar la innovación ambiental relacionada al plástico, necesitamos desarrollar una cultura de consumo y uso responsable.

A nivel mundial, vemos ejemplos como el de la iniciativa de The New Plastics Economy, la cual busca eliminar el plástico innecesario, innovar la industria y recircularlo para volverlo a integrar en la economía como materia prima. La economía circular nos presenta oportunidades para limpiar nuestro país, evitar el gasto de recursos innecesarios, ahorrar energía e inclusive generar más trabajo. Es cuestión de aprovechar este cambio de paradigma, respetando plenamente las necesidades de reutilización, reparación y reciclaje del material, esto con el fin de realmente aprovechar el plástico y evitar, a toda costa, que se use y deseche como lo hemos venido haciendo hasta ahora.

Identificar el plástico de un solo uso y de poco valor es tan solo el primer paso, el cual recientemente se ha tomado a nivel nacional con la “Ley del Plástico”, regulando así la fabricación, importación, distribución y consumo de los plásticos de un solo uso. Ahora nos toca cambiar hábitos y percepciones sobre el plástico. Si queremos avanzar como país, debemos sobrepasar el obstáculo de nuestras propias mentes, no temerle a la innovación y hacernos responsables de nuestras acciones, proponiendo soluciones y cambiando, de una vez por todas, nuestra relación con el plástico.







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