Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Rafael Valencia Dongo
– Presidente ejecutivo de Grupo Estrategia

 

Facundo Cabral, el  famoso cantautor,  en uno de sus conciertos decía: “Hay que tenerle miedo a los desesperanzados, ¿por qué? Porque son muchos, no hay forma de cubrir semejante frente, por temprano que te levantes, a donde vayas, ya está lleno de desesperanzados y  son peligrosos, porque al ser mayoría eligen hasta al presidente. Y los hay de toda categoría, hasta el desesperanzado demagogo que cree que el pueblo es tonto”.

Los líderes que se oponen a la inversión privada, como fuente de desarrollo, son, en buena parte, personalidades con serias limitaciones morales, intelectuales y de oratoria; con intereses pecuniarios propios, sin historia de vida, pero con prontuario y en muchos casos no pertenecen a la zona en conflicto, es decir son foráneos. En algunos casos representan a ideologías demostradamente ineficaces.

Sin embargo, este artículo no trata acerca de si la mayoría de los líderes opositores a la inversión tienen marcadamente una o alguna de estas características – lo que en realidad es casi un hecho fáctico-, sino que se trata de reflexionar juntos sobre el por qué los ciudadanos deciden ser conducidos por personajes de esta catadura, poniendo en riesgo sus posibilidades de desarrollo, las de su familia y de su pueblo.

Esta clase de líderes se dan en todas partes, últimamente podemos ver a uno electo como presidente del país más poderoso del mundo y es claramente sexista, racista, anti libre mercado, misógino, entre otras características. Sin embargo, tiene embaucados  a los ciudadanos y cada uno de sus actos fuertes, duros y espectaculares, son celebrados por su pueblo hasta el paroxismo.

¿Qué poder tienen algunos líderes opositores a la inversión para encantar a la población y conducirlas por senderos, que sin duda los mantendrán en la pobreza? Pareciera que estuviéramos frente a la vieja leyenda del Flautista de Hamelín, escrita por los hermanos Grimm, quien con el sonido extraño de su flauta conducía a los niños de un pueblo a que lo siguieran al compás de su música y los hacía desaparecer dentro de una cueva que caracterizaba o representaba al infierno, aunque algunas otras versiones decían que los niños fueron tirados y ahogados en el río.

¿Qué es esa “melodía” que hace que algunos de los personajes seduzcan a la población y esta sea conducida a destinos que finalmente terminarán deteriorando sus condiciones de vida y agigantando la brecha de desigualdad en un país que crece? Tratemos aquí de ensayar el descubrir algunas de las palancas, instrumentos (como la flauta de Hamelín), que usan los falsos líderes para conseguir ese comportamiento de los ciudadanos que siguen a quien les dará solo dolor:

  1. Profieren discursos llenos de nacionalismo, dignidad y territorialidad (tres herramientas imbatibles para generar consensos rápidos pero también volátiles, como si fuera fuego en la paja seca). Si revisan el último discurso del presidente Donald Trump en la Juramentación de la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, el mismo estuvo lleno de estos tres elementos y supongo que habrán podido ver que los oyentes casi llegaban al paroxismo. Estos tres poderosos argumentos también han sido usados en la campaña del Brexit, los escucharon en el discurso de Nicolás Maduro, actual presidente de Venezuela, o quizás en los múltiples conflictos socioambientales.
  2. El discurso contiene un enorme desprecio al sistema establecido, la promesa del líder de llegar al poder se referirá a imponer un cambio de sistema o cuando menos que el sistema se torne violentamente más adecuado; aunque ello signifique atentar contra los derechos humanos, como la prohibición de permitir el ingreso de ciudadanos de determinados países o de poner un muro en un país que ha hecho su riqueza sobre la base de la globalización. En nuestro país, la conocida campaña “Chapa tu choro y déjalo paralítico” es una muestra de ello, buscando como fin acabar con la delincuencia. Así se exhiben los sentimientos más bajos del ser humano.
  3. El discurso y el tono del mismo debe ser fuerte y radical. Demostrar que tiene la fuerza para desafiar al sistema actual, a sus ministros y sus autorizaciones, a su Policía, sus jueces y todo en cuanto es lo establecido. El tono debe considerar que la población se encuentra usualmente con desesperanza aprendida e indefensión, por ende necesitan de alguien que “levante la voz”.
  4. No tienen reparos en acicatear a los ciudadanos a límites intolerables, con tal de lograr su propósito. Sus límites son amplios, si tienen que disponer de algunas vidas humanas para lograr sus propósitos no dudarán en hacerlo. Entonces, ¿se podría decir que tienen límites?
  5. Siempre encontrarán argumentos facilistas que apoyen sus causas; así también siempre encontrarán postulantes a sucederlos, a quienes convertirán en “expertos o científicos medioambientales”, que exponen ante el mundo las realidades de la zona rural. Los actores no son solamente locales, sus extensiones llegan a diversos lugares del mundo que le sirven de caja de resonancia. Usan a la gente como marionetas y hacen de pequeños personajes héroes de talla continental.
  6. Ofrecen a los ciudadanos acabar o -en todo caso- golpear severamente a esos dirigentes corruptos del orden establecido actual. El ciudadano está molesto con el presidente, el congresista, el gobernador y otras autoridades y encuentran en el Flautista de Hamelín el que puede hacer el trabajo sucio de golpear a la lacra de políticos que tenemos. Así el ciudadano no se tiene que ensuciar las manos, otro lo hará por él, aquel precisamente que no tiene límites. Entonces mientras más atrevido, irreflexivo, violento, aventado, capaz de inspirar temor, sea el líder, será mejor para lograr los objetivos de venganza natural que llevamos todos los humanos en nuestro interno y salvaje yo.
  7. Convierten lo positivo en algo tremendamente negativo: más ingresos económicos, entonces más prostitución; nuevas carreteras, entonces invasión de foráneos; más contacto con el mundo, entonces más énfasis de las desigualdad de oportunidades; prosperidad generalizada, entonces más egoísmo y más gente desplazada, sobre todo entre los menos calificados en una suerte de infravaloración surgente, producto de que los nuevos ciudadanos empujarán hacia abajo a los habitués.
  8. Se presentan como el “macho alfa de la manada”, que tiene el rol de conducir y proteger a los miembros de la tribu, así como de conducir los instintos destructivos y trogloditas que tenemos todos los seres humanos. Es el que pone el orden, ya que el gobierno de turno no puede o se ha aliado con las empresas. Así ponen en exhibición el enorme poder que tienen en determinado espacio y tiempo, aunque claramente ese poder no signifique autoridad. Al no contar con autoridad formal como herramienta, entonces la violencia y la rudeza es la herramienta usada eficazmente.

Usualmente, estos falsos líderes también cuentan con ciertas características negativas que las utilizan para dar “base” a sus argumentos sin fundamentos.

  1. No son conocedores de los temas que defienden, probablemente ni los entienden (por ejemplo, defienden a ultranza el medioambiente y ni siquiera pueden definir con claridad qué es). Todo lo simplifican a la frase de “la mina contamina”, como si algo en la vida no contaminase. La población sabe que no son expertos en la materia, pero ellos dicen lo que quiere escuchar la población. Con ello se reafirma el mensaje: miente, miente que algo quedará (Joseph Goebbels); lo cual se reedita desde la época de los nazis.
  2. No les preocupa en absoluto decir cualquier necedad, con tal de caer bien en la población objetivo. Son más Maquiavelo (manipuladores), que personajes errados y confundidos. Pueden mentir sin reparos y con una facilidad extrema. No se preocupan en conocer a fondo la información o los hechos, lo que pretenden es solamente llevar adelante sus propósitos. Como se dice coloquialmente, llevar agua para sus molinos.
  3. Saben que su posición pública es errada, de hecho en lo privado así lo manifiestan, pero no les importa. Más importante es mantener a la población ensimismada en los argumentos que él les presenta y en la forma en que la población no tenga la certeza de que los está engañando cínicamente.
  4. No tienen ningún reparo en eliminar a aquel que pretenda poner en evidencia clara que su actuar no es en beneficio de la población. La réplica al debate público nunca pretenderán hacerla por los argumentos, sino por el insulto, el miedo y la intimidación.

¿Si todo ello pueden hacer los falsos líderes, entonces que se puede hacer en contrario? Primero, obviamente tenemos que descubrir con claridad qué herramientas usan los falsos líderes, lo cual hemos pretendido hacer en breve síntesis en el presente artículo; luego con ese conocimiento, restaurar el tejido social. Hay que pensar en que los seres humanos actúan por la emoción y justifican su actuar por la razón, por ejemplo, se compran un vehículo 4×4 por la emoción de sentirse superior al resto y luego justifican su actuar manifestando que necesitaban un auto de esas características por seguridad para su esposa e hijos. Usualmente queremos solucionar el problema de la influencia de los falsos líderes sobre la base construir infraestructura (saneamiento, colegios, canales de regadío), cuando primero se debe trabajar en la emoción, es decir menos infraestructura y más trabajo para el cambio transformacional que luego lleve a la infraestructura.

En fin, no hay receta única que arregle de un solo golpe el problema, se necesita un coctel de combinaciones para cada caso que permita reestablecer el tejido social y formar bases sociales a favor del desarrollo, día a día se debe luchar para reconstruir la razón común.







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