Por Stakeholders

Lectura de:

Hans Rothgiesser
– Director Adjunto Grupo Stakeholders

Hace un par de años una prima me pidió que la orientara, porque quería hacer un cambio en su vida y quería probar suerte en una ONG. No una ONG en especial, sino alguna que le podría parecer interesante. En ese entonces, había trabajado cinco años en una organización y dos años en otra, lo que por supuesto no me convertía en un experto, pero me daba algo de terreno para comentarle cómo se movía ese mundo. Hay ONG para todos los gustos y para todas las orientaciones políticas.

Durante la conversación le comenté de las distintas opciones que me parecían serias, de algunas ONG en donde conocía gente que podría contratar a alguien de su perfil y de algunos temas que creía que le podría interesar. Sin embargo, hacia el final se puso seria y me confesó que lo que quería era plata y que ella había percibido que las ONG recibían mucho dinero de empresas para “blanquearlas” con ese rollo de la responsabilidad social, concepto que ella consideraba puro cuento.

Fue una pena, porque ningún caso de éxito que yo le pude mencionar y ninguna cifra le pareció interesar. Ella ya tenía una posición definida y no había nada que se podía hacer al respecto. No importaba que haya eventos, testimonios y reportes. Mi prima entonces se transformó en el sujeto del que habla National Geographic en su artículo Why do many reasonable people doubt science?. Para ella lo único que importaba era su idea preconcebida de cómo es el sector privado peruano y listo.

En un país con inestabilidad política bastante evidente, en el que cada cinco años todo está en juego porque existe la posibilidad siempre de que ingrese al gobierno una opción que haga un cambio de rumbo completo, en el que tenemos partidos políticos debilitados, es importante apoyarse en los agentes que sí están pensando a largo plazo. El estratega Jonathan Berman y el economista Stephen Levitt comentan en su documento The single bottom line del 2011, cómo son las empresas con un horizonte de planeamiento más largo las que suelen preocuparse más por temas típicamente identificados como de responsabilidad social (medio ambiente, inversión social, etc.)

Consideremos además que hay industrias que invitan a tener el planeamiento a largo plazo más presente: Minería, banca, etc. Son estas empresas las que deberían estar dando el ejemplo. Y, cosa curiosa, eso ya está pasando. Del ranking de las empresas más grandes del Perú, según América Economía, hay varias que están haciendo una labor admirable en responsabilidad social. No sólo eso, sino que han innovado en la manera en cómo están tratando de preocuparse por sus stakeholders. Por ejemplo, Telefónica del Perú está dejando una huella importante con la Fundación Telefónica, así como con sus programas de responsabilidad corporativa. Ni qué decir de las mineras Antamina o Southern.

El problema es que se trata de iniciativas que son poco difundidas. Por supuesto que sí reciben algo de prensa ocasionalmente, pero no creo que sea suficiente. Para que estas iniciativas de empresas, que según Berman y Levitt, son más probables en hacer esta inversión social correctamente, den el ejemplo a empresas más pequeñas, necesitan tener más espacio. Necesitamos prestarle más atención cuando tienen algo que reportar.

Esto, por supuesto, implica que seamos además más críticos. Mucha de la aversión al tema de la responsabilidad social puede venir de que todo se mete en un mismo costal, lo que tampoco ayuda. Lo que necesitamos es hacer el esfuerzo de identificar cuáles prácticas están obteniendo un retorno positivo y cuáles son más bien improvisadas. Esto último ya es la labor de la prensa. De la prensa analítica y crítica, que debe dejar de ver al sector privado como un gran todo e identificar categorías. Lo mismo para las iniciativas de responsabilidad social: Debemos determinar la RSE como un gran todo y analizar para identificar cuáles programas son mejores y celebrarlos. Solamente así podré convencer a mi prima de que esto va en serio.







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