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Por: Alfredo Draxl


Alfredo Draxl

Me sorprendió escuchar a algunos funcionarios del Ministerio de Educación (Minedu) poner en duda la continuidad de las pruebas censales nacionales de comunicación, matemática y sociales e incluso cuestionar la utilidad de tomarlas. “Para qué vamos a gastar tanto dinero para saber que seguimos casi tan mal como el año anterior. Es depresivo. Además ya sabemos lo que hay que hacer”.

Seguramente es depresivo, pero flaco favor le haríamos a nuestros alumnos y al país. No basta con diagnosticar: necesitamos saber exactamente dónde están los problemas para tomar decisiones sobre los medicamentos y las dosis. Aquí no basta el sentido común.

No es suficiente decir: “Capacitemos a los profesores y utilicemos mejores programas”, “Paguemos mejor a los profesores” o “Cambiemos los horarios e invirtamos en tecnología”.  Puede sonar bien, pero es una receta para el fracaso. Necesitamos saber específicamente cuáles son los aprendizajes que más cuestan a los alumnos de segundo grado, por ejemplo. O en qué distritos se presentan las mayores dificultades. Necesitamos ubicar las escuelas que presentan los mayores índices de fracaso y los problemas que tienen. No podemos lanzar cada año programas nuevos sin saber cuáles funcionan y cuáles no. Es una verdadera pérdida de tiempo y dinero avanzar sin información: un delito estratégico.

No tendremos mejores escuelas si no trabajamos con información de retorno precisa, relevante y a tiempo.  La unidad de medición de la calidad del Minedu ha demostrado en el pasado una altísima calidad técnica en el manejo de la información de las pruebas censales. Existe una excelente área de estadística y planificación.  No perdamos ese esfuerzo dejándoles y dejando a los directores y maestros sin información valiosa para su trabajo.

Necesitamos recoger información de manera intencional, sistemática y continua en diversos frentes, tanto a nivel nacional, regional y en las mismas escuelas locales. La información existe y hoy tenemos los medios tecnológicos para recogerla, procesarla y difundirla. Según el reporte del Consejo de Directores de Ontario (CODE), la manera en cómo las entidades supervisoras utilizan la información tiene un impacto muy fuerte en su efectividad como líderes en el apoyo a las escuelas bajo su responsabilidad. Al interpretar, evaluar y diseminar la información que disponen, ayudan a sus directores a obtener mejores resultados y la eficacia del sistema escolar crece[1].

Un listado apresurado de las categorías de información que se requiere integrar  nos permite comprender mejor su importancia estratégica:

  1. Información demográfica: ¿Cómo se mueve demográficamente nuestra población? ¿Qué necesidades de atención e infraestructura debemos prever? ¿Cuál es la edad de los maestros y qué formación están teniendo?
  2. Información de percepciones: ¿Cuáles son las actitudes, creencias y percepciones de los estudiantes y/o sus padres sobre las matemáticas o qué carreras u ocupaciones son las más demandadas?
  3. Información de inversión: ¿Cuál es la infraestructura disponible y en qué estado está? ¿Cómo están distribuidos los programas en cada región? ¿Cuál es su eficacia? ¿Cómo está compuesta la inversión educativa, dónde se ha invertido más, qué impacto se tuvo?
  4. Información de resultados: tradicionalmente, notas (las anuales y las de pruebas como las censales y las de PISA; tendencias; promedios regionales; y su comparación con contextos análogos a los nuestros.

Con la información adecuada es posible dar impulso estratégico al trabajo de directores y maestros, y las decisiones que se tomen tendrán un impacto pronto y seguro en los aprendizajes. No solo corregiremos a tiempo lo que no funcione, sino, y tan importante como esto, mantendremos el impulso de las muchas cosas buenas que se están haciendo.

[1] Revista ADVISORY, No. 17, January 2012; en http://www.ontariodirectors.ca/CODE_Advisories/Downloads







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