Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Bernardo Kliksberg
Asesor especial de la ONU


En el 2016 murieron 2600 bebés por día a las 24 horas de nacer. Dos millones fallecieron antes de completar la primera semana de vida. 2.6 millones antes de cumplir el primer mes de haber nacido. En el 80% de los casos, estas muertes masivas de niños se debieron a causas prevenibles y tratables como el nacimiento prematuro, complicaciones durante el parto e infecciones como la sepsis y la neumonía. Son en su inmensa mayoría niños pobres. Si hubieran tenido el apoyo médico básico se habrían salvado. Así unas gotas de antibiótico hubieran evitado la neumonía, gran asesino de niños indefensos. Son las víctimas invisibles de la pobreza.

Los pobres, no tienen medios de difusión propios, ni agencias de noticias, ni espacios en TV, ni en radio. Pero tienen un gran defensor, cuya voz se alza casi a diario, para denunciar su situación y exigir soluciones. Es el hombre más respetado y querido del planeta, según las encuestas. Es el Papa Francisco, que adoptó el nombre de Francisco de Asis, luchador ejemplar por los pobres y la naturaleza.

Francisco genera continuamente iniciativas que rompen con el protocolo, y con el manto de racionalizaciones y pretextos que envuelven las actitudes de muchos frente a la pobreza. Suelen decir: si son pobres, es porque no quieren trabajar, no se esfuerzan, llevan vidas disipadas. Son falacias sin ninguna evidencia. Como resaltó el presidente Aylwin que logró reducir la pobreza en Chile de un 40% que dejó Pinochet, con sus políticas, al 20%. “Todos los pobres que he conocido en cuanto se les dan oportunidades las toman de inmediato”. Francisco, lo explica didácticamente en sus homilías y discursos. Y lanza un mensaje continuo de respeto a la dignidad del pobre.

Como Francisco va donde está la gente que vive en la calle, decretó que todas las iglesias de Roma deben tener listos para ellos una ducha, toallas, y jabones, para que se puedan bañar, porque ellos le dijeron que no poder hacerlo los hace sentir muy mal, y aleja a la gente. También pidió a las iglesias del mundo que se abrieran para dar albergue a los inmigrantes. Cuando estuvo en el Perú se reunió con una comunidad indígena de la Amazonia. Apoya en la Argentina a los sacerdotes que viven y trabajan en medio de las Villas Miserias, los curas villeros. Termina de ascender a uno de ellos, Gustavo Carrera (40 años), de sacerdote en una villa miseria a Obispo de Buenos Aires. En la ceremonia en que recibió esa altísima dignidad, fue acompañado por los habitantes de la Villa, y ellos en su alegría inmensa lo sacaron en andas.

Francisco propone soluciones concretas. Aboga por una economía con rostro humano. Por formas de economía social. Por la organización de los pobres para conseguir como les dijo en su gira a Bolivia, Ecuador, y Paraguay, las tres T: TIERRA, TRABAJO Y TECHO.

El Mensaje del Papa fastidia y molesta a muchos poderosos. Por ello señala: “Cuantas palabras se han hecho molestas para este sistema. Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un dios que exige un compromiso por la justicia».

En un mundo que llega al 2018 con un desarrollo tecnológico prodigioso que podría dar vida digna a todos, pero donde aumentan vertiginosamente las desigualdades, y el 50% de la población está en pobreza ganando menos de 75 dólares mensuales, la voz de Francisco, enciende luces de esperanza, y hace honor a la sabiduría bíblica que plantea “más vale prender una vela, que maldecir a la oscuridad”. 







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