Por Stakeholders

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Por: Diana Méndez
Directora Ejecutiva de Responde
MBA Universidad de Manchester y economista por la Universidad del Pacífico


Cuando hablamos de desarrollo sostenible, una de las principales interrogantes que surge es cómo el sector privado puede tener un rol protagónico e impulsar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Una de las formas de abordar este desafío  se ha dado a través de las iniciativas de responsabilidad social o sostenibilidad, las cuales buscan muchas veces trabajar articuladamente con otros actores para potenciar su impacto. Sin embargo, el rol vital del sector en la reducción de las brechas de desarrollo pasa por su reconocimiento como motor económico que puede contribuir no sólo implementando iniciativas sino también financiando proyectos que tengan como objetivo un impacto social y ambiental.

Diana Méndez, Directora Ejecutiva de Responde

Este tipo de financiamiento es conocido como Inversiones de Impacto que tienen como objetivo generar un beneficio social y ambiental junto a un retorno financiero. En ese sentido, tanto los resultados financieros, el riesgo como el resultado positivo en la sociedad son analizados en cada decisión de inversión y deben ser medidos y monitoreados.

Incorporación de inversiones de impacto en las estrategias de inversión

Las decisiones de inversión de impacto y su nivel de incorporación en los procesos de decisión de inversión están sujetos a los objetivos estratégicos de las organizaciones. Muchas de ellas puedan incorporar aspectos de inversión responsable y sostenible como es la evaluación de cumplimiento de factores ambientales, sociales y de gobernanza en su evaluación, hecho que no necesariamente implica una inversión de impacto.

Enfoques de inversión

No toda inversión con enfoque sostenible es considerada una  inversión de impacto. De acuerdo al World Economic Forum, existen tres tipos de inversión:

  • Filtros de inversión excluyente (positivos y negativos) para seleccionar industrias o áreas geográficas y asegurar una inversión ética y responsable.
  • Integración sistemática de factores ESG en los mecanismos tradicionales de análisis financieros.
  • Inversiones de impacto que buscan el retorno financiero e impactos social o ambiental medibles.

La aplicación de uno de esto enfoque no conlleva necesariamente la incorporación de los otros.

Fuente: World Economic Forum, 2014

 

Estado de la inversión de impacto en América Latina

De acuerdo a información reportada por Bain &Company (2014), a 2013, aproximadamente USD 10.6 billones en capital se encontraba comprometido con fondos de inversión de impacto, de los cuales sólo el 50 % fue invertido. América Latina representó el 19% del mercado, con USD 2 millones en capital comprometido, y el 16% del capital efectivamente invertido – USD 800 millones. En la región, los países que destacan en términos de inversión de impacto son Brasil – que tiene la mayor participación con USD 180 millones invertidos -, México y Colombia – con USD 100 y USD 50 millones respectivamente.

Si bien América Latina aún representa un mercado emergente para este tipo de inversiones, entre 2008 y 2013, ha crecido aproximadamente doce veces. Asimismo, se ha identificado un incremento de fondos de inversión de impacto locales – aproximadamente 40 -, los que normalmente venían del exterior. La presencia de estos fondos locales permite no sólo incrementar el capital de inversión, sino que también ofrecen una alternativa para proyectos que se encuentran en las primeras etapas de desarrollo dentro del ciclo del emprendimiento, a diferencia de los proyectos en los que suelen invertir capital extranjero. Asimismo, estos fondos locales pueden enfrentar mejor los desafíos legales y regulatorios, considerados uno de las mayores preocupaciones para el crecimiento de las inversiones de impacto en la región.

Sin embargo aún se identifican varios desafíos en el ecosistema de la inversión de impacto social como una limitada cartera de inversiones, métodos imperfectos de medición de impacto, falta de marco legal, entre otros.

Cómo impulsar estas inversiones

De acuerdo a un estudio realizado por JP Morgan y Global Impact Investing Network (GIIN) existen tendencias que marcan la ruta para la consolidación de este mercado:

  1. Si bien los inversores de impacto tienen objetivos sociales y financieros, la mayoría de los inversionistas buscan asegurar el retorno financiero y que el impacto sea generado de manera directa por la organización que recibe los fondos. En esa línea, el análisis del modelo de negocio es esencial y debe estar alineado a los intereses de los inversores.
  2. Al buscar el impacto social o ambiental además del retorno financiero es esencial tener adecuado sistema de medición de impacto. Muchas organizaciones que buscan estos fondos adolecen de un adecuado sistema de medición lo que limita su posibilidad de acceder a este financiamiento.
  3. El rol del Estado como impulsor de este ecosistema es esencial ya que este mercado se caracteriza por falta de oportunidades de inversión con buenos historiales o la ausencia de mecanismos de salida. Es por ello que se requieren incentivos fiscales o subsidios, así como el otorgamiento de avales y garantías por parte del Estado.

Bonos de impacto social como alternativa de inversión privada

Una solución innovadora que nació en el Reino Unido en el 2010 para promover la participación privada con alto impacto social son los BIS (Bonos de Impacto Social).  Esta herramienta funciona como un modelo de asociación público privada en el que el privado financia un proyecto o programa social, monto que es luego reembolsado por la autoridad de gobierno – siempre que se alcance el objetivo social – e incorpora una tasa de retorno sobre la inversión. Sin embargo, si los objetivos no se cumplen, el capital se pierde lo que lleva a que el sector público y privado compartan el riesgo e incentivando a ambos actores a promover un ecosistema de gestión social que funcione.

Cómo opera un Bono de inversión social

Fuente: Adaptado en base al Fondo Multilateral de Inversiones, 2016

A 2016, existen más de setenta BIS en sesenta países, los que involucran USD 278 millones. Existen otros 100 proyectos en desarrollo de los que 14 se encuentran ubicados en América Latina. Así en 2016, Colombia fue el primer país en la región que lanzó un BIS por USD 8.5 millones con el objetivo de generar empleo a poblaciones desplazadas por el conflicto  (BBC, 2017).  En el Perú existen claras oportunidades para aplicar este tipo de instrumento y, así como sucede con la herramienta de Obras por Impuestos, trabajar articuladamente los sectores privado y público en pro de un desarrollo sostenible.







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