Por Stakeholders

Lectura de:

Por:Mónica Vásquez Del Solar

Directora de la Región Andina NESsT


La visión compartida del Perú al 2021 indica que sus habitantes tengan una alta calidad de vida, lo cual implica la erradicación de la pobreza y la pobreza extrema, la existencia de formas de redistribución para propiciar la equidad social y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.

Alcanzar esta visión requiere de una transformación económica y social extensa, en la que se aproveche de forma sostenible el capital social, intelectual, natural y financiero del país, implementando y escalando soluciones innovadoras. Para ello, debe existir un involucramiento activo mediante fondos que generen retorno financiero, e impacto social y ambiental explícitamente, al mismo tiempo. A esto se le denomina “Inversión de Impacto[1]”.

Las inversiones de impacto son hechas por diferentes tipos de inversionistas, que proveen diferentes formas de capital según sus propias expectativas de retorno del sector privado y no sólo del gobierno.

Los desafíos sociales y ambientales del Perú representan una fuente de oportunidades de inversión en beneficio de las personas y del territorio natural. La inversión hecha en empresas, organizaciones y la naturaleza de los sectores de inversión; de manera que contribuyen a llevar las soluciones a los desafíos sociales a un siguiente nivel, siendo generalmente más escalables en relación a lo que los gobiernos o la filantropía tradicional podrían hacer en solitario.

Este tipo de inversión es particularmente importante para economías de países emergentes como el Perú, en la que coexisten grandes brechas sociales con años de crecimiento económico sostenido; pues a través de la inversión de impacto es posible canalizar flujos de capital existentes en el país hacia los desafíos más importantes: la agricultura sostenible, la conservación de la biodiversidad, la generación de empleo para grupos marginalizados, la vivienda accesible, servicios de sanidad de calidad, tecnología limpia, inclusión financiera y más.

Cuando se habla de inversión de impacto; por lo general se tienen dos enfoques: (i) Enfoque primero impacto, en el que prevalece en los inversionistas el retorno social-ambiental sobre el retorno financiero, es decir las decisiones de inversiones priorizan indicadores en cuanto al impacto, y el otro (ii) Enfoque primero finanzas; en el que el retorno financiero prevalece sobre el retorno social-ambiental; y por tanto las soluciones que deben priorizarse cuentan con mejores indicadores de rentabilidad. Estos enfoques reflejan que la diversidad de problemas sociales, requiere de una diversidad de mecanismos de financiamiento apropiados para inversionistas con diferentes apetitos y expectativas de retorno.

La planificación para lograr el Perú que queremos en el 2021, sin duda debería incluir estos flujos de capital privado en adición a aquellos que provee el presupuesto público. Además, deberían incluir formas de fortalecer con asistencia técnica y redes de contacto, a las empresas sociales o empresas de impacto, que se convierten en receptoras de capital y que por lo general necesitan de servicios que le permitan profesionalizar su gestión con miras a la consolidación y crecimiento.

Entonces, catalizar el crecimiento del sector de inversión de impacto en el Perú, debería ser una prioridad para los diferentes grupos de interés, en torno a las problemáticas sociales más urgentes de nuestro país. Con los incentivos correctos, las políticas, las regulaciones y el monitoreo apropiado, es posible que la inversión de impacto sea el futuro de la inversión en el Perú.

[1] Global Impact Investing Network (GIIN)







Continúa con tu red social preferida

Al continuar serás un suscriptor gratuito

O continúa tu correo.

Escriba su correo electrónico con el que se suscribió para acceder

Suscríbete

Ya me suscribí.